Khashoggi y la tita Henar se divierten en Marbella

De todos los miembros de la familia política del príncipe Felipe, la tita Henar es la única a la que le gusta el escaparate público. A diferencia del resto de los parientes Ortiz-Rocasolano, la que se declaraba diseñadora de accesorios -¿ya no hay más colecciones?- no tuerce el gesto cuando acude a un acto lúdico en calidad de famosa.

Sucedía cuando acompañaba a la baronesa Thyssen en las inauguraciones del museo y en los encuentros gastronómico-festivos asturianos. Henar saludaba, sonreía e incluso respondía a los reporteros, aunque en realidad no dijera nada.

Hubo un tiempo en que incluso posó como una celebrity en revistas de las denominadas femeninas contando sus experiencias profesionales y dando retales informativos de su organigrama familiar y de cómo influían los genes ingleses por parte paterna a la hora de tener buen gusto.

Desconozco si hubo toque letiziero, pero el caso es que las entrevistas posadas y pactadas desaparecieron de la faz de la tierra. En cambio, no tuvo que encerrarse en una gruta y su presencia en actos mundanos ha sido habitual. El domingo, por ejemplo, compartió espacio físico con Khashoggi, María Luisa de Prusia, 'tía política' de su sobrina Letizia, March Rich, el magnate judío que fue novio de la nieta de La Pasionaria, Carmen Martínez Bordiú y Campos, Manolo Segura, la empresaria Maika Pérez de Cobas, su hija Blanca Ulloa, el barón de Rochild, Encarna Polo, José y Elo Hidalgo (Air Europa), Josie Bistok, Manuel Segura y su esposa Paz, Los del Río y una Ana Obregón espectacular. (Ver álbum)

La actriz fue la encargada de presentar la gala benéfica a favor de 'The children for Peace', cuya vicepresidente es Lamia Khashoggi y donde actuaron Monserrat Caballé y su hija Monsita.

Dado el plantel de caras conocidas, la tita Henar pasó prácticamente desapercibida. Antes de irse tuvo tiempo de responder a un reportero que la reconoció y que le preguntó si sabía algo sobre los problemas de pareja de su iracunda sobrina Telma. La tita dijo: “En efecto, no tengo nada que decir. No haré alusión a mi familia”. Y no se hundió el mundo por la respuesta.

¿Por qué no aprenderá de ella la directora adjunta de Proyectos del departamento de Relaciones Internacionales del Ayuntamiento de Barcelona, Telma Ortiz Rocasolano, que, por cierto, aún no ha liquidado la deuda que mantiene con la modista que le hizo el vestido para los fastos de la boda?

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