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Los príncipes en ‘campaña’: Felipe entona el himno; Letizia calla
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Los príncipes en ‘campaña’: Felipe entona el himno; Letizia calla

La monarquía, al igual que la política, atraviesa una época de defenestración pública. Para muestra, la gran pitada, nunca oída antes, a las puertas del Campoamor

La monarquía, al igual que la política, atraviesa una época de defenestración pública. Para muestra, la gran pitada, nunca oída antes, a las puertas del Campoamor durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Felipe y Letizia, conscientes de ello, han optado por hacer campaña. Se juegan el futuro de una institución vetusta y anacrónica por definición con las circunstancias en contra. Por eso, se han mostrado tan cercanos y afables durante su paseo por Bueño, la localidad que ha recibido el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. No les ha importado la copiosa lluvia que no ha dejado de caer a lo largo de la mañana de este sábado. No ha quedado nadie en este pequeño paraíso de los hórreos, la construcción predominante en el lugar, por saludar.

Los vecinos aclamaban a la pareja por igual, pero doña Letizia ha causado una mayor impresión. Al fin y al cabo, es asturiana. Han intercambiado opiniones con los vecinos y lo han recorrido a pie junto al presidente del Principado, Javier Fernández, y demás personalidades. A su vez, han visitado a un grupo de vecinas que realizaban tareas de encaje de bolillos. Allí se han mostrado muy cariñosos con un pequeño bebé, que doña Letizia no dudó en sostener en sus brazos. Éstas les han obsequiado con un diario y un marcapáginas de encaje para las Infantas Leonor y Sofía. También han presenciado una escena costumbrista, representada por el grupo de teatro local,  y a un grupo de vecinos realizando la 'esfoyada del maíz'. Tampoco se fueron sin probar un poco de sidra dulce.

Finalmente, han llegado a la plaza del pueblo, donde don Felipe ha leído su discurso y ha entregado el galardón a José Ramón García, alcalde del concejo de Ribera de Arriba. Allí el príncipe ha vuelto a hablar de crisis, una palabra que repite últimamente muy a menudo en sus alocuciones. Al concluir, el propio heredero ha animado a los asistentes a entonar el himno autonómico. Todos le han acompañado. Menos doña Letizia, que siendo asturiana, ha sido la única de la tarima de personalidades en quedarse callada. Una opción que ha sucitado el comentario entre algunos vecinos que han echado de menos que no dejara su habitual rigidez a un lado y se arrancara, como sí ha hecho su esposo, con el ‘Asturias, patria querida’. Al menos, en esta ocasión, los Príncipes, con el caos que siempre provoca la lluvia, se han dejado sentir más de cerca que nunca.

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Aunque ya no es presidente de Asturias y parece que sus aspiraciones políticas son agua pasada, Francisco Álvarez Cascos y su esposa, la galerista María Porto, no se quisieron perder el acto. Aparecieron de la mano y muy pendientes el uno del otro en todo momento. Por su parte, tras cumplir con los actos que marcaba la agenda del último día de los actos enmarcados dentro de los Premios Príncipe de Asturias, don Felipe y doña Letizia han almorzado con los vecinos y con las personalidades pertinentes en las las instalaciones deportivas municipales 'El Llosalin'. Lo mejor: que a Letizia no le ha importado mojarse por estrechar su mano con los vecinos. Lo peor: su sempiterno hieratismo, que no cesa ni en su propia tierra. 

La monarquía, al igual que la política, atraviesa una época de defenestración pública. Para muestra, la gran pitada, nunca oída antes, a las puertas del Campoamor durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Felipe y Letizia, conscientes de ello, han optado por hacer campaña. Se juegan el futuro de una institución vetusta y anacrónica por definición con las circunstancias en contra. Por eso, se han mostrado tan cercanos y afables durante su paseo por Bueño, la localidad que ha recibido el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. No les ha importado la copiosa lluvia que no ha dejado de caer a lo largo de la mañana de este sábado. No ha quedado nadie en este pequeño paraíso de los hórreos, la construcción predominante en el lugar, por saludar.

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