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La ex nuera Alba denuncia a su marido
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La ex nuera Alba denuncia a su marido

Si los miembros de la Casa de Alba han procurado (sin conseguirlo) mantener sus tribulaciones y cuitas familiares dentro de los muros del palacio, la familia

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La ex nuera Alba denuncia a su marido

Si los miembros de la Casa de Alba han procurado (sin conseguirlo) mantener sus tribulaciones y cuitas familiares dentro de los muros del palacio, la familia Solís Martínez-Campos han hecho de la discreción su santo y seña. Si no hubiera sido por la boda de la quinta hija Solís con el primogénito Alba, los marqueses de la Motilla y sus descendencia habrían continuado siendo desconocidos para el gran público. Matilde y Carlos Huéscar se casaron en el Altar Mayor de la catedral de Sevilla, un privilegio reservado a muy pocas parejas, entre ellas la Infanta Elena y la propia Cayetana. Después vino el divorcio y la anulación. Hubo una serie de situaciones dramáticas que convirtieron de nuevo a la familia Solís en protagonistas pero con el tiempo las aguas volvieron a su cauce. En este caso el cauce fue reconquistar el anonimato.

No era la primera vez que los Motilla adquirían notoriedad mediática. En su día la separación del heredero del título, Miguel Angel, de Carmen Tello, también fue tema de conversación aunque reducido al ámbito estrictamente sevillano. Se divorciaron discretamente y cada uno retomo su vida. Carmen Tello vive felizmente con Curro Romero y se han convertido en uno de los mejores apoyos de la duquesa Cayetana. Por el contrario Matilde Solís (Mati desde la infancia) se ennovio con Borja Moreno Santamaría. Un joven sevillano, huérfano de padres, con poco currículo profesional, simpático y aparentemente muy pendiente de ella. Ante el estupor de la familia Solís y sobre todo de la madre Isabel Martínez Campos, una mujer muy religiosa y miembro del Opus Dei, Mati anunció su embarazo. Un disgusto tremendo que amaino primero con una boda civil y años después al obtener la nulidad con la ceremonia religiosa.

De puertas afuera parecía que la pareja funcionaba, pero no era así. Desde hace meses Matilde y su todavía marido no tienen ninguna relación (Ver noticia). Es más, los desencuentros han llegado a tal punto que hay denuncias y contradenuncias. Según unas versiones el marido no tiene oficio ni beneficio y se ha aprovechado del dinero de su mujer. La finca en la que vivían era propiedad de ella y el mantenimiento también parece que corría a su cargo. Cuentan que en ocasiones y a horas tardías Borja atravesaba las cancelas a golpe de todo terreno produciendo un gran desasosiego en su mujer.

A todo esto las cuentas que le presentaban a Matilde no cuadraban y cada vez había más gastos (se supone que superfluos) y más compras de caballos sin un fin determinado. Así un día y otro hasta que llegó un punto que ya no pudo aguantar. Planteó el divorcio y a continuación cambió las cerraduras. O al revés, que según otras versiones cambió las llaves y solicitó la separación. El caso es que la relación personal se fue deteriorando a pasos agigantados. Tanto es así que Mati, proclive a la melancolía, se encuentra en un estado delicado.

Su hijo mayor ha pasado unos días con ella dándole apoyo y cariño igual que la familia Solís Martínez-Campos. La duquesa de Alba por su parte ha tomado partido y ya se ha ofrecido para lo que haga falta. Mientras, Borja Moreno ya ha hecho declaraciones y hay quien ya predice que el siguiente paso será sentarse en un plato de televisión. En ese momento la guerra habrá comenzado.

Si los miembros de la Casa de Alba han procurado (sin conseguirlo) mantener sus tribulaciones y cuitas familiares dentro de los muros del palacio, la familia Solís Martínez-Campos han hecho de la discreción su santo y seña. Si no hubiera sido por la boda de la quinta hija Solís con el primogénito Alba, los marqueses de la Motilla y sus descendencia habrían continuado siendo desconocidos para el gran público. Matilde y Carlos Huéscar se casaron en el Altar Mayor de la catedral de Sevilla, un privilegio reservado a muy pocas parejas, entre ellas la Infanta Elena y la propia Cayetana. Después vino el divorcio y la anulación. Hubo una serie de situaciones dramáticas que convirtieron de nuevo a la familia Solís en protagonistas pero con el tiempo las aguas volvieron a su cauce. En este caso el cauce fue reconquistar el anonimato.