Amor enseña ‘la cosita’

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@Vanitatis.com - 15/11/2007

En un descuido, Amor, la concursante transexual de Gran Hermano, ha dejado ver lo que esconde en su entrepierna. Hoy, en la gala habitual de los jueves, conoceremos la repercusión que ha tenido este hecho en la casa, así como las reacciones de los concursantes, ya que la mayoría de ellos aún no sabe que Amor es transexual.

A parte de esto, el jueves nos depara una nueva batalla a dos bandas por la audiencia del prime time. Cuéntame y Gran Hermano mantienen una vieja contienda que en las últimas jornadas ha sido favorable al programa de Telecinco frente al de TVE-1, aunque en otros años el enfrentamiento ha venido ofreciendo resultados distintos.

Pero el éxito de la edición de esta temporada del programa-realidad y la ayuda que recibe de la triunfadora Escenas de matrimonio le está poniendo fácil a Telecinco la tarea de programar el jueves. El secreto está en construir la parrilla con Amor. Con mucho Amor. Y lo cierto es que de momento no les va nada mal.

El resurgir de Anibal Lecter

Como alternativa a los contenidos habituales, Antena 3 emite la tercera parte de El silencio de los corderos, titulada El dragón rojo, y cuyo protagonista vuelve a ser Anthony Hopkins en el papel de Hannibal Lecter.

La tercera y última parte de la serie viene dotada de un reparto irreprochable: Edward Norton, Harvey Keitel, Ralf Fiennes y Emily Watson. Todos ellos acompañan al genial actor británico que se despide con este filme del papel que le hiciera mundialmente famoso y que le reportó además un Oscar por su interpretación de un psiquiatra-psicópata, al cual Sir Anthony supo aportar la profundidad necesaria (la mala leche ya la llevaba incorporada el personaje).

El argumento parte otra vez de los problemas que padece un agente del FBI en su lucha contra un asesino en serie; tan graves son éstos que debe recurrir, nada menos, que a la encarnación del mal, el genial Hannibal, que al agente Will Graham le hizo abandonar el servicio porque estuvo a punto de acabar con su vida.

El caso es que el FBI no tarda en darse cuenta de que para atrapar a un lobo hace falta otro lobo. De ahí que recurra a Lecter. Y éste, que se aburre en el trullo porque su mente criminal necesita estímulo, pues se presta al juego. Un juego que a Graham le pone de puntita todo el vello del cuerpo. Al respetable probablemente también.

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