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¿El embarazo de Chelsea Clinton?
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¿El embarazo de Chelsea Clinton?

“L´imbarazzo de Chelsea Clinton, condannata al silenzio”, titulaba el periódico italiano Corriere Della Sera el pasado domingo, día de Reyes. ¡Mamma mia! La noticia podría significar

Foto: ¿El embarazo de Chelsea Clinton?
¿El embarazo de Chelsea Clinton?

“L´imbarazzo de Chelsea Clinton, condannata al silenzio”, titulaba el periódico italiano Corriere Della Sera el pasado domingo, día de Reyes. ¡Mamma mia! La noticia podría significar un peligroso escándalo en la puritana sociedad americana. El duelo con Obama habría llegado a su fin. Los españoles con escaso conocimiento de la lengua de Berlusconi corrieron la voz: “La hija de Bill y Hillary espera un hijo de soltera”. En realidad, imbarazzo se traduce por vergüenza o turbación.

Resulta que durante el fin de semana en Iowa, un niño de nueve años -reportero de su escuela- preguntó a Chelsea: “¿Piensa que su padre sería un buen first man en la Casa Blanca?”. Ella contestó ruborizada con una falsa sonrisa: “Lo lamento, pero no contesto a la prensa y desgraciadamente la regla incluye a los pequeños corresponsales”.

Desde hace un mes Chelsea se ha convertido en un florero de la campaña electoral de su madre. La imagen de la celebre dinastía demócrata ha sido pulida al último detalle, y la hijísima aparece en un segundo plano con look chic-casual. Estrecha manos, regala sonrisas, acapara fotos. Algunos consideran que se trata de un intento desmedido por mostrar una estampa de la american family happy meal. No obstante, en todas las apariciones públicas se coloca lejos de los micrófonos. La norma es: “Mantén la boquita cerrada”.

Hasta ahora Hillary había presumido de mantener una excelente relación con su hija, aunque los más críticos consideran que no es cierto. Chelsea solía aparecer en fotos oficiales o en viajes programados. En las últimas semanas, se investiga las debilidades de los Clinton y Chelsea se convierte en la diana de los cronistas más malvados.

El pasado verano, se ratificó que mantiene una relación estable con Marc Mezvinsky, hijo de un diputado democrático actualmente en prisión. Existen fotos de la pareja paseando por Nueva York. Pero los trapos sucios saldrán a la luz en el momento oportuno.

En principio, el currículum de Chelsea es impecable. Licenciada en la prestigiosa Universidad de Stanford, especializada en la aristocrática Oxford y con una brillante carrera profesional. A sus 27 años trabaja en una respetable entidad de “hedge funds” mientras colabora en la campaña de su mamá. Y además de haber ejercido como consultora de McKinsey, se codea con Madonna y Gwyneth Paltrow. ¿Qué más se puede pedir?

La propensión al escándalo es despiadada en la rígida derecha estadounidense que analiza con lupa cualquier movimiento de la heredera. La guerra política no tiene límites y, buscando en el baúl de los recuerdos, rememoran que Chelsea es consecuencia de una violación. Lo que oyen. Las polémicas afirmaciones han sido publicadas en 2005 en The Truth About Hillary (La verdad sobre Hillary), una obra de Edward Klein, ex redactor jefe del The New York Times.

La presunta violación de la ex primera dama por su “american lover” particular tuvo lugar en las Bermudas, según afirma el periodista. Asimismo, Klein informa que el “tombeur de femmes” Bill se enteró del embarazo de su esposa cuando lo leyó en el diario Arkansas Gazette. Parece ser que un banquero neoyorquino oyó decir al bocado de la Lewinsky: “Voy a mi cabaña a violar a mi mujer”. Y según cuentan las crónicas: “Al día siguiente el bungalow de los Clinton parecía la Tercera Guerra Mundial con almohadas y muebles patas arriba”. Entre tanto, los demócratas cuentan una versión más romántica. En la leyenda aparece Bill con su saxo, para enamorar a Hillary interpreta la canción Chelsea Morning, de Joni Mitchell.

Sea como fuere, la diabólica campaña de desprestigio sólo acaba de empezar. Así las cosas, los que más odian a Hillary recuerdan las ocurrencias de otro periodista, Rush Limbaugh. En su show televisivo anunció: “Los Clinton disfrutan con una nueva perra en la Casa Blanca”. En la pantalla apareció la foto de Chelsea…, como les decía todo un imbarazzo de becaria.

“L´imbarazzo de Chelsea Clinton, condannata al silenzio”, titulaba el periódico italiano Corriere Della Sera el pasado domingo, día de Reyes. ¡Mamma mia! La noticia podría significar un peligroso escándalo en la puritana sociedad americana. El duelo con Obama habría llegado a su fin. Los españoles con escaso conocimiento de la lengua de Berlusconi corrieron la voz: “La hija de Bill y Hillary espera un hijo de soltera”. En realidad, imbarazzo se traduce por vergüenza o turbación.