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¿Su viaje de negocios ha sido un fracaso? La culpa es de las galletas de la sala
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¿Su viaje de negocios ha sido un fracaso? La culpa es de las galletas de la sala

Reconozcámoslo: Los viajes de negocios pueden ser un absoluto engorro. No hablamos de esas visitas que, por incentivos de empresa, se regalan a los empleados para

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¿Su viaje de negocios ha sido un fracaso? La culpa es de las galletas de la sala

Reconozcámoslo: Los viajes de negocios pueden ser un absoluto engorro. No hablamos de esas visitas que, por incentivos de empresa, se regalan a los empleados para que se relajen unos días en un spa o conociendo alguna cultura milenaria. Nos referimos a esos desplazamientos exprés que nos sacan de nuestra cama cuando aún no están puestas las aceras para volar hasta la otra esquina del país o del continente y mantener reuniones de trabajo maratonianas.

En estas circunstancias, cualquier descuido puede hacer fracasar el objetivo de nuestro viaje, incluso los detalles más mínimos, como la comida presente en la sala de reuniones. Eso asegura un estudio que acaba de realizar la cadena hotelera Holiday Inn, en cuyas instalaciones se celebran muchos encuentros de este tipo.

Fueron más de 1.000 los profesionales entrevistados, de diferentes sectores empresariales, y todos ellos estuvieron de acuerdo por una gran mayoría (un abrumador 80%) en que las galletas y los snacks pueden “mejorar la calidad y los resultados de una reunión”.

Es cierto: los estómagos pueden rugir cuando estamos en medio de una discusión sobre presupuestos, dejándonos en una situación cuando menos embarazosa. Tener un tentempié a mano puede salvarnos de un mareo, incluso alegrarnos la vista en espacios que normalmente suelen estar dominados por una decoración deliberadamente neutra. Y es que, sorprendentemente, las galletas aparecen como el segundo aspecto más importante en una sala de reuniones, sólo por detrás del mobiliario, y por delante de otros aspectos bastante relevantes como la iluminación, la tecnología disponible en el recinto o su decoración.

Las galletas son un bocado dulce que pueden incluso ayudar a pasar un trago amargo, y dar un toque positivo cuando se comunican malas noticias. Por ejemplo, una destitución: el 42% de los encuestados afirma que nunca las serviría si estuviera a punto de despedir a un empleado. Pero incluso para este tipo de casos hay que hacer un buen maridaje, como con los vinos y las comidas: hay que saber elegir las galletas que se sirven cuando uno va a comunicar algo negativo, y en este caso las preferidas por casi el 20% son las digestivas de chocolate. Serán las endorfinas que dicen que ayuda a liberar el dulce.

Por supuesto, a la hora de comer hay que observar ciertos aspectos relacionados con el protocolo: uno no puede llegar a una reunión y dedicarse a emular a Tricky zampando galletas a toda velocidad. La mitad exacta de los profesionales ve poco decoroso tomar más de dos piezas en una reunión: la glotonería puede ser interpretada como una señal de estar poco preocupados por los asuntos que se están tratando

Un porcentaje similar, el 48%, es el que se atreve incluso a mojarla en un poco de café o té, e incluso en esto hay diferencias por sexo: los hombres se atreven más que las mujeres (55% frente a 45%) a dar a sus snacks un baño en café. También hay que saber cuál es el momento apropiado para darles un tiento: no es lo mismo ponerse a comer antes que nadie que hacerlo cuando el jefe ha tomado ya una y ha dicho “lo ricas que están”. Ya lo sabe, si quiere dormir esa noche plácidamente en la habitación de su hotel con la sensación de haber conseguido lo que se proponía en ese viaje, vigile a las galletas: al final del día pueden haberse convertido en su peor enemigo.

Reconozcámoslo: Los viajes de negocios pueden ser un absoluto engorro. No hablamos de esas visitas que, por incentivos de empresa, se regalan a los empleados para que se relajen unos días en un spa o conociendo alguna cultura milenaria. Nos referimos a esos desplazamientos exprés que nos sacan de nuestra cama cuando aún no están puestas las aceras para volar hasta la otra esquina del país o del continente y mantener reuniones de trabajo maratonianas.