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La Infanta Elena echa el cierre a su empresa
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La Infanta Elena echa el cierre a su empresa

El proyecto empresarial de la Infanta Elena ha durado menos tiempo que las novias al hijo de Isabel Pantoja y casi los mismos días que la

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La Infanta Elena echa el cierre a su empresa

El proyecto empresarial de la Infanta Elena ha durado menos tiempo que las novias al hijo de Isabel Pantoja y casi los mismos días que la prudencia a Britney Spears. En total, y desde que Global Cinoscéfalos S.L se inscribió en el registro mercantil con la Infanta, su secretario y el hermano del secretario como socios, ha sobrevivido noventa días. El pasado martes ya se supo que la “consultora con un amplio dominio social” había iniciado el proceso de liquidación.

“Se está tramitando su disolución en el Registro Mercantil y esto lleva un proceso que dura su tiempo y que finaliza con la desaparición de la empresa”. Con estas palabras nos confirmaban desde el Palacio de La Zarzuela a los periodistas que llamábamos para interesarnos por el “momento empresarial Infanta Elena”. Que dicho sea de paso esta denominación podría servir para titular cualquier curso de master donde se explicaría el porqué de la brevedad de algunas sociedades. E incluso, con un anexo para subir nota donde también se tratarían las razones que llevan a ciertas personas a crear estos negocios aparentemente sin la finalidad de hacerse millonario. Por otra parte sería lo lógico en el caso del ciudadano de a pie pero no si se trata de miembros de la Primera Familia.

No hay que negarle capacidad administrativa y logística a la primogénita real, pero siempre que no exista opacidad informativa que pueda hacer elucubrar a los malpensados que como menda lerenda tendemos al análisis simplista y no a la verdadera exploración económica. Por ejemplo, el que la Infanta Elena trabaje de maestra en una guardería de la que también son socios la ex mujer de Manuel Prado y Colón de Carvajal, Paloma Eulate; sus hijos Manuel y Borja; Luisa Carlota Abad Calvo; Javier de la Rica y Mary MacNamara (como figuran en el registro Mercantil) no supuso ningún alboroto mediático. Desde el primer momento, la información recabada se ajustaba a la realidad. De hecho, un reportaje publicado hace tiempo en una revista del corazón que mostraba las instalaciones del centro y a la Infanta dando clase disgustó al resto de medios que pensaban que se trataba de una exclusiva. La realidad era otra. Ni competencia desleal, ni trato de favor, ni influencias reales. Resultó que las imágenes formaban parte de la página web de dicho centro escolar. Ni la Infanta había posado, ni había facilitado su distribución.

En su día se pidió permiso a los padres para que sus hijos aparecieran en las fotos, pero siempre como apoyo a la información docente de la guardería. Un reportero listo se hizo con el material colgado en la red donde aparecía la profesora Elena de Borbón y lo vendió.

En el caso de la empresa real, ahora en proceso de extinción, el origen de su constitución tendría que ver tal y como publicó El Confidencial (Ver ‘La Infanta Elena y su extraña sociedad’) con temas económicos que podrían derivarse de su separación matrimonial. Lo curioso del caso es que la sociedad se constituyó en agosto cuando en septiembre y octubre portavoces de Zarzuela aseguraban al preguntar por el posible distanciamiento de los duques de Lugo que "No tenemos ni un solo dato que avale esta noticia". En aquel momento, la Infanta ya había alquilado (¿o comprado?) el chalet en el que vive actualmente y se iniciaban las tareas de remodelación y decoración por parte de Jaime Fierro. Algunos comercios del barrio de Salamanca ataron cabos meses después cuando descubrieron que las compras - sábanas, manteles, edredones…- realizadas por la primogénita en las rebajas de verano no servirían para renovar la ropa de casa, sino que se estrenaría en el nuevo hogar.

Otro dato que desvirtúa el origen de esta empresa fantasma, en tanto en cuanto indican que se formó para solventar imprevistos domésticos derivados de la separación conyugal, se refiere al domicilio social de la misma. En el registro mercantil, la dirección y el piso de Global Cinoscéfala figura el que fuera domicilio conyugal y donde actualmente vive Jaime de Marichalar, del que siempre se ha dicho que era propiedad del duque. Con lo cual, no se entiende muy bien el fin constitutivo de la empresa. Teniendo en cuenta que al casarse, y como han hecho el resto de hijos reales, el régimen fue de separación de bienes, la existencia de Global Cinoscéfala poco tiene que ver con el divorcio de los duques. Por cierto, y dado lo mucho que le gusta a la Princesa Letizia enseñar palabras complicadas a sus hijas, ¿sabrán ya decir las infantitas Leonor y Sofía el nombre de la empresa de la tía Elena? Recuerden que Leonor a los diez meses ya decía claramente “agua”, y no aba como el resto de los bebés. Y ahora con tres años, le toca antioxidantes.

El proyecto empresarial de la Infanta Elena ha durado menos tiempo que las novias al hijo de Isabel Pantoja y casi los mismos días que la prudencia a Britney Spears. En total, y desde que Global Cinoscéfalos S.L se inscribió en el registro mercantil con la Infanta, su secretario y el hermano del secretario como socios, ha sobrevivido noventa días. El pasado martes ya se supo que la “consultora con un amplio dominio social” había iniciado el proceso de liquidación.