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El Rey renuncia al Fortuna, un yate que utilizó una sola tarde en todo el año pasado
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El Rey renuncia al Fortuna, un yate que utilizó una sola tarde en todo el año pasado

 El Fortuna se queda amarrado. O, al menos, ya no será la Familia Real la que suelte las amarras. Este jueves, el Rey ha renunciado al

 El Fortuna se queda amarrado. O, al menos, ya no será la Familia Real la que suelte las amarras. Este jueves, el Rey ha renunciado al uso del yate que se convirtió durante años en emblema de sus vacaciones en Mallorca y lo ha puesto a disposición del Estado. El yate había sido donado a Patrimonio Nacional hace doce años para uso de la Familia Real de parte de un grupo de empresarios de Baleares en colaboración con el Gobierno regional. El presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, será el encargado de aprobar la ‘desafectación’ de la embarcación solicitada por el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno. La preocupación por ofrecer una imagen austera y poco ostentosa sería la razón principal del aparcamiento definitivo y la renuncia a este yate cuyo depósito cuesta llenar más de 25.000 euros. Pese a todo, este gesto es solo una manifestación pública de lo que don Juan Carlos venía haciendo desde hace tiempo sin ningún anuncio oficial de por medio.

El alejamiento del monarca de esta embarcación emblemática, de alta velocidad y 41 metros de eslora, que costó nada menos que 3.000 millones de las antiguas pesetas (18 millones de euros) no es nada nuevo. En 2011, la Familia Real solo lo utilizó en una ocasión. Ese día, el yate fue el escenario de una de las fotografías de ese año: la de Letizia en bikini. El verano pasado, fue la lancha Somni, de carácter y apariencia mucho más discretas, la que comenzó a sustituir, progresivamente, al Fortuna. Fue a finales de julio cuando esta pequeña y modesta embarcación, perteneciente al empresario Josep Cusí, fue utilizada por la Reina para emprender una ruta bastante habitual para la Familia Real: la que conduce desde Mallorca hasta Cabrera, lugar en el que suelen librarse del acoso de los paparazzi.

Unos días después, a mediados de agosto, Don Juan Carlos aprovechó la ausencia de actos oficiales para volver a sacar al Fortuna de paseo. La razón fue realizar un mantenimiento técnico de la embarcación. El viaje en alta mar se inició a las nueve de la mañana. Aprovechando un día caluroso, el monarca puso rumbo hacia la bahía de Formentor, donde la embarcación fondeó durante un rato en el cual disfrutó de un almuerzo. Para cuando regresó a Porto Pi, donde suele permanecer amarrada la embarcación, nadie sospechaba que aquella iba a ser la última tarde en la que don Juan Carlos pusiese un pie en la misma. Al menos de momento.

Una muestra de reconocimiento

Fue en 1997 cuando fue encargada la construcción del Fortuna a los astilleros Bazán en San Fernando, Cádiz. La embarcación venía a sustituir al anterior ‘Fortuna’, donado en 1979 por el rey saudí Fahd, y que, a su vez, reemplazaba a otra con el mismo nombre que don Juan Carlos había utilizado desde agosto de 1976. Así, este tercer ‘Fortuna’ posee un casco de aluminio y pesa nada menos que 35,4 toneladas. Además, puede alcanzar los 130 kilómetros por hora, dispone un calado de 1’47 metros y 9’2 metros de carga máxima. Cuenta con un salón, un comedor, una cocina y cuatro camarotes dobles para cuatro pasajeros.

La Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares, presidida por Carmen Batutes, fue la encargada de donar a Patrimonio Nacional la embarcación en 2000 para uso de la Familia Real. La fundación contaba entonces, entre su treintena de patronos, con los máximos responsables de empresas como Sol Meliá, Barceló, Globalia o la Caixa. “Una muestra de reconocimiento al rey don Juan Carlos por sus continuas pruebas de aprecio a Mallorca y a sus habitantes”. Con esa frase se justificó la donación del ‘Fortuna’ al monarca.

Ahora, tras doce años de historia unida a la Familia Real, la embarcación estará disponible para otros usos presumiblemente más modestos y, sobre todo, menos polémicos. 

 El Fortuna se queda amarrado. O, al menos, ya no será la Familia Real la que suelte las amarras. Este jueves, el Rey ha renunciado al uso del yate que se convirtió durante años en emblema de sus vacaciones en Mallorca y lo ha puesto a disposición del Estado. El yate había sido donado a Patrimonio Nacional hace doce años para uso de la Familia Real de parte de un grupo de empresarios de Baleares en colaboración con el Gobierno regional. El presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri, será el encargado de aprobar la ‘desafectación’ de la embarcación solicitada por el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno. La preocupación por ofrecer una imagen austera y poco ostentosa sería la razón principal del aparcamiento definitivo y la renuncia a este yate cuyo depósito cuesta llenar más de 25.000 euros. Pese a todo, este gesto es solo una manifestación pública de lo que don Juan Carlos venía haciendo desde hace tiempo sin ningún anuncio oficial de por medio.