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Viajamos a Nápoles, el reino de la pizza
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Viajamos a Nápoles, el reino de la pizza

Hay un dicho popular que asegura que cuando se visita Nápoles por primera vez se llora dos veces, una al llegar y otra al partir.

Foto: Nápoles. CAstel del Ovo. Foto OT
Nápoles. CAstel del Ovo. Foto OT

Tanto si se accede por carretera como por mar, su puerto es una de las principales paradas de los cruceros que navegan el Mediterráneo, asalta una imagen confusa y caótica de la ciudad. La estampa gris del conjunto de edificios deslucidos por el paso del tiempo y el caos de sus calles agitadas y enérgicas es tan poderosa que enamora o desconcierta desde el primer momento. Una sacudida que pronto cede al encanto de la tierra que vio crecer a grandes del cine italiano, Vittorio de Sica y Sofía Loren. A compositores como Alessandro y Domenico Scarlatti y al cantante Caruso que recibió una gran pitada tras su actuación en el Teatro San Carlo dirigido durante años por Rossini, y, que hoy se puede visitar como el mejor exponente de la tradición musical y operística de la ciudad donde Mendelssohn compuso ‘Sinfonía Italia’.

Solo basta un paseo por el centro histórico, desde la plaza de Trieste e Trento hasta la del Plebiscito, para maravillarse de un patrimonio artístico repartido en casi 400 iglesias, monumentos y ‘palazzos’ que salpican las ‘piazas’ y calles comerciales de animados cafés con buen ‘espresso’ y dulces típicos como el ‘babá’, parecido a un bizcocho borracho, crujientes ‘taralli’ o la ‘sfogliatelle’ un hojaldre relleno de ‘ricotta’ y canela que hay que probar en pasticceria Leopoldo (via Foria).

Sorprende el gentío que se concentra al pie de pequeños locales que desde primera hora de la mañana comienzan a dorar irresistibles porciones de pizzas. Así, los aromas de los ingredientes frescos de la región de Campania invaden las calles en las que las coladas todavía cuelgan tendidas de lado a lado para recordar que estamos en el reino de la pizza. Con un origen que se remonta a la época de griegos y romanos, fue el tomate procedente de Perú, en el siglo XVI, el que enriqueció las humildes masas cocidas que alimentaban a los pobres para convertirlas en bocado real. De ahí la pizza margarita que tomó el nombre de la reina para la que fue expresamente elaborada y Brandi, la pizzería que presume de realizar el real encargo en 1889 como muestra la placa en S. Anna di Palazzo esquina con la via Chiaia.

Tiene ingredientes mediterráneos como harina, aceite de oliva, tomate y mozzarella. Pero si la masa, siempre bien reposada, está cubierta por Pomodorino del Piennolo del Vesuvio DOP, un tomate pequeño, ovalado de un rojo tan intenso como su sabor; y, el queso es la suave y cremosa mozarella de búfala DOP que se elabora en la región, no es de extrañar que en Nápoles estén las mejores pizzas del mundo.

La masa es fina, ligeramente crujiente, con generosos bordes elevados y se puede comer con la mano. Así es la auténtica pizza napolitana. Es difícil decidir el mejor sitio para tomarla pero en Antonio e Antonio, el entorno contribuye a que sean de las más especiales. En el ‘lungomare’ o frente al mar, con vistas al Castel dell’Ovo y a unos pasos del Grand Hotel Vesuvio, se encuentra este templo de las pizzas y de la buena pasta a un precio ajustado. A pesar de parecer turístico gusta a napolitanos que llenan su terraza hasta en invierno. Unas 40 variedades de pizza con clásicas como la ‘bufalina’ o la potente ‘diavola’; originales como la del ‘ripieno’, con el relleno envuelto por la masa o la ‘antica Napoli’ con escarola entre los ingredientes. Y otras, únicas como la ‘Pizza Vesuvio DOP’ con el tomate del Piennolo, mozzarella di búfala de Campaña, parmigiano reggiano de 24 meses, aceite de oliva biológico y albahaca. Los platos de pasta más populares son los elaborados con productos del mar como los espaguetis ‘alle vongole’ o los de verduras como las flores de calabacín rellenas de ricotta, berenjenas a la parmesana o raviolis de Capri.

Después de un postre de tiramisú puede tomar el café en el histórico Gambrinus (via Chiaia, 1/2) si consigue hacerse un hueco en la barra o en alguno de sus elegantes salones.

Iberia Express tiene vuelos directos desde Madrid a Capodichino, aeropuerto de Nápoles, desde 46€ por trayecto. Un enclave privilegiado para lugares tan mágicos como Pompeya, Sorrento, Capri, Amalfi o subir hasta el cráter del Vesubio.

Tanto si se accede por carretera como por mar, su puerto es una de las principales paradas de los cruceros que navegan el Mediterráneo, asalta una imagen confusa y caótica de la ciudad. La estampa gris del conjunto de edificios deslucidos por el paso del tiempo y el caos de sus calles agitadas y enérgicas es tan poderosa que enamora o desconcierta desde el primer momento. Una sacudida que pronto cede al encanto de la tierra que vio crecer a grandes del cine italiano, Vittorio de Sica y Sofía Loren. A compositores como Alessandro y Domenico Scarlatti y al cantante Caruso que recibió una gran pitada tras su actuación en el Teatro San Carlo dirigido durante años por Rossini, y, que hoy se puede visitar como el mejor exponente de la tradición musical y operística de la ciudad donde Mendelssohn compuso ‘Sinfonía Italia’.

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