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El estigma de las novias del príncipe

@Paloma Barrientos - 15/12/2007

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El estigma de las novias del príncipe
 

Mientras que en las películas de amor y lujo o en los cuentos infantiles haber formado parte de la vida sentimental de un príncipe siempre se convertía en un activo, en la vida real parece que no. Al menos en lo referente a los amores prohibidos del heredero Borbón. Ninguna de sus novias oficiosas (oficiales nunca hubo si nos atenemos a la información que daba Zarzuela en aquellos tiempos) parece haber encontrado la estabilidad emocional. Isabel, Giggi y Eva, tres mujeres independientes, dos de ellas con estudios superiores, guapas, inteligentes, divertidas, ingeniosas y con buen carácter, según las han definido amigos e incluso periodistas que las han tratado, continúan solteras. Mejor dicho, sin compromiso porque se puede ser igualmente feliz sin necesidad de legalizar uniones.

Dadas las cualidades y currículo que acompañan la existencia de estas tres damas, extraña y sorprende que ninguna rehiciera su vida. Muy fuerte debió ser la influencia del joven heredero en ellas para quedar estigmatizadas si no de por vida, sí hasta ahora. Isabel Sartorius fue quizá la que se llevó la peor parte por aquello de ser la primera y vivir en España. Tras la ruptura, vinieron unos años complicados con vaivenes profesionales y sin encontrar su sitio. En cualquier lugar en el que estuviera o acudiera siempre se la consideraba “la amiga del príncipe”. En la redacción del periódico El Mundo, donde pasó una temporada trabajando, hubo compañeros de otras secciones que subían con cualquier pretexto para verla en vivo y en directo. Los comentarios iban desde el más fino en plan “que mona, que educada, que sencilla” hasta “el menudo pibón…”.

Mientras fue ‘futurible’, el seguimiento fue constante pero absolutamente controlado. Con el tiempo asumió el papel histórico que le había tocado en la vida. Ahora parece que el proceso de haber sido “la novia” no le crea mayores conflictos y hasta le sirve como plataforma publicitaria convirtiéndose en imagen de firmas comerciales y creando ella su propia línea de complementos. Sus últimas declaraciones a la revista Carácter, que dirige Verónica Zabala, dan idea de cómo ha sido su evolución: “No me cambiaría por nada ni por nadie”. Sin aclarar quién es “nadie” y qué es el “nada”. Mejor así. Tras los muchos años de desasosiegos personales, ahora sí está en el buen camino de la estabilidad personal, aunque el estigma Borbón siempre figure en su biografía.

Respecto a Giggi Howard, tampoco ha rehecho el apartado sentimental. La norteamericana se convirtió en la segunda relación importante y pública en la vida del heredero cuando éste estudiaba en la Universidad de Georgetown. Fue quizá la novia menos perseguida por aquello de las distancias geográficas. Lo más llamativo y sorprendente de este periodo amoroso fue la detención en Nueva York del periodista Hugo Arriazu que pasó una larga temporada en la cárcel acusado de encargar a un detective privado pinchazos telefónicos en el domicilio de Giggi. Nunca la Casa Real quiso intervenir para solicitar “clemencia” en un caso donde efectivamente se había cometido un delito, pero no al punto de convertirlo en un aviso a navegantes. Se dijo en aquel momento que el contenido de las conversaciones ilegales tuvo mucho que ver con la ruptura del noviazgo. A día de hoy, Giselle Howard trabaja en Nueva York y no tiene pareja aunque estuvo a punto de casarse con un naviero millonario, calco físico del Príncipe Felipe.

Y por último, entre las “estigmatizadas” reales se encuentra Eva Sannum, quizá la relación más seria y profunda de todas las que mantuvo el heredero hasta que se cruzó en su camino la periodista Letizia Ortiz. Un noviazgo que nunca existió oficialmente, pero en cambio sí la ruptura comunicada el 14 de diciembre de 2001 por el propio interesado a los estupefactos periodistas que habitualmente cubren la información de Casa Real.

Tras siete años de silencio total y absoluto, Eva Sannum ha vuelto a la arena mediática a través de una entrevista concedida a una televisión noruega (Ver ‘Las misteriosas palabras de Eva Sannum’. A pesar del comedimiento aparente, la modelo soltó unos cuantos dardos envenenados que demuestran cierto resentimiento hacia los que hicieron imposible que lo suyo con “Felipe” funcionara. Sobre todo al comprobar con el paso del tiempo que el currículo sentimental de la actual princesa no hubiera soportado el mismo debate público que se le hizo a ella. Explicó que “alguien” del organigrama real le dijo que se hiciera la encontradiza con algún periodista español y le comentara que había roto con el príncipe. La modelo no entró al trapo y se negó a sacarle las castañas del fuego al que hasta ese momento había sido el amor de su vida. Como el resto de las ‘futuribles’, Eva Sannum no ha vuelto a mantener una relación estable con nadie.

Estas tres historias contrastan con la trayectoria de las princesas europeas que en algún momento formaron parte de la “lista real”, pero que sólo mantuvieron una relación de amistad o familiar. Tatiana de Liechtenstein, Catalina de Habsburgo, Carolina de Waldburg, Marta Luisa Noruega y hasta la prima Victoria de Borbón Dos Sicilias han formado sus propias familias y viven felices sin padecer el estigma que une el destino de Isabel, Giggi y Eva.

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