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Joyas reales que acabaron en cuerpos plebeyos
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LA PEREGRINA ES UNA DE LAS JOYAS MÁS POLÉMICAS

Joyas reales que acabaron en cuerpos plebeyos

Las joyas reales forman parte de la historia de las monarquías. Como muchas dinastías, sus alhajas han sufrido muchos cambios con el paso de los años.

Foto: La Peregrina expuesta en Christie's (Gtres)
La Peregrina expuesta en Christie's (Gtres)

Las joyas reales forman parte de la historia de las monarquías. Como muchas dinastías, sus alhajas han sufrido muchos cambios con el paso de los años. Extraviadas, malditas, desaparecidas, vendidas por problemas económicos, subastadas… Existe un mundo aparte bastante desconocido sobre las joyas que han lucido las grandes reinas de todos los tiempos. Un grupo muy interesante son aquellas alhajas que han pasado de coronar las cabezas de las royals a ser lucidas por “plebeyas”. El último caso, aunque no se ajusta a estas caractterísitcas, es el de Corinna que apareció el pasado junio luciendo las joyas de la Condesa de Romanones.Vanitatis hace una selección de las joyas reales que han acabado en cuerpos plebeyos.

La polémica de la Peregrina

La perla Peregrina es una de las joyas más polémicas que existe a nivel mundial tanto por su inusual tamaño y forma –característica que le da el nombre- como por las leyendas que ha suscitado. Esta gema fue descubierta aproximadamente en 1514 en los mares del archipiélago de las Perlas (Panamá) por un esclavo. El alguacil mayor que controlaba su trabajo realizó, años más tarde, un viaje a Sevilla y aprovechó para venderle está excepcional joya a Felipe II, quien la incorporó al joyero de la familia real española.

La Peregrina fue pasando de monarca a monarca hasta la llegada de José Bonaparte, quien ordenó al monarca de entonces, Carlos IV, que le entregara todo el joyero real. José, conocido coloquialmente como Pepe Botella, dejó la perla a su sobrino, Napoleón III, que tras pasar por una crisis económica se la vendió al marqués de Abercorn, quien a su vez la vendió a una joyería inglesa.

Según la documentación, la joyería inglesa se habría puesto en contacto con Alfonso XIII para saber si le interesaba que las reinas de la familia real española pudieran volver a lucir la Peregrina, pero no llegaron a un acuerdo. Parece que el monarca se habría hecho con una perla similar para regalársela a su esposa Victoria Eugenia. El problema llegó en 1969, cuando la Peregrina salió a subasta en Nueva York. La Casa Real Española negó que se tratara de la perla original pues afirmaban que la que ellos guardaban en su joyero era la verdadera.

A pesar de los problemas iniciales, el 23 de enero la exclusiva gema fue vendida por 37.000 dólares a Richard Burton, quien se la regaló a su esposa, la actriz Elizabeth Taylor. Sin embargo, la polémica no terminó ahí. Un día más tarde, el 24 de enero, el portavoz de Victoria Eugenia apareció diciendo que la perla que habían subastado era falsa y que la verdadera estaba en su poder. Varios expertos negaron las acusaciones, aunque la casa real, a día de hoy, sigue afirmando que su perla es la auténtica Peregrina.

Tras la muerte de Elizabeth Taylor, su Peregrina fue vendida por 9 millones de euros y se desconoce su comprador.

De la última zarina a Imelda Marcos

En 1843, la joyería sueca Bolin creó una tiara muy especial para la Emperatriz María Fiódorovna, la madre del último zar de Rusia, Nicolás II.A los pocos años, María se la cedió a su nuera, Alexandra Fiódorovana. Se trata de una diadema elaborada en platino, diamantes y oro blanco de la que cuelgan más de 20 perlas. Una pieza barroca acorde con el lujo del Imperio Ruso de aquella época. Durante sus 23 años de reinado, esta tiara se convirtió en una de las favoritas de la zarina, que la llegó a llevar en numerosas ocasiones.

