Es noticia
Menú
Cuatro cementerios con encanto para pasear entre las lápidas
  1. Estilo
viajes

Cuatro cementerios con encanto para pasear entre las lápidas

Parte de la liturgia de cualquier viaje pasa por visitar los camposantos. Conjuntos históricos que forman parte de la idiosincrasia de una ciudad. Aquí, la ruta de los más célebres. Tres son españoles

Foto: Imagen del cementerio inglés de Málaga
Imagen del cementerio inglés de Málaga

Parte de la liturgia de cualquier viaje pasa por visitar los camposantos. Conjuntos históricos que forman parte de la vida y de la muerte de una ciudad. En algunos lugares se han conservado como si hubieran permanecido congelados en el tiempo. La festividad de los Santos es un buen momento para visitar algunos de estos enclaves, donde la voz de otros tiempos en estas ciudades de piedra se mantiene intacta.

Hemos dado con cuatro conjuntos históricos de camposantos donde se masca la historia. Para los que buscan salirse de lo típico, les recomendamos estos lugares singulares plagados de minúsculos detalles y de calado histórico. Del mas antiguo de la España peninsular como el cementerio inglés y el de Ojén –ambos en Málaga–, pasando por el de Trafalgar (Gibraltar) para acabar en Praga, donde la necrópolis judía encajonada entre antiguas sinagogas puede definirse como uno de los cementerios más impresionantes de Europa.

Cementerio inglés de Málaga

Si hay que hablar de cementerios singulares, hay que empezar por el más antiguo de la España peninsular: el cementerio inglés de Málaga, un camposanto cristiano, no católico. Construido en 1831 sobre un terreno cedido por el gobernador provincial al entonces cónsul británico, fue posteriormente traspasado por real decreto al Gobierno británico y ha sido sede, desde 1891, de la Iglesia Anglicana de San Jorge.

Este camposanto es el lugar de descanso eterno de muchas personalidades de las comunidades inglesa y española. Rafael Torres acaba de escribir un libro donde desentierra muchas vidas olvidadas en este recinto. La mujer del portero del Sevilla, la misionera sin tumba, el inglés de la peseta o la actriz que debutó con Greta Garbo. Caminar entre los panteones de este camposanto es un placer.

El otro cementerio malagueño célebre es el de San Miguel, un camposanto monumental que acaba de ingresar en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz por su riqueza artística y arquitectónica.

Este lugar levantado sobre una de las colinas del barrio de Capuchinos fue inaugurado en 1837 y reconvertido en columbario en 1987. Sus mausoleos son una autentica obra de arte. Este enclave situado en pleno corazón de la ciudad da pie, después de visitarlo, a perderse por las calles de la ciudad malagueña. Como opción de una escapada perfecta es la visita al recién estrenado museo Pompidou, comer de tapeo en el mercado de la Merced, relajarse en el hamman Al Andalus y dormir en el hotel Guadalmedina, al lado del río y escuchando las olas del mar.

Cementerio de Trafalgar (Gibraltar)

El cementerio de Gibraltar es un camposanto cargado de matices situado a escasos metros del mítico lugar donde fue a parar el cuerpo del legendario Nelson. Allí aún se celebra una ceremonia cada año en el Día de Trafalgar, para conmemorar la victoria del mismo. Los ingleses han colgado este eslogan: “Algunos de los que murieron por las heridas de la Batalla de Trafalgar yacen aquí”, y así presentan las autoridades gibraltareñas, en el mapa turístico que reparten nada más cruzar la verja, el cementerio de Trafalgar, uno de los puntos emblemáticos del Peñón.

El pequeño espacio que ocupa este cementerio militar fue utilizado por los miembros de las Fuerzas Armadas de Su Majestad y familiares entre 1708 y 1835, explican los 'llanitos' en una de las inscripciones. Además de los fallecidos en Trafalgar, esta necrópolis sobrada de salitre y pólvora esconde los restos de fallecidos en la batalla de Algeciras, el sitio de Cádiz y la batalla de Málaga. Otro de los secretos que guarda el sacramental de Trafalgar es el ancla de un navío que participó en la batalla que enfrentó a británicos por un lado y a franceses y españoles por otro.

Tras la visita al camposanto, darse una vuelta por la roca es un placer. Uno debe subirse al teleférico y hacer la ruta con los monos. Se avisa que agarren bien sus pertenencias porque los simios se las roban a los visitantes. Después comer en Main Street, y lo mas 'in' en esta temporada es recalar en el Sunborn Hotel, un barco de lujo donde se puede pernoctar y que abrió el primer casino flotante en el mundo como atracción.

