Las 25 horas al día de Ana Obregón

Es innegable que Ana Obregón desafía al tiempo y para ella los días deberían tener más de 24 horas. Su máxima preocupación es su imagen impoluta y fashion. Las tiendas de la ‘Milla de Oro’ de Madrid veneran sus visitas. Ni en Rodeo Drive en Los Angeles se recuerda la presencia casi permanente de un personaje tan fiel a sus establecimientos.

Ana sabe que su look marca tendencia y siempre quiere estar a la última. La calle ya conoce sus idas y venidas y los paparazzi saben dónde encontrarla. Obregón visita como mínimo una vez por semana las supertiendas madrileñas y no siempre para llevarse la prenda más cara. La bióloga conoce de sobra que los fotógrafos montan guardia permanentemente para inmortalizar sus movimientos. Por ello, ‘Super Ana’, con su chofer, acude semanalmente a su boutique preferida, la de Dolce & Gabbana, consciente de la presencia de la prensa.

La empresaria se prueba siempre lo más nuevo llegado de Italia, aunque pocas veces compra lo que está colgado en las perchas. Ana busca, examina, se prueba y tras los cristales sabe que sus posturas tienen foto. Acostumbra a salir con pocas bolsas, y de vez en cuando sólo con un detallito que justifica su presencia.

Los dependientes la adoran porque presienten que Ana reserva su tarjeta de crédito para las grandes ocasiones. Las fechas navideñas son especiales, y aunque para ella el 2007 ha sido sabático, sus ahorros nos han mermado. Dicen que la actriz presentadora, generosa como la primera, se dejó más de 6.000 euros en regalos para sus hermanas y sobrinas. Su generosidad llega tan lejos que a pesar estar inmersa en un litigio legal mayúsculo, el domingo concederá entrevistas en el Salón Cosmobelleza en Barcelona. Ana será la imagen de una empresa de extensiones y, como Don Quijote a Sancho Panza, tendrá a su lado a la inestimable Susana Uribarri, su fiel manager que lo controlará todo.