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El Padre: de la huerta a la mesa
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El Padre: de la huerta a la mesa

Llevaba tiempo con ganas de visitar El Padre, un restaurante en plena calle Serrano, y el pasado sábado tras las compras de rebajas en familia fuimos

Foto: El Padre: de la huerta a la mesa
El Padre: de la huerta a la mesa

Llevaba tiempo con ganas de visitar El Padre, un restaurante en plena calle Serrano, y el pasado sábado tras las compras de rebajas en familia fuimos para allá. Es muy fácil pasar por delante y no encontrarlo, pues aunque se encuentra en tan popular zona madrileña, su entrada no se ve desde la calle, sino que hay que entrar desde el semisótano del patio del edificio.

Nuestra experiencia fue muy buena, y a un precio adecuado a la calidad de lo degustado (30 euros) y la ubicación, pero sobre todo me ha sorprendido la dirección. Se notan las ganas y pasión por el negocio que los hermanos Mario y David Villalón junto con Abel Cides le ponen. Ellos han heredado una forma de hacer seria y honrada que tratan de mejorar y conservar. Solo por el amor que ellos demuestran por su trabajo merece la pena la visita.

No se puede entender El  Padre sin ponerlo en relación con sus fundadores: Mª Ángeles y Pablo Villalón, que actualmente residen en su pueblo de Zamora, cerca de los ganaderos; él, como buen hortelano, actúa como jefe de aprovisionamiento, tratando que los mejores cortes de las mejores terneras de aliste, lechazos, patatas, huevos o tomates sean los que después el comensal prueba.  No se valorara bien a El Padre si no tenemos presente esta función en la sombra de sus fundadores, clave para lo posteriormente degustado.

La cocina de este restaurante aúna tres elementos: un origen sencillo basado en una cocina casera tradicional, la búsqueda del perfeccionismo en el producto, especialmente los de su origen zamorano, y el afán por incorporar de forma no traumática nuevos conceptos sobre estas bases.  Así, el delicioso tataki de ternera blanca de aliste con tirabeques (16€) que parece en sus formas un tataki de atún, pero que en la versión de El Padre es de una carne como mantequilla,  simplemente sensacional.

El local es correcto, especialmente agradable para el invierno, y con un añadido de dos terrazas practicables donde se pierde un poco de encanto. Para la primavera-verano además tienen una terraza abierta que lo convierten en una de las pocas opciones para comer en la zona donde no sea en la acera. Eso sí, conviene reservar siempre.

De los platos, además del menú que ofrecen, es fácil organizarse la propia degustación, pues varios de los mismos ya están pensados para pedir en raciones pequeñas o grandes, como sus huevos a lo padre (8,5€), o con tapas casi individuales, como su pulpo plancha con cachelos machacados (5€) o se comparten fácilmente; tartar de bonito (15€), mollejas de cordero encebolladas (12,5€).

Me cuentan, aunque no he podido contrastarlo por estar fuera de temporada, que el auténtico plato estrella de la casa son sus tomates. Cultivados directamente por Pablo, que los planta, trasplanta, mima, poda, riega y entresaca para darnos unos “solomillos de tomate” por los que peregrinan sus clientes.  Completan la carta platos como carrillera al vino de toro, solomillo con foie, tacos de rape, rodaballo, callos o algún plato de temporada, pero estos no los probamos.

De postres, su leche frita (3,75€) o su tarta de queso blanco (4€) cumplen más que sobradamente, aunque tal vez la mermelada de albaricoque debiera estar aparte.  

Para los temas de bodega, déjense aconsejar de Mario, disfrutarán con ello. Y si después de la comida le apetece, tienen fama  sus gin-tonics.

En resumen, El Padre es un restaurante de producto muy muy cuidado, con mucha pasión en su dirección, una buena bodega con selección de vinos de verdad a precios ajustados, y todo a un precio realmente razonable. Lo más flojo, tal vez el local, pero la ubicación lo compensa.

El Padre
Serrano, 45. 28001, Madrid
Telf. 91 448 40 16

Llevaba tiempo con ganas de visitar El Padre, un restaurante en plena calle Serrano, y el pasado sábado tras las compras de rebajas en familia fuimos para allá. Es muy fácil pasar por delante y no encontrarlo, pues aunque se encuentra en tan popular zona madrileña, su entrada no se ve desde la calle, sino que hay que entrar desde el semisótano del patio del edificio.