Sin embargo, su triste destino y el de su familia propiciada por la revolución rusa impidió que sus cuatro hijas –Olga, Tatiana, María y Anastasia– llegaran a lucir esta impresionante joya. Tas la muerte de los últimos Romanov, la joya se puso en venda y el duque de Marlbrough la compró para su mujer Gladis, quien más tarde, tras sufrir diversos percances económicos, también lo vendió.

Fue entonces cuando Imelda Marcos, la mujer del que fuera presidente de Filipinas durante 21 años y una auténtica obsesa de las joyas y los zapatos, se hizo con ella. Jamás se ha visto a Imelda lucir dicha tiara aunque algunos rumores apuntan a que la habría hecho despedazar para utilizar algunas piezas por separado. Tal es el gusto de Marcos por las joyas que, en una visita que realizó a España, obsequió a la reina Sofía con una tiara que a la esposa de Juan Carlos no le convenció mucho pues la cedió a la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Las joyas de Vladimir de Rusia

Algo parecido ocurrió con las esmeraldas que la Gran Duquesa Vladimir de Rusia lucía en su Kokoshnik, un tipo de tocado ruso que las mujeres más pudientes llevaban en las grandes ocasiones y que solían decorar con piedras preciosas. Cuando explotó la revolución rusa, Vladimir fue la última de los Romanov en abandonar el país. Para llevar mejor su exilio y convertirlo en dorado, la Gran Duquesa se deshizo de la mayoría de joyas que tenía en su poder.

La socialité estadounidense Bárbara Hutton, considerada una de las mujeres más ricas del mundo, se hizo con las esmeraldas de la rusa y pidió a la firma Cartier que le realizaran una tiara con esas piedras preciosas sobre una base de platino. Durante toda su vida, Hutton lució su diadema con sumo orgullo, aunque después de su muerte se desconoce su paradero.

Pero la multimillonaria no es la única que adquirió alguna joya de la Gran Duquesa Vladimir. La reina Mary de Reino Unido compró algunas joyas a la exiliada entre las que se encuentra una tiara de platino y perlas. La reina encargó a la joyería Garrad que cambiara las perlas por 15 esmeraldas Cambridge. Al fallecer la reina María, la diadema pasó a su nieta, la reina Isabell II, quien la ha lucido en múltiples ocasiones con y sin las esmeraldas.

Corinna y las joyas de la Condesa de Romanones

El último caso que se ha vivido en España, aunque no cumple las mismas características, es el de Corinna y las joyas de la condesa de Romanones. Tal como contó Vanitatis, Aline Griffith, condesa de Romanones y ex agente de la CIA, había tenido que vender siete de sus valiosas joyas debido a la mala situación económica que estaba atravesando. La subasta se celebró en la sala de Sothebey’s de Ginebra en mayo de 2011 y el nombre de los compradores se desconocía, hasta ahora.

Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, la “amiga entrañable” del Rey Juan Carlos, apareció el pasado 21 de junio con uno de los conjuntos vendidos en un acto celebrado en el Palacio de Invierno de Rusia al que también asistieron su hijo Alexander, la modelo Natalia Vodianova y Juan Villalonga.

El conjunto que lució Corinna es un parure de esmeraldas y diamantes formado por collar y pendientes que data de los años sesenta y que los expertos en joyería habían tasado entre 103.000 y 147.000 dólares, aunque algunos medios españoles llegaron a afirmar que se había vendido por siete millones de euros. Se desconoce si fue la propia Corinna quien lo adquirió o se trata de un regalo.

Las joyas reales forman parte de la historia de las monarquías. Como muchas dinastías, sus alhajas han sufrido muchos cambios con el paso de los años. Extraviadas, malditas, desaparecidas, vendidas por problemas económicos, subastadas… Existe un mundo aparte bastante desconocido sobre las joyas que han lucido las grandes reinas de todos los tiempos. Un grupo muy interesante son aquellas alhajas que han pasado de coronar las cabezas de las royals a ser lucidas por “plebeyas”. El último caso, aunque no se ajusta a estas caractterísitcas, es el de Corinna que apareció el pasado junio luciendo las joyas de la Condesa de Romanones.Vanitatis hace una selección de las joyas reales que han acabado en cuerpos plebeyos.

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