Tita levanta el hacha de guerra

Madrid, miércoles 13 de febrero de 2008. En el paseo del Prado, lo más granado de la cultura española se reúne para inaugurar el espectacular centro de Caixa Forum ubicado en la capital de España, diseñado por el equipo de arquitectos Herzog & de Meuron. Por las instalaciones de lo que antiguamente era una central eléctrica pasea, entre el resto de invitados, Tita Cervera, que en medio de la tarde vuelve a realizar unas declaraciones espectaculares sobre su familia.

La baronesa se encuentra en su salsa. Rodeada de la flor y nata de la intelectualidad, la impulsora de la ubicación del Museo Thyssen en Madrid puede dedicarse a disfrutar de la pasión que más alegrías le ha dado en esta vida, el arte. Allí, entre obras de Roni Horn o Miquel Barceló, Tita hizo una confesión a la periodista Verónica Zabala, directora de la revista Carácter. Al preguntarle sobre su nuera, contestó “A Blanca la saludo porque no me queda otra. Todo sigue igual”.

Carmen siempre piensa que sus palabras no van a tener repercusión, pero la opinión de la baronesa es mucha opinión, y cualquier sonido que emiten sus cuerdas vocales es medido letra a letra por los medios de comunicación. Aunque a veces Tita dice ‘diego’ donde dijo ‘digo’, lo cierto es que las palabras fueron saliendo una a una de su boca, tanto estas como en las que demostraba que, aunque no se lleve bien con Blanca, piensa empezar de cero con su nieto. Eso sí, prefiere a sus pequeñas: “Las niñas me vuelven loca, con un nieto se necesita más tiempo para sentir lo mismo”.

Parecía que el nacimiento de Sacha iba a poner fin a la controversia, pero las semanas han pasado y el tiempo ha demostrado que aquella visita al hospital, que en principio se quiso vender como el reencuentro de una familia, no fue más que un gesto de cortesía hacia su hijo.

Un ejemplo más fue el almuerzo que celebraron la semana pasada en un restaurante de Barcelona Carmen con su amiga Leo, Borja y Blanca. Entonces las noticias hablaban de una reconciliación total: “¿Acaso se iría uno a comer con su peor enemigo?”, se preguntaron en los medios.

Las instantáneas del encuentro mostraban a los asistentes saliendo por separado. Sin embargo, las malas lenguas aseguran que Tita ni siquiera sabía que en aquel restaurante se encontraba la madre de su nieto. Otros confirman que sí conocía la presencia de la nuera malquerida y por eso se llevó a la amiga: de esa forma no tendría que dirigirle la palabra.