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"A comer un arrocito a Castellón", ciudad bendecida por el Mediterráneo
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"A comer un arrocito a Castellón", ciudad bendecida por el Mediterráneo

El ambiente de Castellón se concentra en calles y plazas donde las terrazas tientan con el almuerzo y el tapeo y animan a comer un arrocito junto al grao

Foto: Arroz a banda. Foto: Capriles
Arroz a banda. Foto: Capriles

Los 120 kilómetros de costa bañada por las cálidas aguas del mar Mediterráneo aseguran un clima templado que convierten a Castellón, provincia de la Comunidad Valenciana, en un lugar apetecible al que escapar en cualquier época del año. Los castellonenses aún guardan la resaca de las fiestas de la Magdalena, una semana grande en la que se suceden romerías, conciertos, ‘mascletaes’ o las 'gaiatas' que son desfiles de carrozas de luz con las que conmemoran los orígenes de la ciudad; así como también, la segunda edición del congreso de Gastronomía & Vino que promociona el consumo de productos de proximidad y frescos al que han acudido reconocidos cocineros de ámbito nacional.

Entre cómodos paseos por el pequeño núcleo urbano, el ambiente de Castellón se concentra en calles y plazas donde las terrazas animadas por el tapeo y el descanso dejan ver el gusto de sus habitantes por el buen comer. Hasta el medio día es costumbre tomar el almuerzo, entre el desayuno y el aperitivo. La oferta cuelga de pizarras de muchos bares que comienzan su actividad temprano, en torno al Mercado Central. Una visita muy recomendable para los amantes de la gastronomía y el mejor escaparate para conocer los productos locales como los tomates de colgar, las alcachofas de Benicarló que no tienen el ligero toque amargo de las de Tudela, una importante lonja de pescados, carnes y quesos de sus montañas como el de Catí; trufa, setas y los productos de temporada que condicionan las cocinas.

En especial, la mediterránea, actual y creativa de Miguel Barrera, el embajador gastronómico castellonense reconocido con una estrella Michelín, que acude a diario a llenar la despensa de su restaurante Cal Paradís, en Vall d'Alba, un municipio situado a 30 kilómetros del centro de la ciudad y, desde hace unos días, también la de ReLevante, el restaurante del céntrico hotel NH Mindoro, una buena opción para alojarse y para disfrutar de uno de sus dos menús, corto o largo con aperitivos, entrantes, carnes, pescados y postre.

El Bar del Mercado Central, se encuentra en la plaza de Santa Clara, una de las más animadas de Castellón y donde se alzan el edificio clásico ocupado por el Ayuntamiento y la Lonja del Cáñamo, edificio de la Universidad Jaume I que sirvió para custodiar este material, un importante negocio de la época. En la plaza Mayor, destaca uno de los símbolos de la ciudad, la torre campanario de mediados del siglo XV.

En Castellón apetece un arroz y para ello hay que ir al Grao, la zona del puerto. Entre los restaurantes que preparan esta especialidad levantina, destaca Mediterráneo, un lugar familiar para tomar un buen arroz a banda que sirven en dos pasos, primero los pescados que acompañan de patata como toque personal de la casa y de segundo, el arroz.

Los castellonenses no van de aperitivo, van a las ‘tascas’ que es la zona del centro que concentra los bares, junto a la Plaza de Santa Clara, entre las calles Barracas e Isaac Peral. Para comer en Los Navarros hay que pedir la carne a la brasa y el clásico carajillo de ron, café con el alcohol y azúcar quemados, cáscara de limón y granos de café. Cuando más ambiente hay es a partir de las ocho de la tarde, cuando hay que ir a Don Pedro a tomar alcachofas; a Ernesto por sus patatas bravas y alguno de sus montaditos; La Guindilla para tomar en la barra alguna de sus populares tapas como el solomillo de buey con foie; y, probar las alcachofas con sepia, el bacalao con huevo o los pulpitos de Grao en La Abadía.

Los 120 kilómetros de costa bañada por las cálidas aguas del mar Mediterráneo aseguran un clima templado que convierten a Castellón, provincia de la Comunidad Valenciana, en un lugar apetecible al que escapar en cualquier época del año. Los castellonenses aún guardan la resaca de las fiestas de la Magdalena, una semana grande en la que se suceden romerías, conciertos, ‘mascletaes’ o las 'gaiatas' que son desfiles de carrozas de luz con las que conmemoran los orígenes de la ciudad; así como también, la segunda edición del congreso de Gastronomía & Vino que promociona el consumo de productos de proximidad y frescos al que han acudido reconocidos cocineros de ámbito nacional.

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