El Gobierno holandés vende el palacio real de Soestdijk para levantar un hotel de lujo

El palacio de la Familia Real de Holanda vivirá una segunda vida en tan solo unos meses, cuando se den por finalizadas las reformas que se tienen previstas para acondicionar sus numerosas estancias en suites de un hotel de lujo. El palacio de Soestdijk acaba de ser vendido por el Gobierno holandés para ahorrarse los ingentes gastos de mantenimiento que requiere y de los cuales la casa real no se hace cargo, dado que los reyes Guillermo y Máxima no quieren vivir en él, como así hizo la reina Juliana de Holanda desde 1937 hasta 2004, cuando falleció.

Todo el lujo y la ostentación que se le presume a la residencia real no estaban presentes en sus salones, pasillos y habitaciones. Las alfombras estaban desgastadas por el tránsito de la corte palaciega durante décadas. Las paredes contaban con numerosos desperfectos e incluso la habitación en la que dormía la abuela del actual rey y su esposo, el príncipe Bernardo, estaba apañada de forma burda, pintada de amarillo por el propio consorte para abaratar costes.

Esto ha empujado al Gobierno holandés a poner fin al declive de uno de los edificios más icónicos de su territorio, situado a escasos kilómetros de la ciudad de Utrecht o de Ámsterdam. Por ello, ha decidido traspasar la propiedad de este edificio construido en el siglo XVII por el alcalde de Ámsterdam y vendido más tarde a la familia real. También se han deshecho de los amplios jardines que lo rodean y que ahora pasarán a manos privadas que tienen planeado levantar en su lugar un hotel de lujo y un centro de reuniones y congresos de lujo.

Esta decisión viene forzada por el ingente montante que el Gobierno debería destinar a su restauración y puesta a punto que, tras más de una década cerrado a cal y canto y sin inquilinos que velen por su mantenimiento, se estima millonaria. Tras la crisis económica que ha vivido Occidente desde 2008, sus estancias comenzaron a sufrir los estragos del tiempo y el abandono. Además, la polémica surgida por la decisión de los actuales soberanos de adquirir una mansión en Mozambique les ha obligado a adoptar un perfil más austero si cabe, por lo que un desembolso millonario para habitar de nuevo este palacio, uno de los cuatro asociados a la corona holandesa, podría traer consigo más controversia. Ahora, Soestdijk tendrá una nueva oportunidad de brillar y cualquiera podrá pasar la noche en sus lujosas habitaciones, eso sí, ya como hotel y no como palacio.

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Núria Tiburcio

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