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De picnic: los mejores sitios en Madrid para disfrutar de una comida campestre
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De picnic: los mejores sitios en Madrid para disfrutar de una comida campestre

No hay que olvidarlo. Las grandes ciudades dan para mucho y también para ir de picnic. Además no hay que irse muy lejos. Siempre nos quedará la Quinta de los Molinos o las Siete Tetas

Foto: En las grandes ciudades y alrededores también se puede ir de picnic. (Foto: Repsol)
En las grandes ciudades y alrededores también se puede ir de picnic. (Foto: Repsol)

No hay que irse muy lejos para disfrutar de lo verde en todo su esplendor, ponerse a la sombra de los pinos y confiarse a la madre naturaleza que siempre nos cuida tan bien. Esta vez nos metemos en un cuadro de Goya, del calado de 'La pradera de San Isidro', que además está en el Museo del Prado, pero con nuestra ropa de siempre y el mantel de cuadros vichy y la cesta (o similar). Te decimos los lugares de Madrid en los que puedes montar tu propio chiringuito y luego retozar por esos campos como un niño y no digamos con ellos. Del Buen Retiro a Buitrago de Lozoya, nos vamos de excursión. Con la mochila, la tortilla, el jamón y lo que haga falta.

1. El Retiro, por qué no. Ya sea al lado del estanque, para ver los barcos pasar y con el Palacio de Cristal como telón de fondo, o en alguno de sus múltiples rincones, que 118 hectáreas dan para mucho, el que fue parque privado de los Reyes es hoy el parque público por excelencia, al que uno puede irse de picnic más o menos sofisticado, según, e incluso encargarlo. En Madrid Picnic los hay clásicos, gourmet, románticos o para niños, aquí y en otros parajes. Es lo que se dice llegar y besar el santo; o a mesa puesta. En cuanto al parque en cuestión, por algo se llama del Buen Retiro. Y siempre se puede mirar con ojos nuevos.

2. ¿Las siete tetas? Las mismas que tiene Roma. Hablamos de las colinas que forman el Cerro del Tío Pío, al que también se le conoce así, como el parque de las Siete Tetas. Quizá sea de esos ases en la manga que siempre se guarda para ciertas ocasiones el viejo Madrid. Este en el barrio de Numancia, en el distrito de Puente de Vallecas. La panorámica sobre la gran ciudad es suprema, porque desde allí se ve todito todo. Sí, las Cuatro Torres, la catedral, el Pirulí y un largo etcétera. Pondrás a prueba tu vista de lince. Y el picnic, con la tortilla y el jamón, te resultará inolvidable. Hay bar, zona de juego para niños y gimnasio al aire libre. Y luego están los pinos, las acacias y las moreras, esos árboles que te darán sombra.

3. Una señora quinta. La Quinta de los Molinos para ser exactos. Un parque privilegiado del menos conocido Madrid, que limita al sur con la calle de Alcalá (número 527). Te darás cuenta de lo que hay en cuanto asientes tus reales en este bucólico rincón, cuajado de almendros, ahora en flor, olivos, pinos y eucaliptos, que nació en torno a un palacete (1925); luego se sumó la Casa del Reloj. Este vergel te parecerá ideal para celebrar por fin esa comida campestre. Desde luego, todo te sabrá aquí más gourmet y mediterráneo. Al norte está lo más romántico, al sur lo más agrícola. Huertas y jardines. Flores y flores.

4. El parque del Rey emérito. El parque de Juan Carlos I, en el Campo de las Naciones, no solo es Ifema, con Fitur, ARCO y otras ferias de relumbrón, sino mucho más. Es ese destino cercano al que escaparse huyendo de la bulliciosa y asfáltica ciudad para presumir de domingueros aunque sea sábado. El lugar desde luego tiene todas las papeletas para triunfar: un olivar inmenso, como si esto fuera Jaén, un lago para no echar de menos el del Retiro y hasta un río para hacer piragüismo o darle a la pesca. Y no hemos hablado aún de tentaciones de otro nivel, como son la tirolina, la pista de patinaje, el trenecito o el servicio de alquiler de bicis.

5. Atardecer egipcio. En el Templo de Debod tenía que ser. Junto al paseo del Pintor Rosales, tan cerca de la plaza de España y con vistas a la Casa de Campo, el Palacio Real y la catedral. Ese monumento que Egipto donó a nuestro país a finales de los sesenta por colaborar en la salvación de Abu Simbel, amenazado por la construcción de la 'faraónica' presa de Asuán, rodeado de verde. Si hay mucha gente, siempre podrás buscarte tu rincón, parque del Oeste adentro. Una comida o merendola en todo el centro del foro pero con un toque exótico. No te pierdas el atardecer.

6. Un día en la sierra. Qué podemos decir del bello Buitrago de Lozoya y de su entorno natural. La Sierra Norte te pondrá los dientes largos mucho antes de que llegue la hora de comer. Imagínate hacer una ruta o bañarte en una piscina natural (área recreativa de Riosequillo) antes de probar esas croquetas, beberte de un trago el gazpacho o zamparte la tortilla. Todo un elogio al 'dominguerismo'.

Aprovecha también para hacer un recorrido en piragua o probar eso tan adrenalínico del parapente. Pero si hay un lugar en el que las vistas son de excepción es el cerro que se encuentra justo sobre el meandro en el que se asienta la villa medieval y que se conquista en media hora. Es la finca llamada El Bosque, donde quedan las ruinas del palacio de los Mendoza, lugar de residencia de reyes y su refugio de caza. Una pista: se echa a andar desde el puente viejo. El picnic será mayúsculo.

7. Mejor que sean dos. Dos días en la sierra. Porque la de Guadarrama también es de picnic. Nos lo vamos a montar como Felipe II y subirnos hasta lo alto del monte Abantos, que nos regalará una postal soberbia del monasterio y alrededores, o perdernos por el bosque de la Herrería, en sus 497 hectáreas, entre robles, fresnos, encinas, arces e incluso castaños, fuentes históricas incluidas, para luego visitar, cómo no, el Arboreto Luis Ceballos. Nada como hacer de San Lorenzo de El Escorial nuestra residencia primaveral o veraniega. Siempre seremos reyes.

PD: no te dejes la cesta. Es verdad que se puede ir con mochila y todo tipo de bolsas, qué más dará, que diría aquel; pero ella, la de toda la vida, le dará a tu picnic un aire diferente, muy campestre, y lo hará todavía más especial. Echa un vistazo a las que tienen en Westwing, para todos los gustos, y verás como te entran ganas de irte ya pero ya.

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No hay que irse muy lejos para disfrutar de lo verde en todo su esplendor, ponerse a la sombra de los pinos y confiarse a la madre naturaleza que siempre nos cuida tan bien. Esta vez nos metemos en un cuadro de Goya, del calado de 'La pradera de San Isidro', que además está en el Museo del Prado, pero con nuestra ropa de siempre y el mantel de cuadros vichy y la cesta (o similar). Te decimos los lugares de Madrid en los que puedes montar tu propio chiringuito y luego retozar por esos campos como un niño y no digamos con ellos. Del Buen Retiro a Buitrago de Lozoya, nos vamos de excursión. Con la mochila, la tortilla, el jamón y lo que haga falta.

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