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Un día con Imanol Arias en el plató de ‘Cuéntame cómo pasó’
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se estrena la temporada 16 de la serie

Un día con Imanol Arias en el plató de ‘Cuéntame cómo pasó’

Una máquina del tiempo. Un decorado en el que mirar hacia atrás es privilegio de unos pocos que trabajan para que otros muchos disfruten en sus casas.

Una máquina del tiempo. Un decorado en el que mirar hacia atrás es privilegio de unos pocos que trabajan para que otros muchos disfruten en sus casas. Eso es lo que transmite el espacio situado en el madrileño pueblo de Pinto en el que se rueda la ficción más prestigiosa de nuestra televisión, Cuéntame cómo pasó, la serie que ha vuelto esta semana a la programación con más fuerza que nunca (el más del 20 % de ‘share’ cosechado con el estreno lo demuestra con creces) y cuya familia protagonista no necesita presentación.

Los Alcántara forman ya parte del patrimonio sentimental de España y por eso se hace tan raro ver hoy por hoy a Imanol Arias, aquel chico Almodóvar, aquel Lute, uno de los grandes de nuestro universo actoral, como otra cosa que no sea Antonio. Sin embargo, en esta fría tarde de enero, durante una pausa del rodaje, él es, simplemente, Manu, que es como le llama todo el equipo de la serie mientras intentamos sacar algo nuevo de un actor que lleva a sus espaldas tres décadas de andamiaje profesional.

Imanol sabe tratar con la prensa. No sólo eso: conoce tan bien el ficticio barrio de San Genaro que él mismo elige los mejores lugares en los que posar para nuestra cámara. Son 14 años de una serie que ha cosechado no pocos premios y ha mostrado al españolito de a pie las luces y sombras, la vida y la muerte, las alegrías y las penas de ese pasado que no está tan lejos como muchos quieren creer. El actor vivió intensamente el año 1983 en el que se sitúa esta nueva temporada: “No me utilizan de asesor histórico pero sí para compartir alguna anécdota relacionada con las familias. Al final depende de la extracción social que tengas. Mi familia era muy parecida a la de la serie y nuestra casa también. Eran de clase trabajadora y también tenían cuatro hijos. La casa era igual que la de los Alcántara pero con un cuarto menos. El pasillo de mi madre es más pequeño todavía pero tiene la misma estructura de piso de protección oficial”, asegura el actor, que certifica que esos recuerdos son básicos para entender muchas de las tramas de una serie que habla a las gentes sencillas desde la universalidad de su mensaje.

Y eso que la sencillez en 1983, para él, suponía estrenar Anillos de oro y convertirse en uno de los personajes más populares de aquella España que abandonaba la Transición y abrazaba una época de incertidumbres: “Yo recuerdo el 83 en una especie de diario de trabajo y ese año hice todas las portadas de todas las revistas que te puedas imaginar, hasta de Educación Física Superior”, asegura mientras sonríe y da muestras de una memoria mastodóntica. “Cuando volví de estar una temporada en Argentina ya se había estrenado aquí Anillos de Oro. Cuando bajé del avión había un tumulto en Barajas porque la gente me reconocía. Tanto que me dijeron que fuese un martes, un miércoles y un jueves al programa que presentaba Pepe Navarro … ¡toda la tarde!”.

Ibizas costumizados conducidos por Richard Gere

Pese a todo, Imanol también vivía los tumultos, los registros policiales y la sensación de incertidumbre que vivirán los Alcántara esta temporada. A pesar de su oficio, no había burbujas que valiesen para los actores: “En aquel entonces necesitábamos el mismo impacto que la gente de cualquier otra profesión pero no teníamos redes sociales. Nuestras redes sociales estaban en los zapatos. No teníamos muchos agentes o intermediarios y además estaban muy mal vistos. Estábamos muy al día. En aquellos años vinieron también, por primera vez, actores del Actor’s Studio a España y era muy habitual ver a intérpretes en los autobuses observando a la gente para reflejar sus comportamientos”.

Sin embargo, la ‘normalidad’ también daba pie a anécdotas que no puede contar cualquier mortal. En aquellos años 80 de un Madrid efervescente, el Antonio Alcántara que vemos en televisión compartió un Ibiza que había ganado y que estaba costumizado por Paco Rabanne (ni más ni menos) con el mismísimo Richard Gere, después de compartir mesa con él, Pastora Vega y otros actores en la Joy Eslava: “Él creía que el Seat era un porsche por aquello del System Porch y decidió conducirlo. Lo llevó a toda ostia y la policía municipal venía detrás cabreadísima, diciéndole que había corrido muchísimo, ya que había ido a 140 kilómetros. Fuimos a casa y quiso ver Tráiler para amantes de lo prohibido de Almodóvar”.

Más Alcántara que nunca

En un punto intermedio entre aquellos años de Movida y atentados, diversión e incertidumbre ante la delincuencia y el terrorismo, se moverá la familia Alcántara esta temporada; una tanda de episodios de vuelta a los orígenes: “La muerte de Roberto Cairo quizá ha empujado a los guionistas a recuperar a personajes que aportaban humor, como el de Rosario Pardo, así que vuelve lo coral y la narración de problemas que no vienen de fuera sino que empiezan a gestarse y se solucionan dentro del barrio”, asegura Imanol, que añade un componente fundamental de la época que también hará acto de aparición en la serie: “La gente de entonces vivíamos con pasmo la aparición de la heroína, que aparecerá esta temporada. Los que nos salvamos de la heroína fue porque no teníamos dinero para consumirla. A mi alrededor he perdido a muchos amigos por esa droga y con el SIDA. La llegada de la heroína a San Genaro empieza a plantear asuntos distintos y eso hace que el barrio tenga una introspección”.

Y esa instrospección, unida a otras tramas, volverá a captar a los fieles de esta religión llamada Cuéntame cómo pasó, de este pedazo de la memoria colectiva de un país que utiliza la nostalgia para ponernos un espejo sentimental en el que, lo reconozcamos o no, todos nos vemos reflejados. Porque Cuéntame es el Imanol Arias de 2015 y el Antonio Alcántara del 83; es el pequeño y el más grande de nosotros, el nostálgico y el moderno, el que ve la televisión e incluso el que la desprecia. Y puede que ahí radique el secreto de un éxito que también es un poco de todos.

 

 

Una máquina del tiempo. Un decorado en el que mirar hacia atrás es privilegio de unos pocos que trabajan para que otros muchos disfruten en sus casas. Eso es lo que transmite el espacio situado en el madrileño pueblo de Pinto en el que se rueda la ficción más prestigiosa de nuestra televisión, Cuéntame cómo pasó, la serie que ha vuelto esta semana a la programación con más fuerza que nunca (el más del 20 % de ‘share’ cosechado con el estreno lo demuestra con creces) y cuya familia protagonista no necesita presentación.

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