La salida nocturna de la infanta Elena junto a su exsecretario, Carlos García Revenga

Fue la sorpresa de la noche. Ni los organizadores de la fiesta de inauguración del nuevo espacio de cócteles de Platea, uno de los locales de moda de Madrid, podían imaginar que tendrían una invitada real. No hubo selección previa de asistentes, ni identificaciones de la clientela, ni seguridad ajena al centro de restauración de la calle Goya de Madrid, medidas habituales que rodean la visita de un miembro de la Familia Real, aunque en el caso de la hermana del Rey ya no forme parte del denominado núcleo duro.

La duquesa de Lugo apareció sobre las 23:30 horas con la melena suelta y rizada y vestida con una chaqueta de ante de flecos. Entre el grupo de amigos que la acompañaban se encontraba Carlos García Revenga, el que fuera hasta hace un mes secretario de las Infantas, un cargo que ya no desempeña oficialmente, pero sí de manera oficiosa. La infanta disfrutó de la velada nocturna y de los gin-tonic, su bebida preferida. Saludó al Dj Jaimote, al que conoce desde que pinchaba en La Turba, uno de sus locales habituales hasta que cerró, y a las 00:30 se marchó. Sin embargo, parte de su grupo de amigos y Revenga se quedaron un rato más.

La duquesa de Lugo, que ha mantenido un perfil privado sin grandes ostentaciones, como sí lo han hecho los duques de Palma o, en su día, los Príncipes de Asturias con viajes a elitistas estaciones de esquí o cruceros por el Mediterráneo invitados por millonarios extranjeros, ha sido la gran perjudicada de los desmanes de Urdangarin. Oficialmente no tiene ocupación institucional y se le ha relegado por mimetismo con la hermana imputada. El año pasado ya no estuvo en la tribuna presidencial el Día de la Hispanidad junto a los entonces Príncipes de Asturias y sí en un lateral con políticos en activo. El próximo domingo, en el caso de que acuda, lo hará en calidad de ciudadana de a pie. Tampoco se la espera en la recepción posterior en el Palacio Real.

Exsecretario, pero amigo

García Revenga entró a formar parte de la nómina de Zarzuela cuando las infantas Elena y Cristina eran unas adolescentes. Ahora, laboralmente se encuentra en tierra de nadie y, como sucedió en su día con el general Sabino Fernández Campos y su fidelidad absoluta a la Corona, en este caso también el adiós no va unido a los servicios prestados. García Revenga pasó de ser el tutor a un amigo incondicional. Eso hizo que se viera implicado en los desmanes de Urdangarin, aunque finalmente el juez Castro levantó la imputación que pesaba sobre él.

Revenga fue fundamental para la infanta en su proceso de divorcio y ahora un apoyo importante con la adolescencia complicada de Froilán. Acompañó a la duquesa de Lugo el día que su hijo ingresaba en el internado de Sigüenza (Segovia) y después en agosto compartieron excursiones en bicicleta con un grupo de amigos en el Valle de Arán. Además de esas tareas, Revenga también comparte con la infanta los horarios lúdicos y de diversión.