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El encuentro de la baronesa Thyssen y su nuera en el hospital
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El encuentro de la baronesa Thyssen y su nuera en el hospital

Con el nacimiento de Sacha Thyssen Cuesta parecía que el enfrentamiento a lo montescos y capuletos entre la ‘B’ titular (baronesa) y los ‘Bes’ de segunda

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El encuentro de la baronesa Thyssen y su nuera en el hospital

Con el nacimiento de Sacha Thyssen Cuesta parecía que el enfrentamiento a lo montescos y capuletos entre la ‘B’ titular (baronesa) y los ‘Bes’ de segunda generación (Borja y Blanca) había terminado. Por fin los lazos fraternales volvían a resurgir y la nuera malquerida se convertía en nuera querida. Y hasta los consuegros, de los que en su día Tita dijo que no los quería ver ni en pintura, se reencontraban para festejar el nacimiento del hereu. Un bebé que, por cierto y según la recién estrenada abuela, se parece a Borja cuando nació.

Como decía, al principio todo indicaba que las aguas habían vuelto al cauce del que nunca debieron salir. Pero no fue así. Los padres de Blanca y el resto de su familia no compartieron espacio con la baronesa, salvo el encuentro obligado en los pasillos de la clínica Dexeus. Saludos protocolarios por ambas partes porque todos ellos son educados, correctos y saben mantener las formas. Pero nada más. Cada uno tiene sus razones para mantener ese alejamiento y seguramente será el tiempo el que lime asperezas.

Blanca ingresó en la clínica a las cuatro de la tarde del miércoles. No reservaron como se ha dicho una planta entera del centro hospitalario, sino sólo dos suites de las trece que hay en el complejo. Una para la parturienta y otra para la baronesa cuyos gastos corren de su cuenta. Como dato curioso, la nueva madre y Carmen comparten ginecóloga.

Cerca de las nueve de la noche comenzaron los dolores de parto y a continuación le aplicaron la epidural. Según las informaciones recabadas, fue un parto de libro sin mayores contratiempos que los normales en esta situación. A la una menos cuarto de la madrugada llegaba al mundo en presencia de su padre el hereu, Sacha Thyssen Cuesta, que pesó 3,300 kilos y midió 52 centímetros.

Tras los consabidos exámenes al bebé y la recuperación de la madre, volvieron a la suite donde se desarrolló el encuentro entre la baronesa, su hijo y la nuera. En ningún momento hubo palabras desagradables por parte de Blanca y mucho menos de Carmen Cervera. Así me lo corrobora Chelo García Cortés, que en su día ejerció de madrina de la boda de los B&B y que en el hospital se encargó de que todo discurriera con normalidad dados los malentendidos que aún existen entre las familias.

Según algunos comentarios -que se suponen maliciosos-, cuando la abuela Carmen se acercó al recién nacido que descansaba en su cunita hubo ciertos gestos por parte de Blanca que molestaron a la baronesa. “Lo niego rotundamente. Fue un momento muy emotivo. Carmen besó a su hijo, felicitó a Blanca y acarició al bebé”, dice la periodista. Chelo me confirma que “tampoco es cierto que no pudiera tomar en sus brazos al bebé. Lo habitual en un niño de horas es dejarlo tranquilo para que se habitúe a su nueva vida. Por lo tanto ni desplante ni nada de nada. Blanca es una señora”.

Sí hubo, en cambio, por parte de Blanca un detalle digno de mención. Tita Cervera fue la primera en entrar en la habitación. Los padres Cuesta, mientras tanto, esperaban en una salita a que ella terminara la visita. A las tres y media de la madrugada, la baronesa se marchó. A media mañana se fue de compras por una de las zonas de lujo de Barcelona donde recibió las felicitaciones de la ciudadanía que ya sabían de la buena nueva. Ahora sólo falta que las gemelitas Sabina y Carmen conozcan al sobrino. Hasta puede ser que compartan juegos y bautizo.

Con el nacimiento de Sacha Thyssen Cuesta parecía que el enfrentamiento a lo montescos y capuletos entre la ‘B’ titular (baronesa) y los ‘Bes’ de segunda generación (Borja y Blanca) había terminado. Por fin los lazos fraternales volvían a resurgir y la nuera malquerida se convertía en nuera querida. Y hasta los consuegros, de los que en su día Tita dijo que no los quería ver ni en pintura, se reencontraban para festejar el nacimiento del hereu. Un bebé que, por cierto y según la recién estrenada abuela, se parece a Borja cuando nació.