@Vanitatis.com - 15/10/2008
Hay quien, incluso en tiempos de crisis consigue llevar sus negocios a buen puerto. Esta semana sale a la luz una entrevista con Luis Medina, el hijo menor de Naty Abascal, un joven empresario al que parece que las cosas le van bien en el plano profesional. No en vano, Medina es el encargado de la comunicación en España de dos de las firmas de lujo más importantes del mundo: La del modisto Óscar de
La entrevista, concedida al suplemento Carácter, que saldrá mañana con el diario
Naty Abascal es esa mujer a la que todos sus hijos admiran. Dice el más pequeño de ellos dice que ella “es un gran apoyo”, en el plano profesional confiesa, con humor, que es “un gran asesor de moda gratis” y ya en el plano familiar dice de su madre que “es una persona que tiene el mérito de habernos sacado adelante y habernos dado una buena educación”. Cuando habla sobre Naty, todo son buenas palabras. Cuenta su hijo que es una mujer “muy trabajadora” y sus hijos esperan “poder retirarla del trabajo cuanto antes”.
Para ello, este joven, elegido como uno de los hombres más elegantes por la revista Vanity Fair, se ha cargado sus conocimientos sobre moda y su carrera de empresariales a la espalda. Con ellos ha comenzado un proyecto junto a su equipo y parece que les va muy bien. Tanto como para que Tiffany, la casa de joyas y lujo por antonomasia, confíe en ellos para su lanzamiento en nuestro país, o que Malo, la firma más reconocida de cashemire italiano abra mercado de la mano del pequeño de los Medina.
Lo de Oscar de
A la tan temida crisis, Luis Medina dice que la mira “con prudencia” y que le hace “pensar mucho cada paso que tomo”, pero por otro lado, este joven empresario dice que piensa que su negocio ha nacido en la crisis y que “si estoy crecido en crisis solo me queda aguantar un poquito”. No obstante, también opina que “ante la crisis es cuando tienes que sacar más lujo”.
A pesar de esta incursión empresarial en el mundo de la moda y de la fuerza que tiene su imagen, hasta ahora nunca ha aceptado ser modelo porque lo considera “muy aburrido” y que lo consideraría “desechar todos mis conocimientos”. Además, confiesa que al espejo “me miro lo justo, no soy nada presumido”. Sea como fuere, este joven da más importancia al interior que a su imagen, y dice que el mérito, en parte, es de su padre, ya que de él “aprendí a ser bueno y noble”. Una enseñanza que intentará transmitir a sus hijos el día de mañana, aunque dice, aún no puede formar una familia, algo que se planteará “cuando esto se consolide”.