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Los secretos de cama de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo
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Los secretos de cama de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo

Si hace un par de meses era la infancia del duque de Edimburgo y marido de la reina Isabel II la que quedaba al descubierto en

Si hace un par de meses era la infancia del duque de Edimburgo y marido de la reina Isabel II la que quedaba al descubierto en el libro El Príncipe Felipe: la turbulenta vida temprana del hombre que se casó con la reina Isabel II, ahora le ha tocado el turno a los secretos de cama del matrimonio más longevo en lo que a reinado se refiere.

La última obra de Sally Bendell Smith, un recorrido biográfico por los pormenores del romance entre la monarca británica y su marido -primos hermanos, por cierto- no ha dejado indiferente a nadie, máxime si se tiene en cuenta que desvela detalles desconocidos hasta el momento para la mayor parte del pueblo. Así, el matrimonio duerme en dormitorios separados porque es una "costumbre" y una tradición entre las clases altas británicas.

Asimismo, el libro desgrana las dificultades a las que tuvo que hacer frente el duque de Edimburgo, apodado El germano por los cortesanos de Buckingham, que nunca le vieron con buenos ojos por considerarlo un intruso y trepa sin dinero, para adaptarse a su nueva vida, pues no estaba acostumbrado a que le dijeran lo que tenía que hacer. De hecho, mientras unos destacan su capacidad de gestión, organización y su amabilidad, otros aluden a su severidad señalanado que jamás elogió a nadie cuando hacía algo bien, pues consideraba que sólo cumplía con su deber.

Sin embargo, la pareja, que se casó por amor, tuvo que superar varias crisis y tensiones, como la que se produjo tras la muerte del padre de la reina, cuando el príncipe Felipe solicitó que los hijos adoptaran el apellido de su familia en lugar de Windsor. "Yo soy el único hombre en el país al que no se permite dar su nombre a sus hijos. No soy más que una sangrienta ameba", se le oía decir.

Tampoco las crisis matrimoniales de los hijos sentaban bien al matrimonio. Todo lo contrario, lograban sacar de sus casillas al duque de Edimburgo, que siempre fue mucho más comprensivo con las mujeres de la familia que con los varones.

 El duque de Edimburgo, un adonis en Buckingham

El marido de la reina Isabel era considerado todo un adonis en su juventud, Gracias a su altura, sus ojos azules y su pelo rubio se granjeó una fama innata de conquistador. Pese a ello, siempre fue un chico muy solitario con una infancia difícil y acostumbrado a no expresar sus emociones para sobrevivir. Las carencias emocionales fueron una constante en su vida, que no supusieron un hándicap en su vida, ya que la monarca británica tampoco era dada a las muestras de afecto.

Las chispas saltaron entre ellos a raíz de varios encuentros familiares y, debido entre otras cosas a la juventud de Isabel II, el romance se mantuvo en secreto hasta pasados unos años. Ya en 1946 él le propuso matrimonio y ella aceptó sin consultárselo a sus padres.

El libro detalle que, para la royal, el duque de Edimburgo ha sido siempre un pilar fundamental para no perder el equilibrio, un soplo de aire fresco que, en medio de recepciones y actos oficiales, lograba sacar una sonrisa a la reina Isabel II con constantes bromas.

Si hace un par de meses era la infancia del duque de Edimburgo y marido de la reina Isabel II la que quedaba al descubierto en el libro El Príncipe Felipe: la turbulenta vida temprana del hombre que se casó con la reina Isabel II, ahora le ha tocado el turno a los secretos de cama del matrimonio más longevo en lo que a reinado se refiere.