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Porno ético: la última revolución de las actrices de cine adulto
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Porno ético: la última revolución de las actrices de cine adulto

Se cansaron de ser explotadas, de que otros se beneficiaran de su trabajo... Y dijeron basta. Las actrices y directoras de cine porno están cambiando la forma de hacer películas para adultos

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Se cansaron de ser explotadas, de aparecer como meros objetos sexuales, de que otros se beneficiaran de su trabajo... Y dijeron basta. Las actrices y directoras porno están cambiando no tan sólo la forma de hacer películas para adultos, si no el contenido de las mismas. El movimiento responde al nombre de "porno ético" y está sacudiendo los pilares de la industria más lúbrica. ¿Pero en qué consiste? ¿Qué entiende por ética un género que lleva décadas basándose en la estética?

LAS CHICAS TAMBIÉN VER PORNO

El porno pedía a gritos un cambio. Durante décadas había sido un feudo masculino, pero cada vez eran más las mujeres que también querían disfrutar de fantasías filmadas, pero lo que hallaban eran casposos fontaneros y escenas lésbicas en cárceles de mujeres que poco tenían que ver con el sexo excitante y real que les gustaba. Y esta frustración desapareció cuando las mujeres se pudieron detrás de la cámara.

En España, la pionera fue Erica Lust, una directora sueca afincada en Barcelona, que exploró un porno que en principio iba dirigido a mujeres, pero que también agrada a los hombres cansados de más de lo mismo. Y paralelamente surgieron compañías independientes que dignificaron el género con propuestas más elaboradas.

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

La primera en acuñar el término "porno ético" fue la directora Tristan Taormino, en 2006, que se definió a sí misma como una pornógrafa feminista. Ella inició el movimiento con algunas de las características que a continuación se verán, pero también fue a la cuestión fundamental: la consideración de las actrices. Y es que por una parte, estas ya se habían espabilado y tanto hacían de tertulianas en un programa como escribían libros por doquier, sin que nadie se rasgara las vestiduras. Y eso está muy bien, pero cualquier trabajador de a pie sabe que los golpecitos en la espalda y el "oye, nos gusta lo que haces, estás bien considerado" no sirve de nada si no se traduce en un sueldo digno.

Y este es otro de los caballos de batalla: que las actrices cobren dignamente por su trabajo, dependiendo de la legislación de cada país. Y ahí es dónde nos encontramos con un escollo: nos hemos acostumbrado a que el porno sea gratis y para tener un porno ético han de haber espectadores éticos que paguen por él.

ELLAS PUEDEN ESCOGER

Los consumidores de porno sueñan con esas féminas procaces, que desean sexo de todo tipo con el primero que pasa por delante. Pues bien, esas mujeres no existen. Tanto las actrices más atrevidas, como las a las vecinitas de al lado menos liberadas tienen sus preferencias. Y esa es otra de las normas del porno ético: las actrices eligen qué hacen y con quién. Y eso se nota en la pantalla. El porno independiente tiene algo menos impostado, que reúne lo mejor del género amateur y del mainstream. Algunas productoras, como Abbywinters, velan tanto por tener satisfechas a sus trabajadoras, que no admiten escenas en las que estas no lleguen a disfrutar de un auténtico orgasmo.

Y NO ES ABURRIDO

Uno podría pensar que todo esto le quita al género ese punto trasgresor o extremo. Pero de eso nada. Actrices como la célebre y "jubilada" Sasha Grey o la española Amarna Miller reconocen sin ambages que disfrutan con el BDSM, que a ellas nadie les obliga a pasárselo bien explotando su vertiente más masoquista. Productoras como kink se encargan de que las chicas tengan lo que buscan, pero con un ambiente absolutamente respetuoso en el que ellas marcan las reglas.

ÉTICA CON ESTÉTICA

Las productoras independientes éticas exploran en estéticas que se apartan de la rubia californiana racauchutada sobre taconazos de vértigo. En respuesta, nunca ha habido tantas película porno con chicas con gafas y con ropa interior sin encajes. En este sentido la productora Abbywinters prohíbe a sus actrices emplear maquillaje.

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Vex Ashley

La británica Vex Ashley, desde su productora Four Rooms promueve un porno artístico (ideal para los que necesiten una excusa para ver una película de este tipo). Lust Films juega con una exquisita factura en la que la feminidad y el atractivo no discurren por los clichés del porno mainstream. En Naughty Natural se buscan chicas que no se adhieran a los cánones establecidos de belleza.

Se cansaron de ser explotadas, de aparecer como meros objetos sexuales, de que otros se beneficiaran de su trabajo... Y dijeron basta. Las actrices y directoras porno están cambiando no tan sólo la forma de hacer películas para adultos, si no el contenido de las mismas. El movimiento responde al nombre de "porno ético" y está sacudiendo los pilares de la industria más lúbrica. ¿Pero en qué consiste? ¿Qué entiende por ética un género que lleva décadas basándose en la estética?

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