Cementerio de Ojén (Málaga)

Un lugar al albur de los vientos, a la sombra de los cipreses con vistas al mar y vecinos cargados de historias, es el de Ojén. Los que lo visitan auguran que no es un mal sitio para esperar a la eternidad. A principios de siglo, José Espada –un ojeneto que emigró e hizo fortuna– animó a la construcción del actual 'cementerio viejo', pagando el estudio técnico, los planos y poniendo el terreno.

En este enclave se encuentra la escultura y el monumento funerario donde se enterraron sus padres. Este monumento junto con el de la familia Morales, los pioneros de la receta del aguardiente, son dos pequeñas joyas artísticas, que junto con los cipreses se mantienen como un elemento del patrimonio histórico-artístico.

Hasta la construcción de ese cementerio, los habitantes del pueblo se enterraban en los alrededores de la iglesia, al igual que en las parroquias del norte de España. En el interior, bajo el suelo, como en las catedrales y monasterios, iban los más pudientes de la época. Este enclave de Ojén se remonta a la época de la dominación musulmana y, como tantos otros, está construido sobre la ladera de una montaña. Tiene calles blancas de pronunciadas pendientes y bonitos paisajes, y un atractivo tremendamente original.

El inmaculado camposanto tiene sus pequeñas calles y plazas, y sus nichos sepulcrales son como hileras de libros que llevan los nombres de quienes han sido borrados de las páginas de la vida. El pueblo se recorre con brevedad. Lo suyo es irse a tapear al Mesón Lorente y patearse las cuevas que rodean el albo municipio, para después descansar en la Posada del Ángel, un lugar donde los caños del agua conducen al mas absoluto relax.

Cementerio judío (Praga)

Encajonado entre edificios y antiguas sinagogas, encontraremos uno de los cementerios más impresionantes de Europa. Los judíos no dejan flores en las tumbas, sino pequeñas piedrecitas. Más de 100.000 judíos descansan en unas doce capas de tierra, unos sobre otros. En este lugar no hay lujosos panteones, ni monumentos de costosos mármoles; no hay flores, ni adornos ni cruces ni estatuas. Aquí solo encontramos miles de lápidas amontonadas sin orden ni concierto, como si en un juego de piezas hubiesen sido colocadas azarosamente por manos invisibles en noches silenciosas.

En algunos lugares del cementerio se pueden contabilizar hasta once enterramientos, unos sobre otros. Motivo también del aparente desorden de las lápidas. El poeta Avigdor Karo fue la primera persona enterrada en este lugar, allá por el año 1439 y permaneció activo hasta 1787, cuando fue clausurado definitivamente con la tumba de Moses Beck. Cientos de nombres célebres descansan en este lugar, como el sabio del Renacimiento, historiador, matemático y astrónomo David Gans, o el erudito e historiador José Salomón Delmedigo, y el rabino y coleccionista de manuscritos y libros impresos en hebreo David Oppenheim.

Aunque sin duda el más conocido de todos es el rabino Loew (murió en 1609), que se asocia con la leyenda del Golem, un muñeco de barro creado por él mismo para defender a los judíos de Praga, pero que enloqueció y no pudo cumplir su tarea. En las lápidas de aspecto importante hay pequeñas notas, de deseos o plegarias, introducidas en las fisuras de la piedra.

Dicen que Hitler, el mismo que arrasó ciudades como Varsovia o Stalingrado, nunca se atrevió a bombardear Praga por el embrujo que le producía. Pocas ciudades en el planeta pueden rivalizar con Praga. Uno debe empaparse de este lugar mágico, impregnado de leyendas y perderse por sus puentes, paladear su historia en torno a un café fuerte en el Slavia, establecimiento al que acude la intelectualidad, o en torno a una pivo (cerveza) en una de sus muchas cervecerías, y pernoctar en el Grandior Hotel Prague, recién inaugurado y situado en el centro de la ciudad.

Descarga la APP de 'Vanitatis' en tu móvil o tablet y no te pierdas nuestros consejos de moda, belleza y estilo de vida. Pincha aquí.

Parte de la liturgia de cualquier viaje pasa por visitar los camposantos. Conjuntos históricos que forman parte de la vida y de la muerte de una ciudad. En algunos lugares se han conservado como si hubieran permanecido congelados en el tiempo. La festividad de los Santos es un buen momento para visitar algunos de estos enclaves, donde la voz de otros tiempos en estas ciudades de piedra se mantiene intacta.

Málaga Gibraltar Judaísmo Santos
El redactor recomienda