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La soledad de la reina Sofía en Marivent
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La soledad de la reina Sofía en Marivent

La soledad de la reina Sofía, aquella de la que hablaba Pilar Eyre en el libro que levantó ampollas en Zarzuela a principios de año, se

La soledad de la reina Sofía, aquella de la que hablaba Pilar Eyre en el libro que levantó ampollas en Zarzuela a principios de año, se ha hecho más visible que nunca en Marivent. Pese a permanecer prácticamente todo el mes de agosto en Palma de Mallorca y ser la única de la Familia Real que ha coincidido con todos y cada uno de los que por allí se han dejado ver, lo cierto es las breves estancias y las dispersiones familiares han convertido este verano en el más solitario y atípico de los que se recuerdan. Al menos, doña Sofía no ha paseado completamente sola por las calles de Palma ni por los pasillos de Marivent. A su lado, su hermana y confidente, la princesa Irene, ha sido la única que le ha hecho compañía.

La revista Hoy Corazón recoge esta semana unas instantáneas de la reina paseando por la isla y de compras junto a su hermana y sus amigos -y primos- Tatiana Radziwill y su marido John Fruchaud. Es de las pocas ocasiones en las que los comerciantes mallorquines han podido gozar de la presencia de doña Sofía. "¡Qué raro ver a la reina sola con su hermana! Antes lo normal era que viniera de compras con sus hijas y Letizia, o con su hijo. Sí, es raro", afirman.

Pese a sus hercúleos esfuerzos por mantener el ambiente que hasta ahora se había respirado por los pasillos de Marivent, lo cierto es que la soledad ha marcado las vacaciones estivales de la reina.

Al principio del mes de agosto disfrutó de unos días en compañía de su hija la infanta Elena y sus seis nietos mayores. Los hijos de los duques de Palma se iban un par de días después mientras que la duquesa de Lugo lo hacía justo cuando doña Letizia hacía acto de presencia en la isla, donde un par de días antes había aterrizado el príncipe de Asturias. Don Juan Carlos no llegó hasta el 8 de agosto, poco antes de que la reina y los príncipes se marcharan a Londres para asistir a la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos. Entonces la reina regresaba a Palma, donde le esperaba su marido, aunque únicamente coincidieron dos días más, momento en el que el monarca decidió poner fin a su estancia estival en Marivent y regresar a Madrid.

En todo este tiempo, la única que ha permanecido inalterable al lado de la reina ha sido la princesa Irene. Con ella y con sus amigos ha disfrutado de paseos por la isla y de las tiendas, aunque eso sí, siempre con un look informal: pantalones blancos, blusa estampada yabarcas, de las que no se separa durante su estancia en Mallorca.

Los mallorquines están especialmente agradecidos a doña Sofía y disgustados con el resto de miembros de la Primera Familia por su actitud hacia la isla. A pesar de los duros momentos por los que atraviesa la reina, la única que sigue promocionándola como antaño, no dudó en repartir sonrisas y saludos a todo aquel que encontró a su paso.

La soledad de la reina Sofía, aquella de la que hablaba Pilar Eyre en el libro que levantó ampollas en Zarzuela a principios de año, se ha hecho más visible que nunca en Marivent. Pese a permanecer prácticamente todo el mes de agosto en Palma de Mallorca y ser la única de la Familia Real que ha coincidido con todos y cada uno de los que por allí se han dejado ver, lo cierto es las breves estancias y las dispersiones familiares han convertido este verano en el más solitario y atípico de los que se recuerdan. Al menos, doña Sofía no ha paseado completamente sola por las calles de Palma ni por los pasillos de Marivent. A su lado, su hermana y confidente, la princesa Irene, ha sido la única que le ha hecho compañía.

Fundación Reina Sofía