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Gin-tonic: manual de uso y disfrute definitivo
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Gin-tonic: manual de uso y disfrute definitivo

España va a la cola en casi todo y hasta las modas llegan viejas y las vestimos de novedad poniendo cara de esnobs. El gin-tonic es una de ellas.

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España va a la cola en casi todo y hasta las modas llegan viejas y las vestimos de novedad poniendo cara de esnobs. El gin-tonic es una de ellas y parece que se ha instalado para quedarse. Sin embargo, hay coctelerías sabias donde sí se le da a este trago barato y campestre una dignidad poética, que uno tampoco sabe si es la buena...

Aunque en este país nos hemos ido de madre con el chinchón, el amontillado o el aguardiente a palo seco, nos han ido refinando como al azúcar al tiempo que la bebida ha dejado de ser gasolina de labradores, regocijo de curas y salmuera de militares. Así vamos perdiendo el indigenismo español para ser europeos. O americanos. O lo que quieran que seamos.

Uno todavía recuerda el eco de aquellas caras duras y aquellas formas preconstitucionales cuando mamá lo llevaba de la mano al ambulatorio o al zapatero, cuando se aparcaba sin pagar tique a la empresa del cuñado del alcalde (el cuñado aquí es una categoría política), se hacía fuego dentro de las casas y en los bares se desayunaba coñac en santa paz. A pesar de que tengamos alma africana de sol, silla afuera y “mañana georgiedann”,nos han querido urbanizar con leyes escandinavas, ventanas con rotura de puente térmico y una libertad cetácea para ser de derechas o de izquierdas, de Adidas o de Converse.

En el trago, que es lo que nos ocupa, también nos han europeizado, nos han limado el sabañón y nos han perfumado la piel con polvos de talco, para que, en vez de embestir como miuras en el coso de la vida, tengamos pensamientos floridos, democráticos y amortizables en cómodas letras. Si el cubalibre fue un día exótico y nuestros padres ya veían eso del Manhattan con el ojo torcido, ahora el gin-tonic se ha instalado como trago oficial del español globalizado, peinado y presentable.

La ginebra lleva años como el trago sofisticado en un país que llega tarde a todo, hasta a la ginebra y no hay quien acabe con este hype que hasta hemos aprendido a destilar nosotros mismos. El gin-tonic ha superado todo clasicismo y se ha barroquizado hasta el rococó. Aquellos tragos que uno bebía sin oropeles, en un primer manierismo alcohólico por las verbenas populares, de vaso de tubo con Larios y tónica Schweppes, no los conoce ni su madre. Aún así, todavía quedan buenas casas del trago en donde se puede pedir una copa de ginebra sin recibir una golosina con hielo ni ver a un camarero hacer el ridículo deslizando tónica a través de una cuchara helicoidal, con la cara de concentración de un buda y el pecho henchido como un dj.

IDEAL COCKTAIL BAR

En esta coctelería histórica de Barcelona sirven la ginebra en la clásica copa Borgoña, “esa que la gente llama balón". Previamente enfriada, ponen unos seis cubitos de hielo de calidad, cinco centilitros de una ginebra London Dry Gin, "que tenga sabor a ginebra, a enebro, sin gustos extraños". Y añaden una tónica equilibrada en carbónico, quinina y azúcar que aromatizan con una piel de limón.

GIN CLUB

La coctelería del Mercado de la Reina de Madrid prepara el gin-tonic en copa imperial, que rellenan con hielo hasta que enfría el cristal, retiran el agua y vuelven a rellenar. Le añaden corteza de naranja y, después de aromatizar con su cáscara, agregan 40 cl. de ginebra. La tónica se sirve con una cuchara mezcladora, muy despacio, “para mantener la burbuja”, dicen. Se aromatiza de nuevo y se adorna con fresa y hierbabuena.

GIN ROOM

Otro templo para la ginebra barroca en el centro de Madrid. Sirven la copa una vez enfriada (y escurrida) previamente con hielo. Agregan una ginebra “exclusiva”, de la que sólo se comercializan 8.000 unidades al año, “suave y con un leve toque a madera”. La tónica es neutra, con oro comestible y lemon grass. Mezclan el combinado en su justa medida sujetando la burbuja y perfuman, sin intervenir en el sabor.

España va a la cola en casi todo y hasta las modas llegan viejas y las vestimos de novedad poniendo cara de esnobs. El gin-tonic es una de ellas y parece que se ha instalado para quedarse. Sin embargo, hay coctelerías sabias donde sí se le da a este trago barato y campestre una dignidad poética, que uno tampoco sabe si es la buena...

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