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Los gustos ordinarios de los megaricos ‘parveneus’
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LA COLUMNA

Los gustos ordinarios de los megaricos ‘parveneus’

El colmo del lujo ya no se corresponde con los cánones de las últimas dos décadas. Los hoteles de cinco estrellas han quedado “obsoletos” frente a

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Los gustos ordinarios de los megaricos ‘parveneus’

El colmo del lujo ya no se corresponde con los cánones de las últimas dos décadas. Los hoteles de cinco estrellas han quedado “obsoletos” frente a las siete estrellas que ostentan los de Dubai, que presuntamente, es el futuro centro neurálgico del planeta. Los ricos de ayer, de hoy y repentinamente, los poderosos con medios ilimitados, sucumben a los caprichos más caros.

La barra de labios, los perfumes, las gafas de sol y un largo etcétera de complementos con logo, han proporcionado unos resultados excepcionales al puñado de fondos de inversión o imperios familiares con marcas casi institucionales. Estas mismas marcas dieron los pasos adecuados para acoger a una clientela parveneus como Victoria Beckham, que disputa el trono de la estupidez con Paris Hilton, rica de cuna y descerebrada de nacimiento, presumo. Los chinos y los rusos engrosan hoy las cuentas de resultados del lujo y de marcas orientadas al precio, más que a la belleza. Es cuando nace la tendencia neofea, ordinaria…

Transacciones que oscilan entre el medio millón y los diez millones de euros se efectúan comprando un reloj Pavé de diamantes y correa de cuero liso (700.000 €) o un diamante de 57 quilates (10 millones de €).

No es la oferta la que pierde la mesura, sino los ricos recién llegados a la globalización de la economía, que la han explosionado gracias a la demanda de lo más caro y ostentoso. Mientras la aristocracia resucita, revestida de poder económico, me pregunto qué síndrome de decadencia vamos a dejar a los hijos que yo no he tenido y a los herederos de una civilización muy mal educada.

* Michel Meyer es peluquero.

El colmo del lujo ya no se corresponde con los cánones de las últimas dos décadas. Los hoteles de cinco estrellas han quedado “obsoletos” frente a las siete estrellas que ostentan los de Dubai, que presuntamente, es el futuro centro neurálgico del planeta. Los ricos de ayer, de hoy y repentinamente, los poderosos con medios ilimitados, sucumben a los caprichos más caros.