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La princesa Letizia, la reina del garbanzo
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La princesa Letizia, la reina del garbanzo

Apareció a su hora, sonriente y con el restaurante Torres Bermejas hasta la bandera. Nadie quería perderse la entrega del Garbanzo de Plata a la nuera

Foto: La princesa Letizia, la reina del garbanzo
La princesa Letizia, la reina del garbanzo

Apareció a su hora, sonriente y con el restaurante Torres Bermejas hasta la bandera. Nadie quería perderse la entrega del Garbanzo de Plata a la nuera real. Y menos en esta ocasión, que además coincidía con el cincuenta aniversario de la creación del premio. Antes que Letizia lo habían recibido el resto de los titulares de la Primera Familia (Rey, Reina e infantas) y de ahí que utilizara el sentido de humor para su discurso que, por cierto, improvisó. (Ver álbum)

Además de recordar que dentro de unos días se cumpliría su sexto aniversario de boda, contó con cierta chunga que cuando salía de la catedral de la Almudena le dijo a su marido: “Ahora, seguro que ya me dan el garbanzo”. A diferencia de otras ocasiones, y sobre todo de aquella etapa ya lejana cuando aún era prometida y repartía estopa a diestro y siniestro cuando no le gustaba lo que escribían/escribíamos de ella, ayer estuvo en su sitio de futura reina consorte.

Cuando terminó el almuerzo, paseo por todas las mesas. “Como en las bodas”, dijo saludando al resto de comensales. Con unos sólo era un apretón de manos y con otros, charlas. No evitó a nadie y menos a los periodistas que son críticos con ciertos comportamientos incomprensibles de la pareja, como es la opacidad que rodea su vida personal, que no privada.

Habló de las hijas y de lo diferentes que son. “Leonor es más como su padre y Sofía, como yo”. Contó también que en la agenda principesca está previsto continuar con las visitas a las redacciones de la mayoría de los medios de comunicación, incluidos los gratuitos y los digitales.

La princesa, acostumbrada a los halagos y a la corte de los milagros que rodea su vida pública, donde no tiene que hacer ningún esfuerzo para que la aclamen, como le ocurre a Belén Esteban, se trabajó el almuerzo garbancero. Sin que sirva de precedente, la princesa se ganó ayer su jornal. Al César lo que es del César. Mañana será otro día.

Federico Escudero, dueño del restaurante Torres Bermejas, ejerció de perfecto anfitrión y estuvo pendiente de que no faltará ni sobrara nada. Los camareros parecían más el mago Copperfield que expertos en el sector servicios. Hacían aparecer mesas y sillas del aire para adecuar a los muchos invitados.

Entre ellos estaban María Jesús González y su hija Irene Villa, dos mujeres excepcionales que han hecho de su vida un ejemplo para todos. Irene es psicóloga y además de ejercer su profesión se dedica a dar conferencias y moderar coloquios relacionados con su titulación. Y si esto fuera poco, ha conseguido este invierno siete medallas en competiciones de esquí. Acudió acompañada de su novio, Juan Pablo Lauro.

Otros asistentes que compartieron el garbanzo con la nuera real fueron Lina Morgan, Enrique Cerezo, las Segrelles (madre e hija), el joyero Manuel Carrera, Ángel del Río, Alfonso Ussía, Jordi González, Antonio Mingote, que le regaló un abanico pintado por él; Isabel Gemio, el ganadero Vitorino, José María Álvarez del Manzano, Laura Valenzuela, Alfredo Amestoy, la duquesa de Alba y su hijo jinete, que estuvo muy pendiente de su madre.

Cayetano coincidirá con la infanta Elena en la próxima competición hípica en Valencia. El año pasado la primogénita real se contentó con ver la Global Champions Tour desde un palco. Esta vez ya ha confirmado su presencia y seguramente sus hijos la acompañarán en ese fin de semana deportivo.

Rosa Villacastín fue la encargada de leer la carta que le dedicaba el veterano periodista Aguinaga que, por cuestiones de salud, no pudo acudir. Concha Velasco, estupenda y relajada, contó lo listo que es su nieto, “que ha heredado los genes musicales del otro abuelo. Tiene un oído musical maravilloso”, dijo refiriéndose con cierta ironía al abuelo materno del niño, que no el paterno Paco Marsó, que hace tiempo que perdió los papeles. De ser un profesional dedicado al teatro pasó -al divorciarse de Concha- a convertirse en paseante de plató televisivo contando miserias e inexactitudes.

A la salida, la princesa del garbanzo, que no la del cuento del guisante, tuvo su baño de multitudes. Aunque ya se sabe que la multitud hoy te aclama y mañana enarbola la bandera tricolor.

Apareció a su hora, sonriente y con el restaurante Torres Bermejas hasta la bandera. Nadie quería perderse la entrega del Garbanzo de Plata a la nuera real. Y menos en esta ocasión, que además coincidía con el cincuenta aniversario de la creación del premio. Antes que Letizia lo habían recibido el resto de los titulares de la Primera Familia (Rey, Reina e infantas) y de ahí que utilizara el sentido de humor para su discurso que, por cierto, improvisó. (Ver álbum)