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Una escapada gastronómica, un homenaje a la cocina tradicional asturiana
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Una escapada gastronómica, un homenaje a la cocina tradicional asturiana

Una escapada a Asturias es siempre una excusa para celebrar y homenajear una de las mejores cocinas de España. Recetas tradicionales y productos impecables garantía de una cocina excelente

Foto: Castropol, Asturias. Foto: Capriles
Castropol, Asturias. Foto: Capriles

Cuando se deja atrás la meseta, el calor, el asfalto que se derrite bajo el sol; se entra en un mundo diferente, donde no existen los amarillos y solo resplandece el verde de los árboles y de las praderas que suben por las laderas de las montañas. Un verde que recibe al viajero que llega deseoso de encontrarse con las olas y la fuerza del Mar Cantábrico, pero que sobre todo acude en busca de un clima más amable que permita dar buena cuenta de la gastronomía de productos de primera y fogones tradicionales que pese a las corrientes actuales, apenas han variado, para seguir ofreciendo la mejor cocina de siempre.

La Ría del Eo que debería actuar como frontera natural entre gallegos y asturianos, permite sin embargo que desde ambas orillas se contemplen e intercambien productos, recetas y platos. A lo largo de su lengua de agua encontramos un buen número de terrazas desde las que contemplar los escasos barcos de vela latina que aun navegan sus aguas mientras se disfruta de platos y recetas tradicionales. Así desde El Risón en Castropol o desde Peñalba en Figueras se puede disfrutar de sus excelentes mariscos y de la visión incomparablemente bella de la ría y Galicia al fondo.

Una casa de comidas de esas de siempre, no en vano les contemplan 75 años, vistiendo manteles de papel, exhiben una higuera en el interior que la identifica como Sidrería La Terraza en Tapia de Casariego, uno de los lugares en los que se debe comer en la zona. Aquí preparan uno de los mejores bonitos que uno pueda comer; lo hacen asado y se sirve templado con una textura irreproducible y que predomina incluso por encima de su sabor. Además probar los calamares en su tinta y la ternera asada, también excelente, acompañado todo de patatas fritas.

El Risón y su inconfundible fachada de madera en el pequeño embarcadero de Castropol, es algo más que el lugar para ir a comer o cenar, es el punto de reunión de la zona y al que se acude desde primera hora para desayunar, tomar sus populares pulguitas de pollo de aperitivo o comer desde un buen pulpo a la gallega a los chipirones o unas sardinas a la plancha del tamaño correcto. A diario tienen platos de cuchara, como la potente fabada que no hay que perderse o los garbanzos con bacalao.

Casa Vicente es el referente del buen comer en Castropol, otro de los clásicos que lleva abierto y dando de comer desde hace ya 75 años. Son famosas sus croquetas de espinacas y langostinos; sus almejas a la marinera con una salsa capaz de empapar un trozo de pan tras otro hasta secarla, o sus irresistibles cachopos y los escalopes que se desbordan saliendo del plato. De sus postres, tanto el arroz con leche como la tarta de manzana son dos excelentes opciones para redondear la experiencia.

Adentrándose un poco en el interior, merece la pena acercarse al pueblo de Taramundi. En La Rectoral sirven una cocina de buenos guisos y contundentes platos de cuchara, mejor carne de ternera asturiana y ricos quesos de la tierra. Buen revuelto de morcilla y piquillos, y un gran entrecot al cabrales.

Cuando se deja atrás la meseta, el calor, el asfalto que se derrite bajo el sol; se entra en un mundo diferente, donde no existen los amarillos y solo resplandece el verde de los árboles y de las praderas que suben por las laderas de las montañas. Un verde que recibe al viajero que llega deseoso de encontrarse con las olas y la fuerza del Mar Cantábrico, pero que sobre todo acude en busca de un clima más amable que permita dar buena cuenta de la gastronomía de productos de primera y fogones tradicionales que pese a las corrientes actuales, apenas han variado, para seguir ofreciendo la mejor cocina de siempre.

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