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La nueva casa de los príncipes de Dinamarca
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La nueva casa de los príncipes de Dinamarca

Una mudanza siempre es complicada. Elegir la decoración, coordinar a los albañiles, supervisar las obras... demasiado trabajo para unos príncipes que a la vez tienen que

Foto: La nueva casa de los príncipes de Dinamarca
La nueva casa de los príncipes de Dinamarca

Una mudanza siempre es complicada. Elegir la decoración, coordinar a los albañiles, supervisar las obras... demasiado trabajo para unos príncipes que a la vez tienen que mantener una apretada agenda de actos oficiales. Y más complicado aún si la casa en cuestión es una residencia señorial que lleva siglos siendo morada de los reyes daneses. El príncipe Federico y su esposa Mary Donaldson lo saben: en estos momentos se encuentran en pleno proceso de reformas de la que será su nueva casa en la capital danesa, y acaban de visitar las obras.

Las reformas están costando lo suyo: hay que acondicionar la mansión de Federico VIII en el mastodóntico palacio de Amalienborg, en Copenhague, que llevaba siete años sin ser habitada. Hasta ese 2000, en el que falleció, residió allí la reina Ingrid, madre de la actual reina Margarita. Desde entonces había permanecido vacío esperando a que algún miembro de la primera familia del país lo volviera a ocupar.

Federico y Mary se han armado de paciencia para esperar el fin de la rehabilitación del palacio. Al fin y al cabo el edificio, construido para el conde Joachim Brockdorff en el siglo XVIII, es una joya de la arquitectura y lleva tanto tiempo sirviendo a la familia real danesa que todo debe estar perfectamente calculado.

También conocido como el palacio de Brockdorff, la mansión albergó desde poco después de su edificación y durante sesenta años la Academia Militar danesa (Landkadetakademi), aunque al final de este período (1827) fue rehabilitado por el arquitecto Jørgen Hansen Koch siguiendo las directrices provenientes del estilo imperial francés y desde entonces ha acogido a diversos miembros de la familia que luego han ascendido al trono: así ocurrió en 1828 con Federico VII, en 1869 con Federico VII y en 1934 por Federico IX. El futuro Federico X continuará, como un eslabón más, con esta soberana tradición.

Una mudanza siempre es complicada. Elegir la decoración, coordinar a los albañiles, supervisar las obras... demasiado trabajo para unos príncipes que a la vez tienen que mantener una apretada agenda de actos oficiales. Y más complicado aún si la casa en cuestión es una residencia señorial que lleva siglos siendo morada de los reyes daneses. El príncipe Federico y su esposa Mary Donaldson lo saben: en estos momentos se encuentran en pleno proceso de reformas de la que será su nueva casa en la capital danesa, y acaban de visitar las obras.