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Las razones por las que Hollywood “teme por el alma” de Jennifer Lawrence
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Las razones por las que Hollywood “teme por el alma” de Jennifer Lawrence

Su último vídeo, en el que aparece borracha, vuelve a demostrar que la actriz es una amante de la incorrección política

Foto: Jennifer Lawrence durante la promoción de 'Los juegos del hambre'. (Gtres)
Jennifer Lawrence durante la promoción de 'Los juegos del hambre'. (Gtres)

Se ha caído, ha dicho lo que le ha dado la gana y… ha bebido más de la cuenta. La última fiesta en un club de striptease en la que ha participado Jennifer Lawrence (y que ha sido captada por 'Radar Online') ha demostrado, una vez más, que a la actriz no solo le va la marcha. Lo suyo es, desde luego, la libertad absoluta. El vídeo difundido a través de Internet la muestra totalmente fuera de sí, haciendo piruetas en el 'pole dance' y bastante afectada por unas copas de más. Ella, lejos de arrepentirse de la borrachera, ha emitido un comunicado en Facebook en el que asegura que no va a disculparse por nada. “Tuve una explosión una noche”. Las 'explosiones' de estrellas jóvenes, todo un clásico en la meca del cine, tienen definición desde que a Robert Redford le diese por decir que “temía por el alma” de Leonardo DiCaprio. Lo dijo cuando este estaba en plena explosión post-'Titanic', tenía 23 años, y se bebía hasta el agua de los floreros. Dos décadas más tarde, Hollywood se preocupa por un nuevo cachorro: Jennifer Lawrence.

Ganadora de un Oscar por 'El lado bueno de las cosas' y con una carrera que envidiaría cualquier nínfula del cine, no se puede decir que J Law sea una nueva Lindsay Lohan, pero está claro que lo suyo también es ser una 'chica mala'. Muchos creen que se debe al dinero que gana. Un ejemplo: aunque denunció la diferencia salarial (negativa) con respecto a Christian Bale y Bradley Cooper por rodar 'La gran estafa americana', lo cierto es que no puede quejarse. Su sueldo por cada entrega de 'Los juegos del hambre' ascendió a 10 millones de dólares. Nada mal para esta chica de 26 años que nació en Louisville y ayudaba a sus padres en una mísera granja. Jenni pasó de cobrar 3.000 dólares por rodar 'Winter's Bone', la cinta con la que saltó a la popularidad, a ser millonaria tras encarnar a la heroína de una de las sagas juveniles más exitosas de todos los tiempos. En Hollywood creen que ese es su talón de Aquiles; la razón de que haya perdido el norte: la fama y el dinero no le han sentado excesivamente bien.

A pesar de la gelidez de sus ojos azules, Jennifer no ha dejado indiferente a nadie desde que ganase un Oscar en 2012 y se convirtiese en un rostro popular. En la ceremonia de los Premios de la Academia su caída por la escalera, camino de recoger el galardón, generó cientos de memes en la red. Muchos creen que se cayó a propósito. Desde aquel momento, sus declaraciones han oscilado entre lo divertido y lo escandaloso. Un buen ejemplo sería aquella ocasión en la que confesó, ante unos periodistas ávidos de carnaza, lo que ocurrió cuando besó a Liam Hemsworth en pleno rodaje de 'Los juegos del hambre'. “Me comí un sándwich antes de besarle y a él no le gustó el sabor de mis labios”. La muchacha se quedó más ancha que larga. Los periodistas que grabaron la declaración, también. Fueron muchos los compañeros amantes de la corrección política que le aconsejaron que controlase su verborrea ante los periodistas. Pero ella, lejos de hacerlo, sigue tan desatada como de costumbre.

Enemiga de la corrección política

En la promoción de 'Joy', otra película de su mentor, el director David O'Russell, no tuvo reparo en confesar que necesitaba más hombres en su vida. “Soy oficialmente virgen. Mi himen ha vuelto a crecer tras la falta de sexo”. Cuando promocionó la espacial 'Passengers' fue aún más lejos al decir que había tenido que emborracharse para rodar una escena de cama junto al sexy Chris Pratt. A ella, al parecer, le van más los maduritos. Varios periodistas se quedaron de piedra cuando dijo que el que realmente le gustaba era el cómico (y calvo y con gafas de abuelo de la Patagonia) Larry David. “Le di mi número pero nunca me llamó…, lo cual le hace aún más atractivo. Me encanta que no me llamase. Eso lo hace mucho más excitante. Voy a amarlo desde la lejanía”. Que se sepa, el actor nunca contestó a semejante declaración de amor.

Más allá de frases explosivas, si hay que buscar un escándalo en este lustro de popularidad ininterrumpida de la actriz, ese es el de la filtración de sus fotografías subidas de tono; unas imágenes que había enviado a su novio, el actor Nicholas Hoult. En 2014, el medio 4Chan difundió unas fotos sexis de la actriz que acabaron circulando por toda la red. Poco dada a callarse, nuestra J Law dijo que era su cuerpo y también su elección enseñarlo o esconderlo. “No tengo nada de lo que disculparme. Tuve una relación saludable y fantástica de cuatro años. Era una relación a distancia y sabes que [en esa situación] tu novio va a mirar pornografía o te va a mirar a ti en su lugar”, dijo.

Aunque nunca se ha molestado en disimular nada, puede que Jennifer sea el acicate que necesita un lugar tan hipócrita como Hollywood. Su último escándalo, plasmado en un vídeo, así lo demuestra. Sí, puede que se haya caído por escaleras, que haya hablado más de la cuenta o que haya bebido como si fuese el mismísimo Baco, pero así es como la quieren millones de fans en todo el mundo. Puede que Robert Redford tema por su alma. Nosotros no.

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Se ha caído, ha dicho lo que le ha dado la gana y… ha bebido más de la cuenta. La última fiesta en un club de striptease en la que ha participado Jennifer Lawrence (y que ha sido captada por 'Radar Online') ha demostrado, una vez más, que a la actriz no solo le va la marcha. Lo suyo es, desde luego, la libertad absoluta. El vídeo difundido a través de Internet la muestra totalmente fuera de sí, haciendo piruetas en el 'pole dance' y bastante afectada por unas copas de más. Ella, lejos de arrepentirse de la borrachera, ha emitido un comunicado en Facebook en el que asegura que no va a disculparse por nada. “Tuve una explosión una noche”. Las 'explosiones' de estrellas jóvenes, todo un clásico en la meca del cine, tienen definición desde que a Robert Redford le diese por decir que “temía por el alma” de Leonardo DiCaprio. Lo dijo cuando este estaba en plena explosión post-'Titanic', tenía 23 años, y se bebía hasta el agua de los floreros. Dos décadas más tarde, Hollywood se preocupa por un nuevo cachorro: Jennifer Lawrence.

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