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Kalina, la nueva reina del desierto
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Kalina, la nueva reina del desierto

Fue una convocatoria inusual. No hubo canapés, ni platos de embutido, ni el personal repartía copas de champán para que los invitados brindaran por el anfitrión/protagonista. En su lugar,

Foto: Kalina, la nueva reina del desierto
Kalina, la nueva reina del desierto

Fue una convocatoria inusual. No hubo canapés, ni platos de embutido, ni el personal repartía copas de champán para que los invitados brindaran por el anfitrión/protagonista. En su lugar, camareros ataviados con chilabas ofrecían té con menta y los dulces típicos marroquíes a los muchos amigos que quisieron arropar a Kitín Muñoz en la presentación de su libro “El Moussem de Tan Tan” en la Casa Árabe de Madrid. (Ver álbum)

Una obra que se acompaña de fotografias realizadas, la mayoría, también por el aventurero que muestra en qué consistía este encuentro milenario y cómo se ha conseguido su recuperación cultural: “Se trataba de un festival que tenía lugar en la ciudad de Tan Tan, donde venían en camello tribus de Marruecos, Mauritania, Senegal, Niger, Mali… Durante una semana se reunían para comerciar, arreglar asuntos de todo tipo, competir en carreras de camellos y participar en espectáculos propios de la cultura saharaui. Me llamó mucho la atención porque desde pequeño había oído hablar en casa de esa ciudad perdida en el medio del desierto. Mis padres vivieron en ella cuando Tan Tan era tan sólo un pequeño fortín y para mí fue como volver a mis recuerdos infantiles”.

Nombrado embajador de buena voluntad de la UNESCO, se ha dedicado estos últimos años a recuperar tradiciones y mostrarlas al resto de los países. Desde hace años tenía su cuartel general en Marruecos y desde ahí se movía por el mundo. Mantiene una excelente relación con Mohamed VI, que le nombró cónsul honorario. Cuando se casó con Kalina, la hija del rey Simeón de Bulgaria, vivían a caballo entre Madrid, Sofía y Marrakech. Después, al aumentar la familia con el nacimiento del bebé se decantaron por Marruecos: “El niño es feliz aquí. Vamos a la playa, se baña y le hago caminar una hora diaria. Es fuerte y sano”.

Simeón Hassan, que así se llama el pequeño, en honor al abuelo búlgaro y al rey marroquí, se entiende con su padre en español, con la madre en búlgaro, con la tata en francés y el servicio le habla en árabe. El primogénito de Kitín y Kalina es en sí mismo la representación infantil de la ONU. Dentro de poco la familia se trasladará al desierto para realizar un trabajo de campo: “Es un lugar paradisíaco, al sur de Marruecos. Viviremos en jaimas instaladas en un oasis como hacen las tribus nómadas”.

Seguramente esa experiencia se convertirá después en un documental, aunque ahora su prioridad es la promoción del libro, que impresionó a los amigos e invitados en la presentación  presidida por el asesor real Mohamed Fadel Benayen y el embajador Omar Azziman. Entre el público, su hermano José Muñoz, la empresaria mexicana Elaine L. Arozarena,  el empresario Juan José Galiano, cuya fundación CREIN está preparando la edición de un libro sobre la Madre Teresa; Sonia de Mare, Julio Ayesa, Pérez de Tudela, Luis Carballo Federico López, dueños de Hierro y Albero; Paco Rey, Beatriz de Orleáns, Teñu Hohenlohe, Konstatin de Bulgaria, el único hermano que acudió; Sandra Ibarra, a través de cuya fundación se han otorgado trece nuevas becas de investigación y tiene previsto para esta navidad lanzar la 'joya Anita', que patrocina la joyería Cabranes, cuya hija Ana murió de linfoma de Hodkin, los abogados Teresa Bueyes y Javier Uralburu y representantes del mundo de la cultura de Marruecos apoyaron a Kitín.

No faltó tampoco la princesa Irene, que habló de los nuevos proyectos de 'Mundo en Armonia'. Al preguntarle si la princesa Letizia sería una buena reina, respondió  “¡¡¡Espero!!!“. Después explicó que las infantas pequeñas eran muy monas y muy graciosas y que en Navidad no se come pavo en la Zarzuela. Se entretuvo charlando con Kalina que esa noche lucía en las muñecas y el brazo unos tenedores de plata que había convertido en pulseras. La hermana de la reina no quitaba ojo de los adornos.

Fue una convocatoria inusual. No hubo canapés, ni platos de embutido, ni el personal repartía copas de champán para que los invitados brindaran por el anfitrión/protagonista. En su lugar, camareros ataviados con chilabas ofrecían té con menta y los dulces típicos marroquíes a los muchos amigos que quisieron arropar a Kitín Muñoz en la presentación de su libro “El Moussem de Tan Tan” en la Casa Árabe de Madrid. (Ver álbum)