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Ser modelo es una profesión de riesgo
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Ser modelo es una profesión de riesgo

Son guapas, pisan la pasarela casi flotando, visten con las ropas más elegantes de entre todas las que se diseñan... Mirada desde fuera la vida de

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Ser modelo es una profesión de riesgo

Son guapas, pisan la pasarela casi flotando, visten con las ropas más elegantes de entre todas las que se diseñan... Mirada desde fuera la vida de la modelo parece un mundo de glamour interminable, pero este lunes la Madrid Cibeles Fashion Week ha demostrado algo: ser maniquí es una profesión de riesgo, porque las caídas de la pasarela o las ‘agresiones’ de los activistas de los derechos animales existen pero no están recogidas en ningún convenio colectivo. Señor Fernández Toxo, señor Méndez, deberían hacérselo mirar...  

El desfile de Roberto Torretta prometía: por un lado, su vuelta a Cibeles. Por otro, la alta concentración de vips de todos los pelajes que siempre reúne el argentino (“Primero son amigos y sólo luego, vips”, nos explica). Y no defraudó: en primera fila, sin ir más lejos, la socialite por antonomasia, Carmen Lomana, comentaba con Nuria March cuánto le han gustado en estos días Amaya Arzuaga, Ana Locking y Migel Palacio, como antes había hecho con Vanitatis. Junto a ellas, el actor Carlos Hipólito o las periodistas Ana García Siñeriz y Marta Robles.

Todo parecía que iba a transcurrir por los derroteros normales de un desfile cuando en a los pocos segundos de empezar, un activista de la organización Igualdad Animal se subió a la pasarela con una pancarta con el texto "Pieles, Asesinato". Y no ocurrió una vez, sino dos: minutos más tarde otra persona saltó sobre el escenario e intentó arrebatar a una de las modelos la estola que llevaba.

Lo han conseguido: su mensaje llegará a quienes se interesan por la moda y a los que no, aunque entre las admiradoras de Torretta la opinión era unánime: algo así no se debe hacer. Marta Robles y Cayetana Guillén Cuervo coincidieron al señalar una opinión que cundió entre los vips como la pólvora. “Yo creo que no es el momento, se pueden hacer reivindicaciones pero no reventando el desfile de un disñador”, aseguraba Robles. “Roberto no es el que más pieles usa”, remató Guillén Cuervo. Atención: Carlos Évole, el follonero de laSexta, andaba por allí, pero juró y perjuró a Vanitatis que él no había tenido nada que ver con el asunto. Esta vez no iba con ellos... 

Pereza matutina

La jornada había comenzado con Juanjo Oliva, que tuvo en primera fila a la ministra Elena Salgado. La titular de Administraciones Públicas eligió el día de la dimisión de su compañero Mariano Fernández Bermejo para asistir a Cibeles. Eso sí, su presencia en la pasarela tuvo lugar antes del anuncio del adiós del ministro de Justicia. Tras su desfile, en el que también estuvo Anne Igartiburu, el siempre concurrido kissing room parecía un tanto apagado: ya se sabe que la etiqueta social no permite beber alcohol antes del mediodía y de eso precisamente va la cosa en el salón de agasajos a los diseñadores: de cócteles y más cócteles con el vodka como protagonista.

Al mediodía desfiló Andrés Sardá, que siempre acerca a Cibeles una cuota seductora y ultra-femenina que deja asombradas a sus seguidoras. La presentadora de Cuatro Marta Reyero, novata en estas lides de la pasarela, reconoció a este periódico su envidia sana por “los cuerpos de las modelos y su ropa, que es simplemente asombrosa”. El desfile comenzó con cierto retraso con respecto a la hora prevista, pero eso sirvió a los fotógrafos para retratar a Sergi Arola o Sonia Ferrer (“las prendas de Sardá son auténticas joyas”) y de paso tomar una de las instantáneas más tiernas de la jornada: Olivia de Borbón, perro en mano, en la front row.

La novia de Sebastián Palomo Danko tiene desde hace diez meses al cachorrillo, un can negro de pequeño tamaño, y no se puede separar de él: “Es que cuando salgo de casa me pone una carita…”, explica. A pesar de que el animal parecía algo nervioso, al final del desfile se tranquilizó con las caricias de su dueña y terminó con orgullo su aparición como el visitante más diminuto de esta edición de la pasarela.

Cada una de las primeras filas en Cibeles dice bastante sobre los amigos de los diseñadores, el tipo de público al que se dirigen y su agenda. La de Elio Berhanyer, a media tarde, fue la más señorial. Embriagadas por el olor a mirra que salía de los incensarios instalados en la pasarela estaban dos condesas (la de Romanones y la de Montarco), una presidenta autonómica (Esperanza Aguirre, que huyó de la prensa como si le estuvieran haciendo un seguimiento), diseñadoras amigas de los coleccionistas (Marina Danko), ex reinas de la belleza (Paquita Rico) o empresarios teatrales como Enrique Cornejo. Todos aplaudieron a rabiar a Berhanyer, modesto como siempre y vestido con su inseparable bata de científico.

Con la muerte en los talones

El desfile de Duyos competía con la hora de comer, pero aun así tuvo lleno total. En la primera fila David Delfín (recién despertado de su fiesta, que el domingo por la noche había congregado a los vips más cool en el hotel Oscar de Kike Sarasola) no paraba de hablar con Gonzalo Miro, con quien se fue finalmente al kissing room acompañado de otros amigos. A su lado, la actriz María Valverde respondía las preguntas de la prensa. Como banda sonora del desfile se escuchaba la música de Con la muerte en los talones, y vaya si estaba cerca: no una ni dos, sino tres fueron las modelos que vieron peligrar su equilibrio en mayor o menor medida mientras desfilaban.

Aquí no hizo falta huelga de tacones como en Nueva York -porque los castellanos que llevaban las modelos no podían ser más planos-, así que todo fue una mala pasada de los focos y la tarima. La primera acabó en el suelo al dar la vuelta, la segunda tuvo un casi-casi y la tercera llegó a salirse aunque no a caerse. Las tres, en cualquier caso, recibieron un aplauso tan rotundo del público como el que recibió el propio diseñador. Ya lo dijimos al principio: ser modelo también es profesión de riesgo, aunque no haya plus de peligrosidad en el contrato, y es justo reconocérselo.

Son guapas, pisan la pasarela casi flotando, visten con las ropas más elegantes de entre todas las que se diseñan... Mirada desde fuera la vida de la modelo parece un mundo de glamour interminable, pero este lunes la Madrid Cibeles Fashion Week ha demostrado algo: ser maniquí es una profesión de riesgo, porque las caídas de la pasarela o las ‘agresiones’ de los activistas de los derechos animales existen pero no están recogidas en ningún convenio colectivo. Señor Fernández Toxo, señor Méndez, deberían hacérselo mirar...