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A los españoles nos gusta mucho la fiesta y si es en sábado, aún más (lo dice un estudio)
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la cuestión es celebrar

A los españoles nos gusta mucho la fiesta y si es en sábado, aún más (lo dice un estudio)

La celebración ideal cae en sábado, no empieza a las 12 de la noche en el reloj pero sí a las 10, ocurre en verano o en primavera y tiene como escenario un restaurante

Foto: A mí me gusta el pipiribipipí...
A mí me gusta el pipiribipipí...

No estamos desmontando nuestro autorretrato oficial si a estas alturas de la película vamos y decimos que a los españolitos de a pie nos gusta más que mucho la fiesta y que somos capaces de remover Roma con Santiago con tal de celebrar. A los cumpleaños y las bodas, bautizos y comuniones de siempre, ya institucionalizados, se no han sumado ahora las décadas prodigiosas, los adioses a los compañeros que nos dejan, las inauguraciones de las repúblicas independientes de nuestras casas (y las suyas), la llegada del otoño y su despedida para dar la bienvenida al invierno, y una rueda que no deja de girar mientras, claro, se nos acumulan las resacas.

Todo esto no es un tópico, como el toro de Osborne o el 'mírala cara a cara que es la primera' de esa alegría tan española que estalla por sevillanas, sino que es una realidad, la nuestra, tal y como acaba de confirmar un estudio elaborado por la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), que de esto sabe, ya solo por su experiencia, una barbaridad. Ellos han lanzado al mercado el I Barómetro de la Celebración en España, según el cual al 71% de los españoles le gusta mucho o bastante participar en celebraciones en general. Conclusión: “Tenemos un gran espíritu de fiesta”. Pero ¿qué, cuándo, por qué? Nos llueven las preguntas.

Lo dejamos todo por…

Los cumpleaños son los que nos despiertan más las ganas de celebrar, seguidos de las quedadas con amigos y las reuniones familiares. La FEBE nos recuerda que la celebración del año que nacimos “se remonta a la época de los egipcios, aunque quedó instaurada en la sociedad occidental a partir del siglo V d.C.”. Lo de siempre: no hemos inventado nada.

El comercio y el bebercio

Lo de empinar el codo y apoyarnos en la barra del bar mientras vemos la vida (y la cervezas) pasar es muy nuestro, pero más lo es todavía el asunto del comer. Solo hay que ver la cantidad de restaurantes, tascas y otros garitos que nos crecen alrededor. Pues sí, al hilo del Barómetro, no hay celebración que se precie sin comida (27%), bebida (16%), alegría (13%), música (11%), familia (10%) y buen ambiente (8%).

La celebración ideal

Es una noche de verano (o primavera), como un sueño de Shakespeare, pero no en el bosque y con hadas (aunque nos gustaría), sino en un establecimiento de hostelería. Concretamente en un restaurante (96%), en verano (46%), en sábado (71%) y por la noche, a partir de las 22 h (35%). Para los que aún no han cumplido los 35, no hay nada como festejar con amigos, fuera de casa y con comida, y para los que ya no los cumplirán, nada como hacerlo con la familia en casa y con comida. Parece que, después de todo, la edad sí importa.

La mejor terapia

No hay vuelta de hoja. Apuntarnos a una fiesta juega a nuestro favor en términos de bienestar emocional. Si hacemos caso al I Barómetro, “quienes celebran de forma cotidiana (momentos del día a día) son más positivos”. Tanto es así que gracias a ello se sienten más unidos al grupo al que pertenecen (79%), están mejor (78%) y se expresan tal y como son (70%), frente a aquellos que celebran solo ocasionalmente (60%, 55% y 44% respectivamente). Para la mayoría de encuestados (84%) una celebración tiene que ver con una ocasión especial y para el 75% con un acontecimiento que une (a la pareja o al grupo). No todo es jaleo y algarabía. La fiesta es tan terapéutica.

La dosis

Si hablamos de quedadas con amigos, la media al año son 27, o sea, más de dos al mes. Si es con compañeros a la salida del trabajo, el cada vez más clásico 'afterwork', nos quedamos en 23. Si se trata de celebraciones o salidas con la pareja, 13 (prácticamente una al mes). Si son cumpleaños, el número baja hasta 6. Y lo mismo pasa con la bodas, bautizos y comuniones, que vienen a ser 1,4 al año (es la media). Las cifras cantan: el 95% de los españoles han celebrado algo en el último año y la media de fiestas anuales son 37. Recordemos que los logros deportivos, las despedidas de soltero y las fiestas patronales han resultado ser las menos populares. ¿Estaremos cambiando nuestras costumbres de antaño?

¿Con qué brindamos?

Y como el estudio es cosa de la Federación de Bebidas Espirituosas, cómo no detenerse en este apartado que es, apelando siempre a la moderación, el alma de la fiesta. Sorprende aquí que refrescos, vino y cerveza se repartan el pastel por igual, con porcentajes que rondan casi siempre el 50%. La media de copas o chupitos oscila entre 3 y 6 dependiendo de la celebración. De hecho, el 65% de los encuestados afirma que lo que no puede faltar en una celebración es una copa. Y quien dice una copa dice un chupito o un cóctel. Con más convicción lo proclaman en Castilla y León (89%), Asturias (86%), Aragón (81%) y Madrid (78%). La mayoría optan (optamos) por el combinado tradicional y solo un 33%, de momento, valora la personalización de la copa, algo que está en alza. A la mixología ya no hay quien la pare.

Espíritu festivo

La Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) ha impulsado este barómetro, realizado por la consultora GFK con una muestra de casi 2.000 personas de todo el territorio nacional entre 15 y 54 años, con el objetivo de “investigar y analizar las tendencias en torno a la celebración de la población mayor de 18 años en España”. Lo ha hecho en el marco de su campaña Espíritu de Celebración.

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No estamos desmontando nuestro autorretrato oficial si a estas alturas de la película vamos y decimos que a los españolitos de a pie nos gusta más que mucho la fiesta y que somos capaces de remover Roma con Santiago con tal de celebrar. A los cumpleaños y las bodas, bautizos y comuniones de siempre, ya institucionalizados, se no han sumado ahora las décadas prodigiosas, los adioses a los compañeros que nos dejan, las inauguraciones de las repúblicas independientes de nuestras casas (y las suyas), la llegada del otoño y su despedida para dar la bienvenida al invierno, y una rueda que no deja de girar mientras, claro, se nos acumulan las resacas.

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