Las cartas 'perdidas' del Príncipe Felipe

La respuesta del millón tras la prepublicación en El Mundo de parte de la correspondencia privada que el rey dirige a su hijo cuando estuvo interno en Canadá es saber cómo llegaron a las manos del director de El Siglo José García Abad, autor de El príncipe y el Rey (ediciones El Siglo). El libro que dará mucho que hablar, igual que en su día ocurrió con La soledad del rey, no va a dejar indiferente a nadie. Entre otras cosas porque el lector descubrirá como desde la propia familia se cuestionaba la idoneidad de la periodista Letizia como Princesa de Asturias.

Ya en la introducción, García Abad entrecomilla una frase que don Juan Carlos dedica a la esposa de su hijo en una recepción “Mira, ésta (por Letizia que no estaba presente), que es muy lista, pero que muy lista, hará durar la monarquía por la cuenta que le tiene, aunque sólo sea para conservar el empleo”. Esta demoledora frase es sólo un aperitivo de lo que vendrá después y donde las cartas sirven de apoyo para analizar en profundidad y según Abad “la figura del padre, un icono políticamente incorrecto pero muy popular”.

Pero quizá el punto llamativo del relato sea precisamente saber cómo los escritos reales se filtran de un archivo que se supone privado a uno público. Según parece, esta documentación que en su día estuvo en manos de José Antonio Alcina, en su calidad de ayudante/secretario del heredero durante diez años hasta su cese en 1993, pudo haber sido utilizada para ilustrar su obra Felipe VI. Así se formó el príncipe (La Esfera de los Libros). Se trataba de una historia que nunca contó con el apoyo directo de la Real Casa a pesar de ser un libro blanco.

En aquel momento, y al no tener el respaldo de don Felipe, parece que alguien decidió “obviar” esa documentación tan interesante que ahora por fin ha visto la luz en el que seguramente será el bombazo editorial de la temporada. La pregunta de ese supuesto trasvase de una empresa a otra, más su posterior publicación tantos años después, no tiene por el momento una explicación clara. De hecho, el propio Alcina ha asegurado que no sabe como fueron a parar a manos de Abad.

Por el momento, la identidad del “correo del zar” no tiene nombre y apellido. Aunque sí sorprende que quien tuviera que vigilar, proteger y custodiar esas cartas haya resultado casi tan inoperante como Paris Hilton cuando perdió a su chihuahua o el móvil con todos los teléfono del famoseo de Hollywood.