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24 horas en Lille, la ciudad apacible
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24 horas en Lille, la ciudad apacible

A un paso de París en tren de alta velocidad se encuentra una de las ciudades más coquetas de Francia, Lille. Y tiene todo lo que se espera de ella.

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A un paso de París en tren de alta velocidad se encuentra una de las ciudades más coquetas de Francia, Lille. La apacible capital de la región de Nord-Pas de Calais tiene todo lo que se espera de una ciudad francesa: excelentes restaurantes, patrimonio histórico, mercados, museos de primer orden, shopping de primera… Puro joie de vivre norteño que vamos a exprimir en 24 horas.

Por la mañana: paseando por el Viejo Lille

Vamos a comenzar nuestra visita exprés a Lille en su mismo centro.Es el punto de cita obligado en estos días para los habitantes de Lille, que hacen interminables líneas esperando nuestro turno para subir a la Gran Noria de 50 metros, desde cuyas barquillas se disfrutan de unas vistas increíbles de la ciudad. aunqueno tanto como las que se tienen desde el campanario (beffrois) del ayuntamiento, que es distinguido, junto otros 22 campanarios de la región, como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El centro de la ciudad es una ecléctica colección de estilos arquitectónicos donde la historia más reciente ha tenido mucho que decir.Yes que esta región francesa sufrió, como probablemente ningún otro lugar en Europa, las consecuencias de las dos guerras mundiales. Así, la sucesión casi infinita de casas típicas de estilo flamenco y algún que otro edificio de los años de la ocupación alemana, como el Palacio de la Ópera, desemboca en la Grand Place, una maravilla arquitectónica cuya riqueza salta a la vista: es toda una colección de edificios construidos entre los siglos XVII y XX en cuyo centro se erige una estatua que conmemora la resistencia de Lille durante el asedio al que la sometieron los austriacos a finales del siglo XVIII.

En la plaza se encuentra el edificio más conocido de la ciudad, el Palacio de la Bolsa, construido a mediados del siglo XVII, y formado por 24 pequeños edificios asomados a un patio de soportales donde siempre hay montado un mercadillo de libros y cómics, además de gente jugando al ajedrez.Si es martes, jueves o domingo iremos al mayor de los mercados de segunda mano de Lille, el de Wazemmes, que tiene en la place Nouvelle Aventure el epicentro de un auténtico maremágnum de puestos donde se vende todo lo imaginable. La pasión de Lille por los mercadillos y rastros tiene su apogeo en septiembre, cuando en el primer fin de semana se celebra desde el siglo XII La Braderie, una gigantesca feria callejera que ocupa más de cien kilómetros de aceras de la ciudad y que atrae a más de dos millones de visitantes a la busca y captura de las mejores gangas.

Una tarde de museos e historia

Arrancamos la tarde en el "segundo museo de Francia", como aseveran ufanos -y justamente, desde luego- sushabitantes. El Palacio de Bellas Artes de Lille (18 rue de Balmy. Abierto de martes a domingo de 10h a 18h, los lunes de 14h a 18h. Entradas: 6,5 € ) esun precioso edificio clasicista de finales del siglo XIX. Alberga en más de 22.000 metros cuadrados una imponente colección de arte: grandes maestros europeos (Rubens, Van Dyck, Goya, Delacroix…),pintura francesa del XIX (Courbet, Puvis de Chavannes), Renacimiento -cuarenta de Rafael, nada menos-, una galería escultórica, cerámicas de los siglos XVII y XVIII, y la mejor colección mundial de maquetas de fortalezas y ciudades fortificadas.

El otro gran museo de la ciudad es el Museo del Hospicio Comtesse (44 rue des Canonniers), que en sí mismo es el mejor: en pleno corazón del viejo Lille, este museo encarna por sí solo la historia de la arquitectura urbana desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Unas salas inspiradas de los interiores flamencos y holandeses del siglo XVIII albergan cuadros, porcelanas y muebles.Para terminar la tarde por todo lo alto, nos perdemos por las casi 2.000 hectáreas de la ciudadela de Vauban, una fortaleza de finales del siglo XVII que en su día fue una de las ciudadelas más inexpugnables del mundo yhoyun bucólico parque urbano.

Por la noche: Lille siglo XXI

Desde siempre, Lille ha sido un nudo comercial de primera categoría. Su puerto, en el río Deûle, es uno de los más importantes de Francia, pero es alrededor de la estación de tren de alta velocidad TGV Lille Europe, de Lille Grand Palais (centro de congresos, de exposiciones y sala de espectáculo) y del centro comercial Euralille, donde ha levantado en los últimos años el barrio de Euralille, formado por edificios residenciales y de oficinas y equipamientos que han diseñado grandes arquitectos y urbanistas de renombre: Rem Koolhaas, Jean Nouvel, Christian de Portzamparc, Claude Vasconi.

Para rematar la jornada, nos vamos a cenar a cualquier estaminet (bar tradicional) del viejo Lille, donde la buena cerveza artesanal y un potjevleesch - un plato tradicional flamenco que se compone de una mezcla de trozos de distintas carnes (pollo, conejo, ternera y panceta de cerdo) cocinados juntos y envueltos en gelatina y que suele servirse frío y acompañado de patatas fritas o manzanas a la dunkerquoise (medio hervidas, medio fritas)- o unos sencillos moules-frites (mejillones con patatas fritas). No hace falta más para rendirse ante Lille.

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A un paso de París en tren de alta velocidad se encuentra una de las ciudades más coquetas de Francia, Lille. La apacible capital de la región de Nord-Pas de Calais tiene todo lo que se espera de una ciudad francesa: excelentes restaurantes, patrimonio histórico, mercados, museos de primer orden, shopping de primera… Puro joie de vivre norteño que vamos a exprimir en 24 horas.

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