El ‘estilo Missoni’ llena Madrid de color y movimiento

A Rosita Missoni no le gusta mirar al pasado (“Yo quiero estar siempre orientada al futuro”, dice) pero cuando hace algo más de un año empezó a hacerlo ya no pudo parar más. Este miércoles, mientras daba los últimos toques a los vestidos que desde hoy se muestran en la exposición que cuenta la historia de su firma -y por extensión, de su familia- en el Istituto Italiano di Cultura, su cuerpo menudo transmitía la misma vivacidad que ha sabido plasmar en sus exuberantes diseños a lo largo de décadas. El suyo es un carácter peculiar, similar al que sigue poseyendo su empresa en un entorno, el de la moda, dominado cada vez más por los grandes conglomerados dedicados al lujo.

Los maniquíes que en fila cromática se disponen a lo largo del espacio no son como los de la canción de Golpes bajos. En vez de labios rojos y cabello, los Los de Taller Missoni están hechos con tejido negro de punto, aunque también parecen emprender una no-danza al ritmo repetitivo debanda sonora del vídeo que allí mismo se proyecta y que, firmado por el artista turco Ali Kazma, recoge el proceso de creación del ‘alma Missoni’.

Junto a él pasa Luca, segundo hijo de los fundadores Rosita y Ottavio –Tai– Missoni, de cuya mente y del archivo que dirige surgió la idea de la exposición. Revisa cada uno de los detalles y entra a echar un último vistazo en la habitación contigua, la Sala de los Espejos, donde se exponen los patchwork de punto multicolores diseñados por su padre hace décadas. Al fondo, presidiendo la sala, uno de ellos envuelve un cilindro gigante que gira sin parar recordando la idea que sustenta la muestra: el vestido en movimiento, dotado de ese ritmo y brío tan característicos de Missoni.

El gran salón de actos del Istituto Italiano de Cultura también ‘se viste’ con diseños de Missoni a partir de ahora y a unos metros, la última estancia de la planta traslada al visitante hasta el origen de todo, el taller donde se eligen los ovillos multicolores que acabarán convertidos en vestidos de pasarela. La historia de esta firma que fundara un joven matrimonio en los años 50 y que a lo largo de los años han mantenido sus hijos recibe en esta muestra el reconocimiento a una labor artística que ha marcado a las nuevas generaciones dedicadas a la confección textil.

El universo creativo de la firma, que últimamente se ha adentrado en el diseño de muebles y textiles para el hogar, es tan amplio que el espacio del palacio de Abrantes se quedaba pequeño. Parte de las instalaciones pueden ser visitadas en otros puntos de la ciudad. En el palacio de Altamira, sede del Istituto Europeo di Design, se encuentran Las experiencias del color, desde las abstracciones al design, con dos montajes. El primero, rabiosamente colorista, llena de flores todo el ambiente, desde el tapiz hasta un vestido pasando por el mobiliario. El segundo, en blanco y negro, juega con la tercera dimensión a través de la aplicación del trampantojo. El Museo del Traje acoge el tercer pilar de esta gran muestra, con una instalación situada a la entrada que representa el recorrido que hace un hijo de color hasta que se convierte en tejido.