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Sin nostalgia: Al Trapo pasa página (y lo hace muy bien)
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Sin nostalgia: Al Trapo pasa página (y lo hace muy bien)

Tras la marcha de Paco Morales, Al Trapo ha iniciado una nueva etapa y nos propone una carta que no abandona la idea de alta cocina informal, pero con personalidad propia

Foto: Airbag de ensaladilla rusa, pimiento rojo asado y anchoas.
Airbag de ensaladilla rusa, pimiento rojo asado y anchoas.

Hoy nos vamos a la Gran Vía, que, alfombrada o no con claveles, sigue mereciendo que la revisitemos una y otra vez. Es verdad que la zona está saturada de locales de comida rápida y confusa, de malos kebabs y peores paellas, pero salpicados por aquí y por allá hay lugares donde uno se puede evadir del turisteo y comer mejor que bien.

Es el caso de Al Trapo, un restaurante que encontramos en el hotel Iberostar Las Letras. (Hagamos un inciso: cada vez se come mejor en los hoteles de Madrid y sin necesidad de recurrir a los cinco estrellas de siempre). De Al Trapo sabemos que su director gastronómico inicial fue Paco Morales, quien definió la propuesta como ‘alta cocina informal’.

El año pasado, Morales dejó esta asesoría y se marchó al sur para entregarse a tope a Noor, pero Al Trapo no quedó huérfano: al frente de la cocina estaba Rafa Cordón, un joven chef que se embarcó en la aventura de tirar ‘palante’ y asumió el reto de pasar página sin que se resintiera la carta. Difícil papeleta que Cordón ha resuelto con desparpajo y personalidad.

Y ahí estamos. La de hoy es ya una carta propia, que el chef define como "una cocina suculenta, muy fresca, muy viajera, de aquí y de allá, que recoge la identidad de todas las cocinas que me han seducido". Seguimos con esa idea de alta cocina informal, pero con una mirada más cercana a productos tradicionales y en cierto modo liberada del corsé de la técnica.

¿Qué se come aquí? No nos vamos a volver locos: una decena de entrantes, cuatro pescados y cuatro carnes. Y, una vez más, la idea es compartir, especialmente en unos entrantes divertidos y muy logrados. Destacamos el airbag de ensaladilla rusa, una especie de buñuelo que encierra en su interior la explosión del verano (5,50 euros). Muy rica también la tortilla de ajetes y setas de cardo (14,50 euros), sorprendente una ensalada de endivias con migas crujientes, virutas de ibérico y mahonesa de hierbas verdes (14,50 euros) y estupendos los guisantes con habitas, huevo poché y foie. En los pescados, nosotros hemos probado la raya a la brasa con salmorejo, chile, pan negro y rabanitos (17 euros), muy armoniosa y perfecta de punto.

Ten en cuenta. En Al Trapo la clave es el producto de mercado y de temporada. Por eso cada día tienen fueras de carta por los que merece la pena preguntar. Y no dejes pasar los platos de cuchara. Desde los callos a las lentejas, sabor y más sabor.

El mejor plan. ¿Cuál es la mejor forma de disfrutar Al Trapo? Está claro que cada uno maneja su ocio a su antojo, pero nos parece un planazo ir al cine (que sí, que aún quedan salas en la Gran Vía), cenar en Al Trapo y tomarse un cóctel en Bocablo, el encantador bar del hotel.

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Hoy nos vamos a la Gran Vía, que, alfombrada o no con claveles, sigue mereciendo que la revisitemos una y otra vez. Es verdad que la zona está saturada de locales de comida rápida y confusa, de malos kebabs y peores paellas, pero salpicados por aquí y por allá hay lugares donde uno se puede evadir del turisteo y comer mejor que bien.

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