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La princesa Charlene entrega su ramo a la Virgen de Santa Devota como hizo Grace Kelly en su boda
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La princesa Charlene entrega su ramo a la Virgen de Santa Devota como hizo Grace Kelly en su boda

Después de convertirse en marido y mujer, los príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco han seguido la celebración realizando un recorrido por los lugares más emblemáticos

Después de convertirse en marido y mujer, los príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco han seguido la celebración realizando un recorrido por los lugares más emblemáticos del Principado. El destino de la pareja era la Iglesia Santa Devota donde la novia debía depositar su ramo como simbolo de ofrenda, al igual que hizo la fallecida princesa Gracia hace 55 años en su boda con Rainiero III.

Una vez dentro de la capilla, mientras la soprano Marie-Clotilde Würz-De Baets, y su hija, de once años, entonaban un canto a la Virgen, la princesa cedió a la presión y emoción del momento y derramó algunas lágrimas sin que obtuviese un gesto de complicidad por parte de Alberto de Mónaco.

La ceremonia religiosa se ha celebrado en el patio de honor del Palacio del Principado. En todo momento ha sorprendido la ausencia de comentarios o miradas cómplices entre la pareja, solo con momentos de distensión escasos y puntuales, como cuando la soprano sudafricana Pumeza Matshikiza cantó justo después del intercambio de alianzas. 

Esta segunda boda ha estado oficiada por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, que invitó a los esposos a cogerse de la mano y a intercambiar de nuevo su consentimiento.

La pareja prometió mantenerse fiel "en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad", para amarse todos los días de su vida, y después de que el arzobispo expresara su deseo de que "lo que Dios ha unido no lo separe el hombre", se pusieron las alianzas.

Seria durante el principio del enlace, se pudo ver a partir de ese momento a la exnadadora algo más relajada, especialmente cuando la soprano sudafricana Pumeza Matshikiza cantó en su honor.

La princesa Charlene, entró puntual del brazo de su padre,Michael Kenneth Wittstock, en la plaza del palacio principesco. El vestido es de color blanco con seda bordada y con flores. Además, está adornado con 40.000 cristales de Swarovsky y con 30.000 perlas doradas. Un diseño espectacular del modisto Giorgio Armani. 

La princesa, acompañada por siete pequeñas damas de honor, todas ellas monegascas, sonrió tímidamente cuando fue aclamada por los asistentes a su paso por la alfombra roja y blanca, colores nacionales del Principado, que tras el enlace será subastada para dedicar lo recaudado a causas humanitarias.

Charlene de Mónaco llevaba un ramo concebido también por Armani y realizado por el Garden Club de Mónaco con orquídeas y con rosas, la flor nacional de su país. El príncipe Alberto, vestido éste con el uniforme de verano, blanco, de la orden de carabineros, la esperaba en el patio de honor en el que se celebra la ceremonia.

El traje de la princesa, ajustado al cuerpo y con escote barco, está realizado en satén blanco, con una larga cola, bordados florales y decoraciones también en nácar de color blanco y oro, y según Palacio, del mismo modisto italiano será también el traje que luzca esta noche en la cena oficial.

La entrada de Carolina y Estefania de Mónaco 

Carolina de Mónaco, con un vestido rosa palo y una pamela, llegó acompañada de su hija pequeña, Alexandra, y al mismo tiempo que la princesa Estefanía, que no puedo evitar emocionarse durante el enlace civil, y que desfiló junto a sus tres hijos, Louis, Pauline y Camille.

Poco antes habían aparecido los hijos mayores de Carolina, Andrea, Pierre y Carlota, ésta última con el pelo recogido, un pequeño velo negro y un vestido rosa con escote barco, todos ellos junto a sus respectivas parejas.

Desde los lujosos hoteles de París y Hermitage, que hospedaron al grueso de los invitados, se vieron desfilar las pamelas, tocados y vestidos de cóctel requeridos para la ocasión, y desde los mismos los representantes de las casas reales partieron poco antes de las cuatro y media de la tarde.

Los príncipes de Suecia, Noruega y Dinamarca fueron de los primeros en salir, y desde allí se pudo ver también a los herederos de Holanda y Bélgica, entre los cuales la princesa Máxima optó por un traje naranja adornado con una flor, y la princesa Matilde por uno azul.

Los primeros invitados llegan a Palacio

Los primeros invitados habían empezado a llegar una hora antes en coche hasta la plaza, en donde se habían habilitado plazas para 3.500 monegascos, que no se llenaron, y fueron caminando hasta el patio de honor, convertido en "iglesia al aire libre", y desde el que 800 personas podrán ser testigos directos del enlace.

Se pudo ver al presidente de la FIA, Jean Todt, a Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, con un vestido gris con pedrería y transparencias, así como a la exmodelo francesa Inés de la Fressange, acompañada de sus hijas, o al actor británico Roger Moore y a su mujer, matrimonio habitual del Principado, y al que los monegascos recibieron con aplausos.

Vítores también obtuvo el diseñador alemán Karl Lagerlfeld, muy próximo a la familia Grimaldi, y la esposa del ex presidente de Francia Jacques Chirac, Bernardette, con un vestido azul noche, así como la emperatriz de Irán Farah Diva, con un conjunto color lima.

El equipo encargado de organizar la ceremonia informó hoy de que para establecer el orden de entrada se ha mezclado "el protocolo monegasco, el real y el republicano, sin olvidar el de cortesía", y de que las personalidades de alto rango iban a acudir en último lugar, entre ellos el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sin su mujer, Carla Bruni.

A diferencia de Rainiero III y la princesa Gracia, que en abril de 1956 se casaron en la catedral del Principado, Alberto II y su mujer optaron por celebrar su unión religiosa en Palacio, para dar cabida al mayor número de invitados posible.

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