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Los (aburridos) Globos de Oro de Meryl contra Trump y el morreo gay de Ryan Reynolds
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previsible y convencional

Los (aburridos) Globos de Oro de Meryl contra Trump y el morreo gay de Ryan Reynolds

Como cada año, esta edición de los Globos de Oro mostró a unas estrellas que, aparentemente, se muestran más relajadas y más afables que en los Oscar. El resultado, sin embargo, fue algo aburrido

Foto: Meryl Streep durante su discurso
Meryl Streep durante su discurso

La noche iba de música. Y no solo porque 'La La Land' se fuese con la bolsa llena de premios, sino porque las estrellas se hermanaron como nunca para protagonizar un espectacular número musical que servía como spoiler para avanzar los laureles que la cinta recibiría a lo largo de la noche. Como cada año, esta edición de los Globos de Oro mostró a unas estrellas que, aparentemente, suelen estar más relajadas y diáfanas que en los Oscar. De hecho, no les falta detalle para estar más laxos: esas botellas hasta los topes de champán o esos amiguetes que les dicen lo estupendísimos que están y lo jóvenes que se conservan. Tan distendido es el ambiente que surgen momentos chocantes e inesperados como ese beso entre Andrew Garfield y Ryan Reynolds mientras otro Ryan, Gosling, recogía su Globo de Oro por 'La La Land'.

El momento, agradablemente divertido, redimió en parte una ceremonia en la que no bastaban ni los chistes de Jimmy Fallon a costa del supuesto sabotaje que la pobre Mariah Carey sufrió en plena actuación de Nochevieja en Times Square para agilizar una retransmisión televisiva de ritmo tedioso y unas estrellas que dieron menos juego que otros años. Santo Jack Nicholson, dónde estás cuando te necesitamos. El morreo interestelar despertó del letargo incluso al premiado que fue testigo privilegiado del mismo: un Ryan Gosling que, segundos antes, se quedó con cara de seta cuando dijeron que se llevaba a casa el premio al mejor actor de comedia o musical. Comentan algunos compañeros de la prensa española que el pobre es un tímido de tomo y lomo, pero que el macarra protagonista de 'Drive' se olvidase incluso de darle un beso a su compañera de reparto, la siempre sonriente y pizpireta Emma Stone, fue de juzgado de guardia. Tampoco parecía tener muchas ganas de estar allí un narcoléptico y somnoliento Denzel Washington. El realizador se las tuvo que ver y desear para evitar ciertos planos en los que el actor de 'Malcom X' parecía estar echándose una buena siesta.

[VEA AQUÍ 'El triunfo del canalillo: así fueron los escotes más impactantes de la gala']

placeholder Denzel Washington y su cara de aburrimiento (Twitter)
Denzel Washington y su cara de aburrimiento (Twitter)

Quizá se quedó dormido porque las elecciones de la Asociación de la Prensa Extranjera fueron como la propia gala: bastante conservadoras. 'The Crown' o 'La La Land' eran elecciones más seguras y 'crowd pleasers' que las 'Comanchería' o 'American Crime' de turno. Las apuestas sobre seguro no fueron análogas a la indumentaria y la apariencia de muchas estrellas, que hicieron buen uso de sus mejores y más estrambóticos trucos de belleza para encantar a la audiencia. Quizá porque la muerte ha golpeado duro el mundo 'celebrity' en las últimas semanas de 2016 (memorable y emotivo fue, por cierto, el homenaje a Debbie Reynolds y Carrie Fisher), las stars de Hollywood quisieron demostrar que siguen muy vivas en este mundo. Más viejas, quizá, pero aún con un pie en el mágico negocio del cine. Por eso, habituales emblemas del bótox como John Travolta o Nicole Kidman, aparecieron un año más mayores y petrificados, pero orgullosos de estar presentes en la terna de nominados con películas y series como 'Lion' o 'American Crime Story', productos que demuestran que, frente a lo que aseguran muchos analistas del show business norteamericano, las estrellas de toda la vida todavía todavía son un reclamo importante para ciertas series y películas.

placeholder Vea aquí: Las mejor y peor vestidas de los Globos de Oro 2017
Vea aquí: Las mejor y peor vestidas de los Globos de Oro 2017

Y para estrellas de las de siempre, Meryl Streep, que fue agasajada por una Viola Davis impecablemente vestida de amarillo. La protagonista de 'Criadas y señoras' recordó su forma de mirar y le hizo entrega del premio honorífico de la noche, el que lleva por nombre el del mítico orquestador de blockbusters históricos, Cecil B. DeMille. 'Show woman' donde las haya, lo de Meryl no fue un 'me muero de sopor y aburrimiento' al estilo Denzel Washington, sino un discurso en el que, como si fuese novata en eso de ganar premios (los tiene todos), lloriqueó como las grandes, anunció que estaba afónica y habló de “controlar al poder” en una clarísima alusión a Donald Trump. La cara de Mel Gibson en ese momento, por cierto, no tenía precio.

En definitiva, una gala plomiza que, paradójicamente, tuvo lugar en la noche en la que triunfó el Hollywood más fastuoso, el de los musicales. Definitivamente, y ante el advenimiento de la 'era Trump' esperábamos mucho más de unas estrellas que, salvo honrosas excepciones, no se salieron del tiesto. Esperaremos, pues, a más Ryan Reynolds que, el año que viene, nos alegren la vida (y los ojos) con besos inesperados.

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La noche iba de música. Y no solo porque 'La La Land' se fuese con la bolsa llena de premios, sino porque las estrellas se hermanaron como nunca para protagonizar un espectacular número musical que servía como spoiler para avanzar los laureles que la cinta recibiría a lo largo de la noche. Como cada año, esta edición de los Globos de Oro mostró a unas estrellas que, aparentemente, suelen estar más relajadas y diáfanas que en los Oscar. De hecho, no les falta detalle para estar más laxos: esas botellas hasta los topes de champán o esos amiguetes que les dicen lo estupendísimos que están y lo jóvenes que se conservan. Tan distendido es el ambiente que surgen momentos chocantes e inesperados como ese beso entre Andrew Garfield y Ryan Reynolds mientras otro Ryan, Gosling, recogía su Globo de Oro por 'La La Land'.