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La reaparición de Charlène de Mónaco tras su polémica ausencia en el Baile de la Rosa
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aniversario de la muerte del príncipe

La reaparición de Charlène de Mónaco tras su polémica ausencia en el Baile de la Rosa

Llevaba días sin aparecer. Su ausencia en este acto reavivó los rumores de crisis en la pareja. Hace unos días acudió al funeral de su suegro Rainiero y a una procesión del Sábado Santo

Foto: Alberto y Charlène de Mónaco asisten al funeral en honor a Rainiero (Foto: G. Luci et F. Nebinger/Palais Princier de Monaco)
Alberto y Charlène de Mónaco asisten al funeral en honor a Rainiero (Foto: G. Luci et F. Nebinger/Palais Princier de Monaco)

Seis de la tarde del martes 7 de abril. Las campanas de la catedral de Mónaco tocan a muerto. De un imponente coche negro baja su Alteza Serenísima. Lleva mantilla negra y su rostro denota demasiada seriedad. Quizá, fruto del acto al que acudía –el funeral en honor a su suegro, Rainiero, fallecido hace 10 años– o, quizá, fruto de saberse objeto de toda crítica. Escasos días antes se celebró el tradicional Baile de la Rosa monegasco y su ausencia fue la más sonada. La princesa Charlène (37 años) llega al templo junto a su marido, el príncipe Alberto (57). Tras ellos, las princesas Carolina (58), en compañía de sus hijos Pierre Casiraghi (27) y Alexandra de Hannover (15); y Estefanía (50), junto a su hija Camille Gottlieb (16). Aunque no están todos los que son, la asistencia de la 'soberana' ha eclipsado la ausencia del resto de miembros de la familia real de La Roca.

La misa conmemorativa fue emotiva. O, al menos, así lo pusieron de manifiesto sus regios asistentes. En un lateral del altar se dispusieron los reclinatorios de los tres hermanos Grimaldi y Charlène. Eso sí, el techo de la catedral también acogió a autoridades del minúsculo país y a empleados (antiguos y actuales) que estuvieron o están al servicio de los actuales príncipes. “Hace diez años, la muerte del príncipe Rainiero sumió en el dolor a su familia y a todo el principado (…) Y aún hoy no nos olvidamos de aquel jefe de Estado que logró hacer de Mónaco un lugar reconocido y apreciado por todos”, explicó durante su homilía el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi.

Además de ensalzar la figura de aquel hacedor del principado, el religioso también tuvo palabras de recuerdo para su esposa, la princesa Grace: “A pesar de que aquello fue una terrible experiencia para él, la asumió con valentía y dignidad; seguro que, desde el cielo, sigue velando por su familia y por el principado”. Después, los pocos asistentes de la familia Grimaldi que acudieron al acto visitaron fuera de los focos la tumba de sus antepasados. Sus súbditos, por su parte, rindieron homenaje al príncipe Rainiero en el campo de fútbol de Mónaco: sobre una de las gradas extendieron una pancarta donde había un retrato del fallecido príncipe minutos antes de jugar contra el Montpellier.

Menos emotiva, pero igual de piadosa, fue la procesión que presenciaron Alberto y Charlène el pasado Sábado Santo. En ella, los miembros de la Cofrafía del Cristo de la Misericordia pasearon a un yacente que ha pasado por los ojos de más de un Grimaldi. En concreto, la estación de penitencia se realiza desde hace más de 700 años en el principado. En ella, la princesa lució un gran abrigo negro de corte campana con aplicaciones de neopreno en puños y mangas. Sonrientes, posaron para los fotógrafos oficiales del Palacio de Mónaco. Ambos actos son, sin duda, la mejor prueba para acallar los rumores sobre la sempiterna crisis que vive la pareja.

placeholder El matrimonio principesco durante la procesión del Cristo de la Misericordia (Foto: Gaetan Luci/Palais Princier)
El matrimonio principesco durante la procesión del Cristo de la Misericordia (Foto: Gaetan Luci/Palais Princier)

Seis de la tarde del martes 7 de abril. Las campanas de la catedral de Mónaco tocan a muerto. De un imponente coche negro baja su Alteza Serenísima. Lleva mantilla negra y su rostro denota demasiada seriedad. Quizá, fruto del acto al que acudía –el funeral en honor a su suegro, Rainiero, fallecido hace 10 años– o, quizá, fruto de saberse objeto de toda crítica. Escasos días antes se celebró el tradicional Baile de la Rosa monegasco y su ausencia fue la más sonada. La princesa Charlène (37 años) llega al templo junto a su marido, el príncipe Alberto (57). Tras ellos, las princesas Carolina (58), en compañía de sus hijos Pierre Casiraghi (27) y Alexandra de Hannover (15); y Estefanía (50), junto a su hija Camille Gottlieb (16). Aunque no están todos los que son, la asistencia de la 'soberana' ha eclipsado la ausencia del resto de miembros de la familia real de La Roca.

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