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Letizia: seis años de princesa, diez días de 'reina'
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Letizia: seis años de princesa, diez días de 'reina'

Hace seis años, un 22 de mayo, una joven periodista llamada Letizia por error de un funcionario italiano se casaba, ante la atenta mirada de los

Foto: Letizia: seis años de princesa, diez días de 'reina'
Letizia: seis años de princesa, diez días de 'reina'

Hace seis años, un 22 de mayo, una joven periodista llamada Letizia por error de un funcionario italiano se casaba, ante la atenta mirada de los monarcas y jefes de Estado más destacados, con el futuro heredero de la Corona española, el príncipe Felipe. Los españoles tomaron la calle como ya hicieran en las nupcias de las infantas en Sevilla y Barcelona, y recibieron, a pesar de una lluvia cada vez más amenazante, a una periodista, que aun convertida en princesa de Asturias y futura reina de España, no se atrevió a besar con pasión a su flamante marido y optó por dos castos besos.

No era la primera vez que se casaba. Lo había estado durante tan sólo un año con Alfonso Guerrero, su profesor de Literatura y novio durante más de diez años. Pero nada más convertirse en nuera real este episodio se maquilló a pesar de la lupa de los medios de comunicación que pusieron todo su esfuerzo por localizar al entonces marido, que también se benefició con la reedición de alguno de sus libros, o conseguir fotografías del momento nupcial.

Pocos años después conocería al príncipe en la fiesta que el periodista de 'Documentos TV' Pedro Erquicia organizó en su casa, según la versión oficial, y su vida daría un vuelco de 360 grados. Comenzó a quedar con ‘mi chico’ -así lo definía ante sus compañeros de TVE- en lugares remotos y las consignas políticas que los mismos compañeros habían escuchado proclamar, ahora se tornaban en una definición completa y apropiada para la ocasión: Letizia sufría una conversión parecida a la de San Pablo de Tarso al pasar del agnosticismo, el sindicalismo- su madre lo sigue ejerciendo- y la bandera tricolor a principios un tanto alejados como “monárquica y principista”.

Dejó de viajar en su Seat Ibiza para hacerlo en los Audi que integran la flota del séquito real y cambió su piso de Valdebernardo en Madrid por un palacio en Zarzuela, situado en la cima de un promontorio de El Pardo, muy cerca del de los Reyes. Abandonó la profesión y, según cuentan, escribió su último reportaje al conocer in situ las dependencias palaciegas, convertida ya en princesa. Su pasado se diluyó con la lluvia de un día tal y como hoy hace seis años.

Un sueño para muchas mujeres, que en el caso de la periodista poco tuvo que ver con los cuentos de hadas, a pesar del discurso del padre Ortiz en el convite nupcial, donde jugaba con la idea de que su hija era una auténtica 'Cenicienta'. A los rumores sobre una posible infertilidad y desórdenes alimenticios, se unieron las críticas a la opacidad informativa imperante desde su llegada o al requerimiento de una vida privada que en la caso de los futuros jefes de Estado se resume en un servicio total a España y no en un ajustado horario laboral.

Otras razones para el análisis crítico menos justificadas fueron y siguen siendo los centímetros de tacón de los zapatos de tercera generación por los que siempre ha apostado la princesa o una cierta prepotencia, que encuentra La explicación para muchos en la presentación oficial de su compromiso, cuando Letizia Ortiz hizo callar al príncipe ante las decenas de medios convocados para la ocasión.

Con el nacimiento de las infantas Leonor y Sofía, la cuestión sobre unos posibles problemas de fertilidad quedó diluida y la sucesión, asegurada. Entonces, una vez su existencia como reina futurible había alcanzado el estatuto de la normalidad y la opinión pública parecía satisfecha, la princesa de Asturias se dispuso a retocar paulatinamente su apariencia.

En 2008, decidió someterse a una rinoplastia bajo la sospecha de que los motivos no fueron estrictamente por motivos de salud y que se debían más bien a una cierta querencia por aparecer siempre perfecta. “Debería preocuparse mucho menos de su imagen”, se ha escuchado decir. Algunos siguen acusando esta actitud a la presión que sigue existiendo en torno a sus elecciones textiles mientras que otros lo atribuyen a que la ex periodista ha encontrado finalmente el estilo perdido.

El reciente revuelo sobre la posible ortodoncia de la princesa ha vuelto a poner en entredicho la normalidad informativa de la Casa Real, que ha ido desmintiendo periodista a periodista la ausencia de los polémicos brackets, que ya son toda una institución más y cuentan incluso con su propio gabinete de prensa a disposición de confirmaciones y desmentidos de la propia princesa.

Ya ocurrió con la entrevista velada de los herederos a Vanity Fair. La noticia saltó antes a los medios interesados y fue el detonante para que fuese ‘reportajeada’, siempre bajo la premisa de que “si hemos hablado con ellos no podemos entrecomillar la conversación”. Los ánimos se calmaron con el flujo informativo que ilustró el ingreso hospitalario del rey en el Clínic de Barcelona, aunque días más tarde se volvieron a caldear con la misteriosa estancia de don Juan Carlos en la Clínica Planas de Barcelona, a consecuencia de la operación de pulmón.

Hoy los príncipes de Asturias cumplen seis años de casados, con una agenda cada vez más repleta de compromisos, donde Letizia sigue ganando más y más peso, representando oficialmente a su país también en el extranjero. Las encuestas populares afirman que ya están listos para reinar, pero en el primer acto oficial donde ejercen como tales- la cumbre Iberoamericana celebrada en Madrid- el debate se vuelve a articular entorno a la ausencia de estreno textil de la princesa. ¿Ha llegado la hora de cambiar de color?
 

Hace seis años, un 22 de mayo, una joven periodista llamada Letizia por error de un funcionario italiano se casaba, ante la atenta mirada de los monarcas y jefes de Estado más destacados, con el futuro heredero de la Corona española, el príncipe Felipe. Los españoles tomaron la calle como ya hicieran en las nupcias de las infantas en Sevilla y Barcelona, y recibieron, a pesar de una lluvia cada vez más amenazante, a una periodista, que aun convertida en princesa de Asturias y futura reina de España, no se atrevió a besar con pasión a su flamante marido y optó por dos castos besos.