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Charlène de Mónaco 10 años después de conocer a Alberto: así ha cambiado
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Charlène de Mónaco 10 años después de conocer a Alberto: así ha cambiado

Durante esta década, la exnadadora se ha sometido a todo tipo de intervenciones y tratamientos para cambiar su aspecto físico

Este mes se cumplen 10 años del inicio del noviazgo entre Alberto II de Mónaco y la nadadora sudafricana Charlène Wittstock. El príncipe conoció a su princesa en los Juegos Olímpicos de Sydney de 2000, a los que él acudía como miembro de la Comisión Olímpica Internacional y en los que ella formaba parte del equipo de relevos de natación del equipo sudafricano. A pesar de que desde un principio existió mucha química entre ellos, Alberto y Charlène no volvieron a coincidir hasta finales del año 2005. A partir de entonces, decidieron seguir manteniendo el contacto y así fue hasta que en marzo de 2006 empezaron una relación sentimental que sigue a día de hoy.

placeholder Charlène en una de sus primeras apariciones (Gtres)
Charlène en una de sus primeras apariciones (Gtres)

La primera aparición oficial de Charlène se produjo dos meses después de empezar su relación con Alberto y fue en el Grand Prix de Fórmula Uno. Entonces pudimos ver a una joven muy natural, alegre y simpática. Desde un primer momento, la nadadora conectó con las hermanas y los sobrinos de su ahora esposo y se hizo un hueco en la familia Grimaldi. Físicamente, Charlène era una 'chica del montón': de pelo rubio, nariz aguileña, dientes mal colocados y unos amplios hombros, consecuencia de su pasión por la natación. A pesar de todo ello, Charlène consiguió conquistar a un príncipe y a todos los monegascos. Sin embargo, ella tenía muchas aspiraciones y en esta década que ha transcurrido se ha sometido a todo tipo de intervenciones y tratamientos para cambiar su aspecto físico provocando que la Charlène de ahora nada tenga que ver con la hace diez años.

Los 7 cambios físicos de Charlène

1. Corte de pelo: si había algo del aspecto masculino de Charlène que le daba un toque femenino era su cabello. Desde pequeña, la ahora princesa llevaba una melena bastante larga con la que, durante sus primeros años de matrimonio, lucía elaborados moños y peinados. Sin embargo, en abril de 2012 decidió 'cortar por la sano' y se despidió de su rubia cabellera para dar paso a un 'bob' con el que recibió muy buenas críticas. En septiembre de 2015 fue un paso más allá y se hizo un peinado 'pixie' con los laterales rapados.

placeholder El peinado 'pixie' de Charlène (Gtres)
El peinado 'pixie' de Charlène (Gtres)

2. Botox en la frente: a sus 38 años, la princesa Charlène ya tiene las típicas marcas de expresión. Las arrugas en la frente son algo habitual y marcan el paso del tiempo. Para intentar solucionar este pequeño 'problema', la esposa de Alberto se inyecta periódicamente bótox. La sustancia botulinica es la que provoca que se le vean unas cejas muy levantadas que podrían hacer pensar que siempre pone cara de sorpresa. Aparte de la frente, Charlène también se inyecta vitaminas y toxinas en la zona de los ojos para evitar las temidas patas de gallo.

3. Rinoplastia: su nariz aguileña y un tanto torcida era uno de los grandes complejos de la princesa Charlène. Por ello, en 2008 decidió pasar por quirófano para someterse a una rinoplastia. La princesa se perfiló la nariz y la hizo un poco más delgada para darle a su rostro un toque mucho más armonioso. Con esta intervención, la esposa de Alberto se sumó a la lista de mujeres de la realeza que han cambiado su nariz. En ella encontramos a Doña Letizia, Rania de Jordania o Mette-Marit de Noruega.

placeholder Charlène antes de operarse la nariz (Gtres)
Charlène antes de operarse la nariz (Gtres)

4. Fundas en los dientes: la dentadura de Charlène antes de conocer a Alberto no era lo perfecta que debe ser la de una princesa. La exnadadora tenía los dientes mal colocados y mala oclusión mandibular. Como la ortodoncia no era una opción para ella, ya que no quería aparecer en los actos oficiales luciendo el aparato, la princesa se fue a la solución más fácil y decidió colocarse unas fundas de circonio sobre sus dientes originales. Con ellas consiguió una sonrisa perfecta, aunque el problema de la oclusión no lo ha podido resolver.

5. Colágeno en los labios: la Charlène original tenía unos labios bastante finos y poco definidos, sobre todo el superior. Para darles un poco de grosor, la esposa de Alberto se inyecta colágeno. Con ello ha conseguido tener unos labios bastante carnosos. Aparte de las inyecciones de vitaminas y toxinas, la princesa también tiene la ayuda de algunos pintalabios como el 'gloss' de Dior que contiene colágeno y crea un efecto volumen instantáneo.

6. Retoque del montón: otro de los rasgos que masculinizaban a Charlène era su mentón cuadrado. Aprovechando la rinoplastia a la que se sometió en 2008, la princesa pidió a su cirujano plástico que le diera un pequeño retoque en la barbilla para hacerla más fina y así conseguir suavizar las facciones de su rostro.

placeholder El escote de Charlène
El escote de Charlène

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Este mes se cumplen 10 años del inicio del noviazgo entre Alberto II de Mónaco y la nadadora sudafricana Charlène Wittstock. El príncipe conoció a su princesa en los Juegos Olímpicos de Sydney de 2000, a los que él acudía como miembro de la Comisión Olímpica Internacional y en los que ella formaba parte del equipo de relevos de natación del equipo sudafricano. A pesar de que desde un principio existió mucha química entre ellos, Alberto y Charlène no volvieron a coincidir hasta finales del año 2005. A partir de entonces, decidieron seguir manteniendo el contacto y así fue hasta que en marzo de 2006 empezaron una relación sentimental que sigue a día de hoy.

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