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De Moscú a París: cinco bares para recorrer Europa de copa en copa
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De Moscú a París: cinco bares para recorrer Europa de copa en copa

Aquí todo sabe distinto. No solo porque estemos en estas queridas capitales del viejo continente, sino porque hemos recalado en unos locales que han trabajado mucho el diseño y hasta la extravagancia

Foto: Le Germain, en París, en la margen izquierda del Sena
Le Germain, en París, en la margen izquierda del Sena

Cualquier cosita que te tomes en uno de estos bares o restaurantes desperdigados por el viejo continente te sabrá distinto. Es difícil resistirse al embrujo que ejercen sobre nosotros la decoración y el ambiente de los patios de nuestro recreo, donde no solo nos lleva la imaginación. En Moscú hemos encontrado un bosque que parece un bar (¿o era al revés?) y en Rumanía, un restaurante de comida muy sana lleno de puertas y ventanas rescatadas de almacenes de derriboque no se abren (su función es otra). Es lo que tiene viajar: nunca se sabe lo que nos espera al doblar unaesquina o al cruzar un umbral.

Café April, en Moscú

Que nos perdonen en Finlandia, en Dinamarca y en Suecia, pero este parece, con mucho, el bar más ecológico del planeta, y para colmo tiene un sutil toque japonés (también en la cocina), que lo eleva aún más a estos altares, y encima se llamaApril. Además, no solo es restaurante. Este ingenio arquitectónico tan 'bio',que se abre en tres niveles que parecen uno, está diseñado también, por obra y gracia delestudio Ryntovt,para ser sala de cine, teatro,conciertos y un largo etcétera cultural. Dónde: 29 B. Spasskaya Street (Moscú).

Le Germain, en París

Está en la margen izquierda del Sena, entre las galerías de la rue de Seine, el mercado de Buci, los cines Odeón y, oh cielos, las boutiques de Saint-Germain-des-Prés. La tentación de esta encrucijada también está puertas adentro, donde los colores que ha sacado la arquitecta y diseñadora de interiores India Mahdavi, que casi deslumbran, proclaman a gritos la diferencia y la extravagancia, sobre todo, en boca de la gran estatua en amarillo del artista Xavier Veilhan, pura provocación. Másporque no es un centro de arte al uso sino una brasserie, que ejerce también, por cierto, de coctelería con mesa de billar. Está cerca de todo: el museo de Delacroix, el río, los jardines de Luxemburgo y esa librería de nuestros desvelos que es la Shakespeare and Company.Dónde: 25 rue de Buci (París).

Kook, en Olgiata (Italia)

Esta osteria-pizzería, tradicional y moderna al tiempo, que está casi en la Roma de los césares, tiene ese estética retro que ha ganado tanto terreno en los últimos tiempos y que se resuelve en sofás chester, azulejos vintagey un toque rústico -he ahí el olivo, cada vez más habitual en nuestros garitos- y otro industrial. No faltan los grafitis, tan pompeyanos, animándonos, por ejemplo, a comer con los cinco sentidos. Si te preguntas quién o quiénes han creado este ambiente tan Kook, la respuesta es Noses Architects. Y la Toscana, a un paso.Dónde: Via Cassia 2400, Olgiata (Lacio, Italia).

Aubergine, en Bucarest (Rumanía).

Cuando Cristian Corvinlo diseñó a la imagen y semejanza de un mundo mejor, este restaurante 'dramático' de tan teatral se llamaba Bon y presumía de ser un caluroso bistró francés en el frío Bucarest. Ahora interpreta otro papel -el de Aubergine y su comida sana-, pero sigue siendo igual: con dos centenares de puertas, ventanas y persianas recuperadas de Transilvania, Austria y Hungría puestas en escena, o sea,forrando las paredes del bar. Para no perdérselo: como estar entre bambalinas.Dónde: Strada Smârdan 33 (Bucarest).

Penang, en Londres

Una parada más en este itinerario gastronómico internacional que siempre es la ciudad del Támesis. Nos apeamos en esta ocasión en la cocina de Malasia, en Penang!, que no solo es ecléctico en la sorprendente y casi chirriante decoración, sino en los fogones, donde se cuece esta mezcla de culturas: india, china, talilandesa y, sobre todo, malasia, inspirada en los sabores de sus mercados callejeros. Platos para compartir, a la plancha o al vapor, y muchas ensaladas. Para entrar casi hay que ponerse gafas de sol.Dónde: Southern Terrace, Westfield White City (Londres).

Cualquier cosita que te tomes en uno de estos bares o restaurantes desperdigados por el viejo continente te sabrá distinto. Es difícil resistirse al embrujo que ejercen sobre nosotros la decoración y el ambiente de los patios de nuestro recreo, donde no solo nos lleva la imaginación. En Moscú hemos encontrado un bosque que parece un bar (¿o era al revés?) y en Rumanía, un restaurante de comida muy sana lleno de puertas y ventanas rescatadas de almacenes de derriboque no se abren (su función es otra). Es lo que tiene viajar: nunca se sabe lo que nos espera al doblar unaesquina o al cruzar un umbral.

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