El Invernadero de Los Peñotes, comer entre plantas de la mano de Ramón Ramírez

En un enclave singular, casi insospechado, en el interior de uno de los mejores viveros de Madrid, el de la familia Salmerón, Los Peñotes, situado junto a La Moraleja, en el linde con Alcobendas y frente al Centro Comercial Moraleja Green, en un invernadero, totalmente acristalado, una pecera que deja traspasar la luz, toda la luz, para iluminar de forma natural un amplio comedor cargado de plantas, colores vivos y alegres que de alguna manera recuerda al nuevo restaurante de Rodrigo de la Calle en la sierra madrileña en el Hotel Box Art. Una gran barra con taburetes que simulan corchos de botellas de vino, una gran salamandra y mesas altas corridas completan el comedor.

Si además hablamos de Ramón Ramírez, a muchos de los iniciados en la gastronomía durante los últimos años, no les sonará de mucho a pesar de su personal y característica fisonomía, adornada de una larga y tupida barba blanca. Sin embargo, si a los más mayores les mencionamos El Amparo, tal vez se enciendan las luces de la memoria que posicionaba este restaurante como uno de los mejores de Madrid a finales de los años 80, solo superado por el Zalacaín de Benjamín Urdiaín (primer tres estrellas español). El Amparo llegó a ostentar dos estrellas Michelin (1987), y era de largo el restaurante preferido por cualquiera para impresionar a su pareja no solo por su cocina, sino por el ambiente sin par en los comedores de la capital de aquella época.

Ramírez fue el primer cocinero andaluz en conseguir las dos estrellas, título al que durante su carrera sumó otros tantos reconocimientos, como el Premio Nacional de Gastronomía, terminó retirándose a Ibiza tras abrir Guisando, un local de gloria más efímera que El Amparo, tal vez por ofrecer una cocina más tradicional y aparentemente sencilla. Pues bien, tras las presentaciones pertinentes, decirles que el Vivero Los Peñotes y Ramón Ramírez se han unido para abrir un restaurante que empieza por las mañanas para dar desayunos y comidas al mediodía, por ahora. Le acompañan en esta aventura dos fieles escuderos, Belinchón que se encarga de la pastelería y Chamorro en la cocina.

En el Invernadero se sirve una buena ensaladilla de gambas, croquetas correctas, una original y buena milanesa de pez emperador rebozado en panko y el plato que reclama para sí toda la atención de la comida, un guiso de rabo de toro con huevo escalfado que da unidad al plato y que se acompaña de un puré de apio nabo para refrescar ligeramente el plato.

En definitiva, El Invernadero de los Peñotes, es un restaurante amable, de precio contenido y emplazamiento singular y con encanto; que ganará enteros cuando consigan la licencia para servir cenas y terminen de perfilar y limar las pequeñas deficiencias que de manera ineludible se presentan en todo restaurante durante los primeros días de rodaje. ¡Bienvenido de nuevo Ramón!