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Un ladrón visita a Ana Boyer
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Un ladrón visita a Ana Boyer

Si el percance le hubiera ocurrido a Tamara sorprendería menos porque la joven parece tener cierta querencia a sufrir “incidencias”, como llaman las compañías de seguros

Foto: Un ladrón visita a Ana Boyer
Un ladrón visita a Ana Boyer

Si el percance le hubiera ocurrido a Tamara sorprendería menos porque la joven parece tener cierta querencia a sufrir “incidencias”, como llaman las compañías de seguros a los accidentes, robos, etc. Cuando no estampaba su coche contra cualquier OSI (objeto sí identificado), se quedaba sin gasolina o la perdían las maletas con sus amenities de vuelta de un viaje promocional.

 

Pero incluso padeciendo esas desventuras la dulce Tamara nunca ha perdido la sonrisa. Hasta le contó a Ana Rosa Quintana en su primera entrevista televisiva cómo se enfrentó a unos ladrones cuando ejercía de dependienta de Bershka. Mejor dicho, ella no los llamó ni chorizos ni ladrones, sino cacos, una palabra que ya ni siquiera utilizan los niños menores de cuatro años para referirse a los amigos de lo ajeno, pero que en su boca resulta menos sorprendente. No tuvo suerte y los rateros se largaron a pesar de que Tamara les persiguió hasta la puerta “pero ellos corrieron más que yo”, contó con su singularísimo acento.

 

Y no ha sido la única de la familia que ha tenido su encontronazo con este tipo de elementos. La semana pasada, su hermana Ana Boyer también tuvo su propia experiencia desagradable. Le robaron el bolso donde tenía el móvil, la cartera con las tarjetas de crédito, el DNI, los carnets de las discos de moda y de clubs deportivos, las gafas de ver y las de sol, la agenda y todo lo que una chica joven puede llevar encima. Ya se sabe que a esa edad casi cargan con la casa puesta como si fueran caracoles. Seguro que si supertamara hubiera estado con ella se habría lanzado sobre el ladrón (o ladrones). Por el momento, se desconoce el modus operandi de los cacos. Y si era uno o varios.

Si el percance le hubiera ocurrido a Tamara sorprendería menos porque la joven parece tener cierta querencia a sufrir “incidencias”, como llaman las compañías de seguros a los accidentes, robos, etc. Cuando no estampaba su coche contra cualquier OSI (objeto sí identificado), se quedaba sin gasolina o la perdían las maletas con sus amenities de vuelta de un viaje promocional.