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¿Noche toledana? Cinco remedios para disimular las resacas navideñas
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adiós a los estragos

¿Noche toledana? Cinco remedios para disimular las resacas navideñas

Qué 'peligroso' resulta salir de fiesta entre semana... Antes de echarle la culpa a la última (copa), toma nota y evita que cualquiera descubra que se alargó tu reunión navideña

Foto: Si la noche se te fue de las manos, toma nota de cómo combatir los estragos de una resaca entre semana. (Foto: Wildfox)
Si la noche se te fue de las manos, toma nota de cómo combatir los estragos de una resaca entre semana. (Foto: Wildfox)

La noche se te fue de las manos. Demasiado vino, demasiadas risas, demasiados cigarrillos o demasiadas horas en vela. Los compromisos navideños son lo que tienen. El mundo pareció detenerse en esos momentos de ocio, pero fue un espejismo. Al día siguiente te das cuenta de que no solo no se detuvo, sino que parece ir aún más rápido que tu cabeza, que se mueve a cámara lenta. Y lo peor de todo: tienes un montón de responsabilidades que no puedes eludir. De repente, te consume el remordimiento y cuando te miras al espejo, tienes ganas de gritar. ¿Quién es la persona que está reflejada ahí y, sobre todo, por qué parece tener 10 años más que tú? Con esa pinta va a ser harto difícil que no se descubra que has pecado y que la mañana se ha precipitado casi sin quererlo. Únicamente el 25% de la población tiene la suerte (o la desgracia, si tenemos en cuenta su poder disuasorio) de no padecer resacas. Si no perteneces a ese selecto grupo, ha llegado el momento de minimizar los daños colaterales. Vamos a atacar los diferentes flancos damnificados.

1. Sigue bebiendo... agua

Casi todos los males asociados a una noche de copas tienen que ver con la deshidratación. Seguramente, habrás observado que tras ingerir un par de cervezas, tus visitas al baño son más frecuentes y te obligan a interrumpir la conversación con tu interlocutor. Por el retrete se están yendo sales minerales y vitaminas esenciales para tu cuerpo. Y al decirles adiós, le dices hola a los desagradables síntomas del día siguiente. Por eso, una de las claves es beber mucha agua. Si quieres que aún sea más efectivo el remedio, ingiere bebidas isotónicas, que te rehidratarán a la vez que repondrán las sales minerales perdidas. Si no tienes ninguna a mano, puedes hacerte una con sal, azúcar y bicarbonato. Y si quieres un refresco, apuesta por uno que sea de lima-limón. Esta es la conclusión a la que llegaron un grupo de investigadores chinos de Sun Yat-sen en Guangzhou. Analizaron 57 bebidas y ungieron los refrescos tipo Sprite como los más eficientes a la hora de borrar los estragos del alcohol. Y también averiguaron que lo peor que puedes tomar en este trance es té o infusiones, que ralentizarán aún más la expulsión del alcohol que resiste numantinamente en tu cuerpo.

2. El reflejo del alma

Los poetas aseguran que los ojos son el reflejo del alma y, sin llegar tan lejos, pueden convertirse en un retrato robot poco favorecedor de la noche pasada. El alcohol dilata los capilares y si a eso le sumamos que habrás dormido poco y mal, ya tenemos una mirada enrojecida dispuesta a desvelar con detalle lo que hicimos ayer. El remedio más rápido es ponerse un colirio, sabiendo que no es una excepción por causas mayores y que no se tiene que abusar de él. Esto soluciona el problema principal, pero no otros como las marcadas ojeras o la hinchazón general.



Para ello, dependiendo del tiempo que tengas, puedes poner una cucharilla de café en el congelador y dejarla unos minutos sobre cada ojo o hacerte una infusión de manzanilla. Cualquier corrector de ojeras, preferiblemente con efecto iluminador, será mano de santo para dejar de parecer un oso panda.

3. El jabón será tu mejor aliado

Aunque tengas poco tiempo, pégate una ducha a conciencia. Además de despejarte, acabará con el olor a alcohol de tu cuerpo. Seguramente no te das cuenta de qué fragancia te acompaña, pero está ahí y los demás la captarán rápidamente. Si puedes, hazte un peeling en la cara, sobre todo cerca de los labios, para acabar con cualquier resquicio olfativo. Lávate también el pelo, que habrá captado toda la nicotina y el bebercio de la noche anterior. Después cepíllate los dientes y la lengua muy a conciencia, como si no hubiera un mañana. Enjuágate con un colutorio y tómate algún caramelo o masca chicle. Un zumo de cítricos también ayuda a aminorar el desastre olfativo.

4. Estado de ánimo

Es seguramente el síntoma más obvio y más difícil de esconder. Estás irascible, descentrado y, sobre todo, te faltan energías para todo. Los dos primeros síntomas deberás camuflarlos por tu cuenta, siendo consciente de que es un estado pasajero y que debes tener paciencia. El agotamiento, en cambio, puede disminuir con algunos alimentos. Tomar un plátano con miel, por ejemplo, es una forma de reponer el magnesio (gracias a la fruta) y aumentar la energía (por medio de la miel). Cualquier compuesto o alimento que lleve vitamina B será de gran ayuda en estas lides. No abuses de la cafeína en estos momentos, pues acelerará la deshidratación y tras el subidón inicial, tendrás una bajada poco agradable. Tal como estás, aléjate de las montañas rusas.

5. Cosmética antirresaca

El consumo de alcohol, el abuso de tabaco y la falta de sueño son los principales enemigos de la piel. Le quitan luminosidad y le otorgan un tono blanquecino o amarillento. Habitualmente contrarrestamos este daño colaterial pintándonos como una puerta. Pero este no es el remedio más efectivo que podemos encontrar. Existen productos en el mercado que pueden ayudar a paliar estos desagradables efectos. Cualquier crema iluminadora que contenga vitamina B12 o C será de gran ayuda para minimizar el desastre. También puedes ponerte una ampollita flash para conseguir un rostro menos cansado. Y ahora sí, después de estos cuidados ya puedes pintarte como una puerta.

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La noche se te fue de las manos. Demasiado vino, demasiadas risas, demasiados cigarrillos o demasiadas horas en vela. Los compromisos navideños son lo que tienen. El mundo pareció detenerse en esos momentos de ocio, pero fue un espejismo. Al día siguiente te das cuenta de que no solo no se detuvo, sino que parece ir aún más rápido que tu cabeza, que se mueve a cámara lenta. Y lo peor de todo: tienes un montón de responsabilidades que no puedes eludir. De repente, te consume el remordimiento y cuando te miras al espejo, tienes ganas de gritar. ¿Quién es la persona que está reflejada ahí y, sobre todo, por qué parece tener 10 años más que tú? Con esa pinta va a ser harto difícil que no se descubra que has pecado y que la mañana se ha precipitado casi sin quererlo. Únicamente el 25% de la población tiene la suerte (o la desgracia, si tenemos en cuenta su poder disuasorio) de no padecer resacas. Si no perteneces a ese selecto grupo, ha llegado el momento de minimizar los daños colaterales. Vamos a atacar los diferentes flancos damnificados.

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