¿De verdad tiene futuro la falda-pantalón?

Es lo que debería llevarse, así que ellas, las adelantadas a la masa, tienen que probarlo antes que nadie. A veces, la conjunción de estrellas es la adecuada, el experimento sale bien y todo el planeta acaba calzando unas burdas botas de piel de merino australiano, incluso en pleno estío, en perfecta comunión con la moda. Otras, simplemente, la tendencia no engancha. ¿Será la falda-pantalón uno de esos hits imposibles? De momento, dos actrices de Hollywood han intentado darle una oportunidad. Este es el resultado.

Jennifer Lawrence se atrevió con unos pantalones asimétricos durante los desfiles de la Alta Costura de París, a los que acudió a presenciar en primera fila las creaciones de su marca favorita, Christian Dior. Su falda-pantalón era, por supuesto, un diseño de Raf Simons. Y no la entendió nadie. Primero, porque de lejos, el borde de la parte más estrecha lo hace parecer un pantalón de chándal. Segundo, porque, aunque no se puede negar que Lawrence tiene un ombligo fantástico, la combinación pantalón extravagante con crop top de encaje es un viaje demasiado vívido a los años 90, pero no a la versión glamourosa con la que Hedi Slimane quiere jugar ahora, sino a ese original sport más cercano a la Spice Girl deportiva que a niguna otra cosa.

Anne Hathaway ha ido más allá y se ha embutido en los pantalones palazzo de su abuelita. En tono caqui-arena campamento de verano y los combinó con unas básket blancas con hebillas de Ash apropiadamente usadas y un top entre marinero y tomboy que le va muy bien a ese corte de pelo a los Twiggy que se le quedó tras Los Miserables. El conjunto pasaría desapercibido en cualquier supermercado alemán de la Costa Brava si no se tratara de la Hathaway, que últimamente está de capa caída con sus looks. Una vez más, la referencia estilística recuerda a los años 90. A un paso está de convertirse en estrella invitada de un episodio de Blossom.