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La Parra, escondido en el corazón de Chamberí
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A MESA PUESTA

La Parra, escondido en el corazón de Chamberí

Hablar como novedad de La Parra resulta imposible. Veinticinco años de historia acreditan la trayectoria de un lugar imprescindible en el Barrio de Chamberí. En el

Foto: La Parra, escondido en el corazón de Chamberí
La Parra, escondido en el corazón de Chamberí

Hablar como novedad de La Parra resulta imposible. Veinticinco años de historia acreditan la trayectoria de un lugar imprescindible en el Barrio de Chamberí. En el número 34 de la calle Monte Esquinza, entre Marqués de Riscal y Zurbarán, se halla este restaurante, pequeño y elegante, que ha sobrevivido a la esclavitud de las modas, con sus impulsos y sus olvidos. Recuerda aun sin serlo, por servicio y disposición, a esos pubs ingleses reconvertidos en casas de comidas que tanto abundan en la capital. Local polivalente, ideal para cerrar negocios al mediodía –pese a la cercanía de unas mesas con otras- y como escondite romántico cuando cae la noche.

Encontramos una cocina casera evolucionada que se ofrece atractiva en la presentación y sólida en la ejecución. Sin alharacas. De hecho, el grueso de la carta se mantiene estable en el tiempo, visita tras visita. Una fidelidad sorprendente en los tiempos que corren y que ayuda al cliente que no quiere pensar. Sin embargo, y pese a la recurrencia de su parroquia, vimos mesas vacías en nuestra última visita. La factura tiene la culpa. La crisis afecta al bolsillo y pagar 60 euros por persona, vino y postre incluido, exige algo más que corrección gastronómica y  buena atención del personal.

Aun así, y para quienes no conozcan La Parra, merece la pena la visita. Esta semana pudimos disfrutar como entrantes de unas deliciosas Chuletitas de Conejo con Verduras Chips y Alcachofas Baby (16,50 euros) que, de por sí, hubieran justificado la elección. Junto a ellas, unas Lentejas Caseras (16,5), correctas sin más, y una Langostinos y Yemas de Trigueros en Tempura, sorprendente en la finura de su rebozado (19). Abundantes pero no contundentes, ideales para dejar paso a unos segundos interesantes en su clasicismo.

El Steak Tartar (23 euros) se encuentra sin duda alguna entre los mejores de Madrid aunque sorprende, especialmente en un entorno como el descrito, que no se dé a probar al cliente antes de servirlo. Para nosotros estaba perfecto pero no deben ser pocas las veces en las que tiene que volver a cocina por donde llegó. El Socarrat con Verduras y Suave Alioli decepcionó (21). El atractivo de la descripción chocó con la realidad de una resolución que no se alejaba mucho de otros arroces al uso. Por último, rico el Rape Braseado al Curry (23,5), prueba de su capacidad para tratar con solvencia la buena materia prima. Postres realmente prescindibles. Especialmente decepcionante la Crema de Queso Horneado (6), donde el exceso de confitura anula todo lo demás.

Bodega corta pero equilibrada. Nos decantamos, a 33 euros la botella, por el Summa Varietalis de 2005 de la Bodega del Marqués de Griñón, D.O. Dominio de Valdepusa. Mezcla de Syrah, Cabernet y Petit Verdot, con doce meses en barrica, es un caldo versátil, que marida bien con todo tipo de viandas, solución ideal cuando de hacer recorrido por la oferta gastronómica de un sitio se trata. Con él, cafés y alguna copa suelta, lo dicho, 10.000 de las antiguas pesetas por comensal. Un anacronismo en los tiempos que corren para quien se sitúa un escalón por debajo de la excelencia.

Hablar como novedad de La Parra resulta imposible. Veinticinco años de historia acreditan la trayectoria de un lugar imprescindible en el Barrio de Chamberí. En el número 34 de la calle Monte Esquinza, entre Marqués de Riscal y Zurbarán, se halla este restaurante, pequeño y elegante, que ha sobrevivido a la esclavitud de las modas, con sus impulsos y sus olvidos. Recuerda aun sin serlo, por servicio y disposición, a esos pubs ingleses reconvertidos en casas de comidas que tanto abundan en la capital. Local polivalente, ideal para cerrar negocios al mediodía –pese a la cercanía de unas mesas con otras- y como escondite romántico cuando cae la noche.