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Una futura reina holandesa con orígenes vascos
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Una futura reina holandesa con orígenes vascos

Once años ha tardado Máxima Zorreguieta en conquistar a los holandeses. Su espontaneidad, su alegría y su saber estar han sido las cartas con las que

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Una futura reina holandesa con orígenes vascos

Once años ha tardado Máxima Zorreguieta en conquistar a los holandeses. Su espontaneidad, su alegría y su saber estar han sido las cartas con las que ha jugado una partida que, desde un principio, se tornó complicada. Su pasado argentino fue su espada de Damocles. De hecho, al casarse tuvo que renunciar a su nacionalidad argentina para poder ser algún día reina consorte de Holanda. Un sueño que el 30 de abril se hará realidad y la convertirá en la segunda latinoamericana en sentarse en un trono europeo, después de que el 7 de octubre del año 2000 la cubana María Teresa Mestre se convirtiera en la Gran Duquesa de Luxemburgo.

Muchos fueron los detractores de una boda que tardó un año en fraguarse. El hecho de que su padre, Jorge Zorreguieta, fuera ministro de Agricultura durante la dictadura argentina del general Jorge Rafael Videla -que causó 30.000 víctimas entre muertos y desaparecidos-, fue la piedra que los holandeses le pusieron en su camino hacia el altar y al trono.

El 2 de febrero de 2002, día de la boda real, mientras Máxima y Guillermo estaban arropados por familiares y miembros de todas las casas reales de Europa, además de Jordania y Japón, decenas de personas se apostaron frente al Parlamento holandés con pancartas alusivas al pasado del padre de Máxima. Un pasado que pesó tanto, que él y su esposa fueron vetados por el Gobierno de La Haya y relegados a ver la boda de su hija desde la habitación de un hotel londinense. Como contrapartida y para que Máxima no olvidara la tierra que la vio nacer y crecer, el tango de Piazzola sonó durante la boda uniendo así a Holanda y Argentina durante los acordes.

Su origen guipuzcoano

Nacida en Buenos Aires en 1971, por las venas de Máxima de Holanda no corre sangre azul como a muchos holandeses les hubiera gustado, sino sangre roja con orígenes vascos. En Elduain, un pequeño municipio cercano a San Sebastián, sigue en pie el caserío Sorreguieta (con S) construido a mediados del siglo VXIII y donde José Antonio Sorreguieta, antepasado de la futura reina de Holanda, vivió hasta que emigró en 1791 a Argentina. Una vez allí, se instaló en la zona noroeste del país -cerca de San Miguel de Tucumán- como comerciante, patrón que seguirían las tres primeras generaciones.

Dos siglos después, Jorge Zorreguieta descubriría unos orígenes que le llevaron a ser presidente de la Fundación vasco-argentina Juan de Garay. En 1997, y de la mano del exlehendakari José Antonio Ardanza, visitó junto a su hija Máxima de Holanda el pueblo del que salió su antepasado vasco.

La casa ya no pertenece a la familia directa de la futura reina. El propietario es Miguel Egüés -según El Diario Vasco-, hermano de Ana María Egüés, prima lejana de Jorge Zorreguieta y que conoció al padre y a la hija cuando llegaron a Elduain. Este lazo no se rompe hasta años después, cuando perdieron el contacto tras varias cartas en las que se contaban el devenir de sus vidas.

El principio de todo, en Sevilla

A partir de aquí, el vínculo de Máxima Zorreguieta con España se rompe hasta 1999. Unos años antes, y ya licenciada en Economía por la Universidad Católica Argentina, la princesa de Orange trabajó en varias empresas de esta rama. Una de ellas era el Deutche Bank, en su sede neoyorkina, donde fue vicepresidenta de Ventas Institucionales hasta mayo del año 2000.

Un año antes conoció a Guillermo de Holanda en Sevilla, donde ella acudió a la Feria de Abril a disfrutar de una de sus aficiones: el baile. Tres semanas después, el heredero de la Corona iba a verla a Nueva York, donde continuaba trabajando. El 30 de marzo de 2001 la reina Beatriz de Holanda anunció el noviazgo de la pareja de manera oficial, que se consolidaría a través del matrimonio apenas un año después convirtiéndose, así, en la pareja más querida de la familia real holandesa.

La continuidad del linaje

El hijo de Beatriz de Holanda -que abdicó este lunes a través de un discurso televisado- será coronado como rey Guillermo Alejandro en una ceremonia que se celebrará en Amsterdam el 30 de de abril. La constitución holandesa no contempla la obligación de que el heredero a la Corona sea varón, algo que allana el camino a la primogénita de los futuros reyes, Amalia, que nació en 2003. Alexia, de 7 años, y Ariane de 5, tendrán que esperar si es que llega su turno. Aún así, ellas serán quienes den continuidad a una de las familias reales más sólidas y alejadas de los escándalos que sí salpican a los miembros de nuestra realeza.

Sí que han estado rodeados de polémica los gastos de la pareja y sus tres hijas en referencia a su residencia de Wassenaar, a diez kilómetros de La Haya, con 665 metros cuadrados de vivienda, piscina, jacuzzi y 500 hectáreas de bosque. A lo que habría que sumar una mansión de verano en Mozambique valorada en tres millones de euros que, al poco de ser comprada fue inmediatamente puesta en venta. Y es que las facturas que generaba -mantenimiento, agua, luz- fueron pagadas a través de un paraíso fiscal de la isla de Jersey.

Once años ha tardado Máxima Zorreguieta en conquistar a los holandeses. Su espontaneidad, su alegría y su saber estar han sido las cartas con las que ha jugado una partida que, desde un principio, se tornó complicada. Su pasado argentino fue su espada de Damocles. De hecho, al casarse tuvo que renunciar a su nacionalidad argentina para poder ser algún día reina consorte de Holanda. Un sueño que el 30 de abril se hará realidad y la convertirá en la segunda latinoamericana en sentarse en un trono europeo, después de que el 7 de octubre del año 2000 la cubana María Teresa Mestre se convirtiera en la Gran Duquesa de Luxemburgo.